I Corintios 2, 5-11

de suerte que vuestra fe se base, no en sabiduría de hombres, sino en el poder de Dios. Sin embargo, entre los ya perfectos, usamos un lenguaje de sabiduría; pero no de la sabiduría de este mundo ni de las fuerzas rectoras de este mundo que están en vías de perecer; sino un lenguaje de sabiduría de Dios en el misterio, la que estaba oculta, y que Dios destinó desde el principio para nuestra gloria; la que ninguna de las fuerzas rectoras de este mundo conoció; porque si la hubieran conocido, no habrían crucificado al Señor de la gloria. Pues, según está escrito: «Lo que el ojo no vio, ni el oído oyó, ni el corazón humano imaginó, eso preparó Dios para los que le aman.» Pero a nosotros nos lo ha revelado Dios por el espíritu; porque el Espíritu lo explora todo, aun las profundidades de Dios. Entre los hombres ¿quién es el que sabe lo que hay en el hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? De la misma manera, sólo el Espíritu de Dios sabe lo que hay en Dios.
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