II Corintios 3, 15-18

Hasta hay, pues, cuantas veces se lee a Moisés, permanece el velo sobre sus corazones. Pero «cuantas veces uno se vuelve al Señor, se quita el velo» (Éx 34,34). El Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, hay libertad. Y nosotros todos, con el rostro descubierto, reflejando como en un espejo la gloria del Señor, su imagen misma, nos vamos transfigurando de gloria en gloria como por la acción del Señor, que es Espíritu.
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