Genesis 19, 19-22

Puesto que tu siervo ha hallado gracia a tus ojos, y ha sido grande la misericordia que has hecho conmigo al salvar mi vida, mira que no puedo huir al monte, no sea que me alcance el desastre y yo muera. Cerca está esa ciudad a la que puedo huir. Es pequeña. Deja que me refugie en ella. ¿No es pequeña? Así salvaría la vida. Y le contestó: Bien, te hago favor también en esto, y no destruiré la ciudad de la que hablas. Date prisa, huye allá; pues nada puedo hacer mientras tú no llegues allí. Por esto a la ciudad se le llama Sóar.
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