Genesis 24, 1-11

Abraham era ya viejo, avanzado en años; y Yahvéh había bendecido a Abraham en todo. Dijo Abraham a su siervo, el más antiguo de su casa, el que administraba todos sus bienes: Pon tu mano debajo de mi muslo, y te haré jurar por Yahvéh, Dios de los cielos y de la tierra, que no tomarás mujer para mi hijo de entre las hijas de los cananeos, en medio de los cuales yo habito, sino que irás a mi tierra y a mi parentela, y allí tomarás mujer para mi hijo Isaac. Le dijo el siervo: Si la mujer no quiere seguirme a esta tierra, ¿tendré entonces que llevar a tu hijo a la tierra de donde saliste? Díjole Abraham: Guárdate de llevar allá a mi hijo. Yahvéh, Dios de los cielos y de la tierra, que me tomó de la casa de mi padre y del país de mi parentela, y me habló y me juró, diciéndome: A tu posteridad daré yo esta tierra, enviará a su ángel delante de ti, para que tomes de allí mujer para mi hijo. Si la mujer no quiere seguirte, quedarás desligado de este juramento; pero de ningún modo harás volver allá a mi hijo. Entonces el siervo puso su mano debajo del muslo de Abraham, su señor, y le juró sobre lo dicho. Tomó el siervo diez camellos de entre los camellos de su señor, y se fue, con todo lo que había de mejor en casa de su señor; y puesto en camino, se dirigió a Aram Naharáyim, a la ciudad de Najor. E hizo arrodillar a los camellos fuera de la ciudad, junto a una fuente de agua, al atardecer, a la hora en que salen las que van por agua.
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