Mateo 16, 1-18

Luego se le acercaron los fariseos y saduceos, y, para tentarlo, le pidieron que les hiciera ver alguna señal venida del cielo. El les respondió: [Al caer la tarde, decís: “Hará buen tiempo, porque el cielo está arrebolado”; y por la mañana: “Hoy habrá tormenta, porque el cielo está de un rojizo sombrío.” ¿Conque sabéis interpretar el aspecto del cielo y no podéis interpretar las señales de los tiempos?] ¡Generación perversa y adúltera que reclama una señal! Pero no se le dará otra señal que la de Jonás. Y volviéndoles la espalda, se fue. Al pasar a la otra orilla, los discípulos se olvidaron de llevar panes. Jesús les dijo: Estad alerta y guardaos de la levadura de los fariseos y saduceos. Ellos comentaban entre si: Eso es porque no hemos traído pan. Al darse cuenta de ello Jesús, dijo: ¡Hombres de poca fe! ¿Por qué estáis comentando entre vosotros que no tenéis pan? ¿Todavía no entendéis ni os acordáis de los cinco panes para los cinco mil hombres y de cuántos canastos recogisteis? ¿Ni de los siete panes para cuatro mil hombres y de cuántas cestas recogisteis? ¿Cómo no entendéis que no os hablé de panes? Guardaos, pues, de la levadura de los fariseos y saduceos. Entonces comprendieron que no les había dicho que se guardaran de la levadura de pan, sino de la doctrina de los fariseos y saduceos. Al llegar Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntaba a sus discípulos: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre? Ellos respondieron: Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, y otros, que Jeremías o uno de los profetas. Díceles él: Y vosotros, ¿quién decís que soy? Tomando la palabra Simón Pedro, dijo: Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente. Jesús le respondió: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás; porque ni la carne ni la sangre te lo han revelado, sino mi Padre que está en los cielos. Pero yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi lglesia, y las puertas del reino de la muerte no podrán contra ella.
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