Romanos  7, 6-7

pero ahora, al morir a aquello que nos aprisionaba, hemos quedado desligados de esa ley, de modo que sirvamos en novedad de espíritu, y no en decrepitud de letra. ¿Qué diremos, pues? ¿Es pecado la ley? ¡Ni pensarlo! Sin embargo, yo no he conocido el pecado sino por medio de la ley. Porque yo no habría sabido lo que era la codicia si la ley no me hubiera dicho: «No codiciarás» (Ex 20,17; Dt 5,21).
Ver contexto