I Macabeos 9, 1-22

° En cuanto Demetrio supo que Nicanor y su ejército habían sucumbido en el combate, volvió a enviar a Báquides y a Alcimo a la tierra de Judea con el ala derecha del ejército. Emprendieron la marcha por el camino de Galilea, acamparon junto a Mesalot de Arbela, ocuparon la ciudad y mataron a muchos. El primer mes del año ciento cincuenta y dos, acamparon frente a Jerusalén, pero luego partieron de allí, camino de Berea, con veinte mil de infantería y dos mil jinetes. Judas acampaba en Eleasa con tres mil soldados escogidos, y al ver la enorme muchedumbre de enemigos, se aterrorizaron; muchos del campamento desertaron y solo quedaron ochocientos. Al ver Judas que su ejército se deshacía precisamente cuando era inminente la batalla, se descorazonó, porque ya no era posible reunirlos. Aunque desalentado, dijo a los que quedaban: «¡Hala, subamos contra el enemigo! A lo mejor podemos derrotarlos». Los suyos intentaban disuadirle: «Es completamente imposible. Pero si salvamos ahora la vida, volveremos con los nuestros y entonces combatiremos. Ahora somos pocos». Judas repuso: «¡Nada de huir ante el enemigo! Si nos ha llegado la hora, muramos valientemente por nuestros compatriotas, sin dejar una mancha en nuestra fama». El ejército enemigo salió del campamento y formó frente a ellos, con la caballería dividida en dos cuerpos, y los honderos y arqueros delante del ejército, los más aguerridos en primera fila. Báquides iba en el ala derecha. La falange avanzó por ambos lados, a toque de trompeta. Los de Judas también tocaron las trompetas. El suelo retembló por el fragor de los ejércitos. Se entabló el combate al amanecer y duró hasta la tarde. Judas vio que Báquides y los más fuertes del ejército estaban a la derecha. Se le juntaron los más animosos, destrozaron el ala derecha y la persiguieron hasta los montes de Azara. Pero, cuando los del ala izquierda vieron que el ala derecha estaba destrozada, se lanzaron en persecución de Judas y sus compañeros. El combate arreció y hubo muchas bajas por ambas partes. Judas cayó también y los demás huyeron. Jonatán y Simón recogieron el cadáver de su hermano Judas y lo enterraron en la sepultura familiar, en Modín. Todo Israel lo lloró y le hizo solemnes funerales, entonando durante muchos días esta elegía: «¡Cómo cayó el valiente, salvador de Israel!». No hemos escrito otros datos de la historia de Judas, sus hazañas militares y sus títulos de gloria, porque fueron muchísimos.
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