Isaías 1, 11-17

«¿Qué me importa la abundancia de vuestros sacrificios? | —dice el Señor—. | Estoy harto de holocaustos de carneros, | de grasa de cebones; | la sangre de toros, de corderos y chivos | no me agrada. Cuando venís a visitarme, | ¿quién pide algo de vuestras manos | para que vengáis a pisar mis atrios? No me traigáis más inútiles ofrendas, | son para mí como incienso execrable. | Novilunios, sábados y reuniones sagradas: | no soporto iniquidad y solemne asamblea. Vuestros novilunios y solemnidades | los detesto; | se me han vuelto una carga | que no soporto más. Cuando extendéis las manos | me cubro los ojos; | aunque multipliquéis las plegarias, | no os escucharé. | Vuestras manos están llenas de sangre. Lavaos, purificaos, apartad de mi vista | vuestras malas acciones. | Dejad de hacer el mal, aprended a hacer el bien. | Buscad la justicia, | socorred al oprimido, | proteged el derecho del huérfano, | defended a la viuda.
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