Isaías 14, 1-32

° El Señor se apiadará de Jacob, volverá a escoger a Israel y los restablecerá en su tierra. Los extranjeros se unirán a ellos, y se incorporarán a la casa de Jacob ° . Las naciones los acogerán para conducirlos a su patria. La casa de Israel los poseerá como siervos y siervas en la tierra del Señor. Harán cautivos a quienes los deportaron, dominarán a sus opresores. Cuando el Señor te conceda descansar de tus sufrimientos e inquietudes y de la dura servidumbre a la que fuiste sometido, recitarás esta sátira contra el rey de Babilonia: ¡Cómo ha terminado el opresor, | cómo ha concluido su tormento! El Señor ha quebrado el bastón de los malvados, | el cetro de los dominadores, que golpeaba a los pueblos con furor, | con golpes incesantes, | y dominaba con ira a las naciones, | con opresión implacable. La tierra toda descansa sosegada, | lanzan gritos de júbilo. También los cipreses se alegran por tu desgracia, | y los cedros del Líbano, diciendo: | «Desde que sucumbiste, | no sube el leñador para talarnos». El abismo se estremece en lo profundo | cuando sale a tu encuentro, | despierta a las sombras en tu honor, | a todos los grandes de la tierra, | se alzan de sus tronos | todos los reyes de las naciones. Te responden y dicen: | «También tú, como nosotros, has perdido tu fuerza, | eres como nosotros: al abismo fue arrojado tu esplendor, | el son de tus arpas; | debajo de ti, un lecho de gusanos; | tu cobertor, lombrices. ¡Cómo has caído del cielo, | astro matutino, hijo de la aurora! | ¡Has sido derribado por tierra, | opresor de naciones! Tú decías en tu corazón: | “Escalaré los cielos; | elevaré mi trono por encima de las estrellas de Dios; | me sentaré en el monte de la divina asamblea, | en el confín del septentrión escalaré la cimas de las nubes, | semejante al Altísimo”. ¡En cambio, has sido arrojado al abismo, | a las profundidades de la fosa!». Los que te ven, miran estupefactos | y reflexionan: | «¿Era este el hombre que hacía temblar la tierra | y estremecerse los reinos, que convertía el mundo en un desierto, | destruía sus ciudades | y no liberaba a sus prisioneros? Todos los reyes de las naciones reposan con honor, | cada cual en su morada. A ti en cambio te han arrojado de tu tumba | como a un vástago despreciable, | cubierto de muertos traspasados por la espada, | y arrojados sobre las losas del sepulcro, | como un cadáver pisoteado. No te reunirás con ellos en la tumba: | porque has destruido tu país | y asesinado a tu gente. | Nunca más se hablará | de la descendencia de los malvados». Preparad a sus hijos para la matanza | por la culpa de sus padres, | no sea que resurjan y se adueñen del país, | y cubran el mundo con sus ciudades. Me alzaré contra ellos | —oráculo del Señor del universo— | y extirparé de Babilonia el nombre y la descendencia, | posteridad y progenie —oráculo del Señor—. Haré de ella propiedad de erizos | y la convertiré en un lugar cenagoso, | la barreré con la escoba de la destrucción | —oráculo del Señor del universo—. Lo ha jurado el Señor del universo: | como lo había proyectado ha ocurrido, | y lo que había decidido se cumplirá: quebrantar a Asiria en mi propia tierra, | pisotearla en mis montañas. | Se apartará de ellos su yugo | y su carga de sus hombros. Este es el proyecto decidido sobre todo el país, | esta es la mano extendida sobre todas las naciones. El Señor del universo lo ha decidido. ¿Quién podría frustrarlo? | Su mano está extendida. ¿Quién podría apartarla? El año de la muerte del rey Ajaz | se proclamó este oráculo: No te alegres, nación filistea, | porque se ha quebrado la vara que te golpeaba. | Porque de la raíz de la serpiente saldrá una víbora, | y su fruto será un áspid volador. Los más pobres serán alimentados, | y los indigentes reposarán seguros. | Pero haré morir de hambre la raíz | y lo que de ti quede será eliminado. Gima el pórtico, grite la ciudad, | tiemble toda Filistea, | porque se eleva desde el norte una columna de humo. | De su compacta formación nadie se aparta. ¿Qué responder a los mensajeros de esa nación? | Que el Señor ha fundado Sión | y en ella se refugian los desvalidos de su pueblo.
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