Isaías 17, 1-14

° Oráculo contra Damasco. Damasco dejará de ser una ciudad, | será un montón de ruinas. Han quedado abandonadas las ciudades de Aroer, | son pastos de rebaños, | que sestearán allí sin que nadie los espante. No habrá más fortalezas en Efraín, | ni reino en Damasco, | y al resto de Siria | le ocurrirá como al poder de los hijos de Israel | —oráculo del Señor del universo—. Aquel día se empobrecerá la riqueza de Jacob, | quedará enjuta la robustez de su cuerpo: como cuando el segador recoge el grano | y su brazo siega las espigas; | como cuando se recogen las espigas | en el valle de Refaín y queda solo un rebusco; | como al varear el olivo | quedan dos o tres aceitunas en lo alto de la copa, | y cuatro o cinco en las ramas fecundas | —oráculo del Señor, Dios de Israel—. Aquel día el hombre mirará a su Hacedor, sus ojos contemplarán al Santo de Israel; dejará de mirar a los altares, hechura de sus manos y obra de sus dedos; no mirará ni los palos sagrados ni los altares de incienso. Aquel día tus ciudades de refugio serán abandonadas, | como fueron abandonados los bosques y las cumbres de los montes | ante los hijos de Israel; | y quedarán desiertas. Porque has olvidado a Dios, tu salvador, | y no te has acordado de tu roca de refugio; | por eso plantas jardines placenteros, | y siembras esquejes extranjeros. El día que fueron sembrados los viste germinar, | por la mañana viste florecer tu simiente, | pero la cosecha se te escapa el día de la enfermedad | y del dolor incurable. ¡Ay! Retumbar de pueblos numerosos, | como rugido de aguas que retumban; | bramar de naciones, | como bramar de aguas que braman caudalosas. Las naciones braman con el bramar de aguas caudalosas. | Pero él las amenaza y huyen lejos, | perseguidos, como el tamo de los montes por el viento, | como un torbellino de polvo por el huracán. Por la tarde, ¡ahí está el terror! | Antes de que amanezca ya no existen. | He ahí el destino de los que nos saquean, | la suerte de los que nos despojan.
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