Isaías 3, 1-26

Mirad que el Señor, Dios del universo | aparta de Jerusalén y de Judá | apoyo y sustento: | todo sustento de pan, | todo sustento de agua, el héroe y el guerrero, | el juez y el profeta, el adivino y el anciano, el capitán y el notable, | el consejero, el experto en magia, | y quien sabe de encantamientos. Les daré adolescentes por príncipes, | serán gobernados por muchachos. Hay opresión entre la gente: | cada uno subyuga a su vecino, | con arrogancia trata el joven al anciano, | y el villano al hombre respetable. Uno aferra a su hermano en la casa paterna: | «Tienes un manto, sé nuestro jefe, | toma el mando de esta ruina». Ese día el otro protestará: | «No soy vuestro médico, | en mi casa no hay pan ni tengo manto; | no me pongáis como jefe del pueblo». Tropieza Jerusalén, se derrumba Judá | porque sus palabras y sus obras están contra el Señor, | se rebelan delante de su gloria. Su parcialidad testimonia contra ellos; | como Sodoma, publican sus pecados, no los ocultan; | ¡ay de ellos, pues se acarrean su desgracia! Decid al justo que le irá bien, | comerá el fruto de sus acciones. ¡Ay del malvado: le irá mal, | le darán la paga de sus obras! Pueblo mío, sus opresores son niños, | mujeres lo gobiernan | pueblo mío, tus guías te extravían, | confunden tus senderos. El Señor toma su sitio para el proceso, | se pone en pie para juzgar los pueblos. El Señor se querella | contra los ancianos y gobernantes de su pueblo: | «Vosotros habéis devastado la viña, | los despojos de los pobres están en vuestras casas. ¿No os importa oprimir a mi pueblo, | hacer añicos a los pobres? | —Oráculo del Señor, Dios del universo—». ° Lo ha dicho el Señor: «Porque las hijas de Sión son altaneras, | andan con el cuello estirado, echando miradas seductoras ° , | caminan con pasos menudos y hacen sonar las ajorcas de sus pies, por eso cubrirá el Señor de costras sus cabezas, | dejará el Señor sus sienes a la vista. En aquel día les quitará el Señor sus adornos: ajorcas, bandas y lunetas, pendientes, brazaletes y velos, diademas, cadenillas, cinturones, frascos de perfumes y amuletos, anillos y argollas, trajes de fiesta, mantos, chales y bolsos, espejos, túnicas, turbantes y mantillas. En lugar de perfume habrá olor de podredumbre, | en lugar de cinturón, cuerda, | en lugar de rizos, calvicie, | en lugar de amplio manto, un saco estrecho, | y en lugar de belleza, una marca de fuego. Tus hombres caerán a espada, | tus guerreros en la lucha, gemirán y harán luto tus puertas, | desolada te sentarás en el suelo.
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