Isaías 8, 1-22

El Señor me dijo: «Coge una tablilla grande y escribe con caracteres ordinarios: Pronto al saqueo - presto al botín». Yo me busqué dos testigos fidedignos: Urías, el sacerdote, y Zacarías, hijo de Baraquías. Después me uní a la profetisa, y ella concibió y dio a luz un hijo. El Señor me dijo: «Ponle por nombre “Pronto al saqueo - presto al botín”, porque antes de que el niño sepa decir “papá” y “mamá”, las riquezas de Damasco y el botín de Samaría serán llevados ante el rey de Asiria». El Señor me habló otra vez y me dijo: «Este pueblo desprecia las aguas de Siloé que corren mansas, y desfallece ante Rasín y el hijo de Romelías. Por eso, el Señor hará subir contra ellos las aguas del Éufrates, impetuosas y abundantes: al rey de Asiria con todo su poder. Se saldrá de cauce, desbordará sus riberas, irrumpirá en Judá, desbordará, | crecerá hasta alcanzar al cuello, | y sus alas desplegadas cubrirán toda la anchura de tu tierra, | ¡oh Enmanuel!». ¡Quedad destruidos y horrorizados, pueblos! | ¡Escuchad, regiones lejanas de la tierra! | ¡Preparaos a la guerra y quedad horrorizados! | ¡Preparaos a la guerra y quedad horrorizados! Trazad planes, que fracasarán, haced promesas, que no se mantendrán, | porque con nosotros está Dios. Así me dijo el Señor, cuando me tomó de la mano y me advirtió que no siguiera el camino de este pueblo: «No llaméis conjura a lo que este pueblo llama conjura, | no temáis lo que él teme, ni os asustéis. Al Señor del universo llamaréis santo. | Sea él el objeto de vuestro temor y de vuestro terror. Porque él será un santuario, | pero también peña de tropiezo y piedra de escándalo | para las dos casas de Israel, | trampa y lazo para los habitantes de Jerusalén. Muchos de ellos tropezarán, | caerán, se harán pedazos, | quedarán enredados, serán capturados». «Guarda este testimonio, | sella esta enseñanza para mis discípulos». Yo confío en el Señor, que oculta su rostro de la casa de Jacob, | en él he puesto mi esperanza. Yo y los hijos que el Señor me ha dado | somos signos y presagios en Israel, | signos del Señor del universo, | que habita en la montaña de Sión. Os dirán, sin duda: «Consultad los espíritus y adivinos, que susurran y murmuran; no debe un pueblo consultar a sus dioses, a los muertos en beneficio de los vivos». Atended a la instrucción y al testimonio. Si no hablan a tenor de estas palabras, ya no lucirá para ellos la luz de la aurora. ° ° Vagará oprimido y hambriento, exasperado por el hambre maldecirá a su rey y a su Dios. Se dirija a lo alto o mire hacia la tierra, solo encontrará angustia y oscuridad, la opresión de las tinieblas, la oscuridad a la cual es empujado.
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