Levítico 12, 1-8

° El Señor habló así a Moisés: «Di esto a los hijos de Israel: “Cuando una mujer quede embarazada y tenga un hijo varón, quedará impura durante siete días; será impura como durante sus reglas. El octavo día será circuncidado el niño; y ella permanecerá treinta y tres días más purificando su sangre. No tocará ninguna cosa santa ni entrará en el Santuario hasta terminar los días de su purificación. Si da a luz una niña, quedará impura durante dos semanas, como durante sus reglas, y se quedará en casa sesenta y seis días más purificando su sangre. Al cumplirse los días de su purificación, sea por niño o por niña, presentará al sacerdote, a la entrada de la Tienda del Encuentro, un cordero de un año como holocausto, y un pichón o una tórtola como sacrificio expiatorio. El sacerdote lo ofrecerá ante el Señor, haciendo por ella el rito de expiación, y quedará purificada del flujo de su sangre. Esta es la ley referente a la mujer que da a luz un niño o una niña. Si no le alcanza para ofrecer una res menor, tome dos tórtolas o dos pichones, uno para el holocausto y otro para el sacrificio expiatorio; el sacerdote hará por ella el rito de expiación y quedará pura”».
Ver contexto