Sabiduría 4, 1-9

Más vale no tener hijos y ser virtuoso, | porque el recuerdo de la virtud es inmortal: | la reconocen Dios y los hombres. Cuando está presente, la imitan, | cuando está ausente, la añoran; | y en la eternidad triunfa y se ciñe la corona, | vencedora en la lucha por trofeos incorruptibles. En cambio, la numerosa prole de los impíos no prosperará: | nacida de retoños bastardos, no echará raíces profundas, | ni se consolidará sobre una base firme. Aunque por algún tiempo reverdezcan sus ramas, | al estar mal arraigada, será sacudida por el viento | y descuajada por la furia del huracán. Se troncharán sus brotes aún tiernos, | y sus frutos serán inservibles: verdes para comerlos, | para nada se aprovecharán. Pues los hijos nacidos de uniones ilegítimas | en el juicio testificarán la maldad de sus padres. El justo, aunque muera prematuramente, tendrá descanso. Una vejez venerable no son los muchos días, | ni se mide por el número de años, pues las canas del hombre son la prudencia | y la edad avanzada, una vida intachable.
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