Sabiduría 7, 1-29

También yo soy un hombre mortal como todos | y descendiente del primero, formado de la tierra. | En el vientre materno fue modelada mi carne, durante diez meses me fui consolidando en su sangre, | a partir de la simiente viril y del placer compañero del sueño. Al nacer, también yo respiré el aire común | y al caer en la tierra que a todos recibe, | lo primero que hice, como todos, fue llorar. Me criaron con mimos, entre pañales. Ningún rey empezó de otro modo su existencia: la entrada y la salida de la vida son iguales para todos. ° Por eso, supliqué y me fue dada la prudencia, | invoqué y vino a mí el espíritu de sabiduría. La preferí a cetros y tronos | y a su lado en nada tuve la riqueza. No la equiparé a la piedra más preciosa, | porque todo el oro ante ella es un poco de arena | y junto a ella la plata es como el barro. La quise más que a la salud y la belleza | y la preferí a la misma luz, | porque su resplandor no tiene ocaso. Con ella me vinieron todos los bienes juntos, | tiene en sus manos riquezas incontables. Disfruté de todos, porque la sabiduría los trae, | aunque yo ignoraba que ella era su madre. Sin engaño la aprendí, sin envidia la comparto | y no escondo sus riquezas; porque es un tesoro inagotable para los hombres: | los que lo adquieren se ganan la amistad de Dios, | pues los dones de la instrucción los recomienda. Que Dios me conceda hablar con conocimiento | y tener pensamientos dignos de sus dones, | porque él es el mentor de la sabiduría | y el adalid de los sabios. En sus manos estamos nosotros y nuestras palabras, | toda prudencia y toda inteligencia práctica. Él me concedió la verdadera ciencia de los seres, | para conocer la estructura del cosmos y las propiedades de los elementos, el principio, el fin y el medio de los tiempos, | la alternancia de los solsticios y la sucesión de las estaciones, los ciclos del año y la posición de las estrellas, la naturaleza de los animales y el instinto de las fieras, | el poder de los espíritus y los pensamientos de los hombres, | las variedades de las plantas y las virtudes de las raíces. He llegado a conocerlo todo, lo oculto y lo manifiesto, | porque la sabiduría, artífice de todo, me lo enseñó. ° La sabiduría posee un espíritu inteligente, santo, | único, múltiple, sutil, ágil, penetrante, inmaculado, | diáfano, invulnerable, amante del bien, agudo, incoercible, benéfico, amigo de los hombres, | firme, seguro, sin inquietudes, | que todo lo puede, todo lo observa, | y penetra todos los espíritus, | los inteligentes, los puros, los más sutiles. La sabiduría es más móvil que cualquier movimiento | y en virtud de su pureza lo atraviesa y lo penetra todo. Es efluvio del poder de Dios, | emanación pura de la gloria del Omnipotente; | por eso, nada manchado la alcanza. Es irradiación de la luz eterna, | espejo límpido de la actividad de Dios | e imagen de su bondad. Aun siendo una sola, todo lo puede; | sin salir de sí misma, todo lo renueva | y, entrando en las almas buenas de cada generación, | va haciendo amigos de Dios y profetas. Pues Dios solo ama a quien convive con la sabiduría. Ella es más bella que el sol | y supera a todas las constelaciones. | Comparada con la luz del día, sale vencedora, | porque la luz deja paso a la noche, | mientras que a la sabiduría no la domina el mal.
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