II Samuel  15, 13-23

Cuando David recibió esta noticia: "Todos los hombres de Israel están de parte de Absalón", dijo a todos sus servidores que estaban con él en Jerusalén: "¡Rápido huyamos! Si Absalón se nos pone delante, no tendremos escapatoria. ¡Apúrense a partir, no sea que él nos sorprenda, que precipite la desgracia sobre nosotros y pase la ciudad al filo de la espada!". Sus servidores le respondieron: "¡A las órdenes del rey, para todo lo que él decida!". Entonces el rey salió a pie con toda su familia, pero dejó a diez de sus concubinas para cuidar la casa. Detrás del rey salió todo el pueblo, y se detuvieron junto a la última casa. Todos sus servidores marchaban a su lado, mientras que los quereteos, los peleteos y los de Gat -los seiscientos hombres que lo habían seguido desde Gat- desfilaban delante de él. El rey dijo a Itai, el de Gat: "¿Por qué vienes tú con nosotros? Vuelve y quédate con el otro rey, ya que eres extranjero y, además de eso, un exiliado de tu patria. Llegaste apenas ayer, ¿Y hoy te haré ir de aquí para allá con nosotros, mientras yo mismo marcho a la ventura? No, regresa y llévate contigo a tus hermanos. ¡Que el Señor sea bondadoso y fiel contigo!". Pero Itai respondió al rey: "¡Por la vida del Señor y por tu propia vida, allí donde esté mi señor, el rey, allí estará tu servidor, en la muerte y en la vida!". Entonces David dijo a Itai: "Está bien, sigue adelante". Así pasó Itai, el de Gat, con todos los hombres y los niños que estaban con él. Todo el mundo lloraba a gritos, mientras el pueblo iba avanzando. El rey permanecía de pie en el torrente Cedrón, y todo el pueblo desfilaba ante él en dirección al desierto.
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