Apocalipsis  9, 7-9

Las langostas parecían caballos equipados para la guerra: tenían en su cabeza algo parecido a coronas doradas y su rostro era semejante al rostro humano. Su cabello era como el de las mujeres y sus dientes como dientes de leones. Su tórax parecía una coraza de hierro; y el zumbido de sus alas era como el ruido de carros de muchos caballos corriendo al combate.
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