I Macabeos 3, 31-37

En este grave aprieto, resolvió ir a Persia a cobrar los tributos de las provincias y reunir mucho dinero. Dejó a Lisias, hombre ilustre y de linaje real, al frente de los negocios del reino desde el Eufrates hasta los confines de Egipto y con el cargo de velar por su hijo Antíoeo hasta su vuelta. Puso a su disposición la mitad de su ejército y los elefantes, encomendándole la ejecución de sus planes, y sobre todo lo de Judea y Jerusalén. Debía enviar contra ellos el ejército, aplastar y destruir la fuerza de Israel y las reliquias de Jerusalén, hasta borrar de la tierra su memoria, e instalar extranjeros en sus confines, distribuyéndoles la tierra por suerte. La otra mitad del ejército la llevó consigo el rey, que partió de Antio-quía, la capital de su reino, el año 147, y, atravesando el Eufrates, se dirigió hacia las regiones altas.
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