I Macabeos 6, 48-63

El ejército real los persiguió de cerca en dirección a Jerusalén, y acampó contra la Judea y el monte Sión. El rey negoció las paces con los de Betsur, que salieron de la ciudad por no tener ya vituallas para prolongar más la resistencia, pues aquel año era año de reposo para la tierra. Ocupó el rey Betsur y puso guarnición en ella para defenderla. Durante mucho tiempo estuvo acampado contra el santuario, y puso allí ballestas, máquinas y lanzafuegos, catapultas, escorpiones para lanzar dardos y honderos. Los judíos, por su parte, construyeron máquinas contra las máquinas enemigas y lucharon durante muchos días, pero escaseaban los víveres en sus almacenes, por ser el año séptimo, y los que se habían refugiado en Judea huyendo de los gentiles, habían consumido los restos de las reservas, y como el hambre se había apoderado de ellos, dejaron en el santuario una poca gente, y los demás se dispersaron, yendo cada uno a su hogar. Supo en esto Lisias que Filipo, a quien el rey Antíoco antes de morir había encomendado la crianza de su hijo Antíoco hasta instalarle en el trono, había vuelto de Persia y de Media, y con él las tropas del rey, y que pretendía apoderarse del gobierno del reino. Dióse prisa entonces Lisias a volverse, diciendo al rey, a los generales del ejército y a la tropa: “De día en día perdemos fuerzas, escasean las provisiones, y la plaza que combatimos es muy fuerte, y debemos ocuparnos en las cosas del reino. Tendamos, pues, la mano a estos hombres, hagamos las paces con ellos y con todo su pueblo, y convengamos en que vivan según sus leyes, como antes. Precisamente a causa de estas leyes, que nosotros hemos pretendido abrogar, se han irritado y han hecho todo esto.” Fue bien acogida la propuesta por el rey y los generales, y enviaron mensajeros de paz a los judíos, que la aceptaron. El rey y los generales les juraron, y en virtud de esto salieron de la fortaleza. Entró el rey en el monte de Sión, y, viendo lo fuerte del sitio, quebrantó el juramento que había hecho y mandó destruir el muro que lo cercaba. Luego se apresuró a partir, y, volviéndose a An-tioquía, halló a Filipo dueño de la ciudad y la atacó, logrando apoderarse de ella por la fuerza.
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