II Macabeos 1, 23-30

Y mientras oraban los sacerdotes y todos los presentes, empezando Jonatán y respondiendo los restantes, hasta Nehemías, se consumía el sacrificio. La oración era ésta: Señor, Señor Dios, creador de todas las cosas, temible, fuerte, justo, misericordioso y rey único bondadoso, único liberal, único justo, omnipotente y eterno, que libras a Israel de todo mal, que elegiste a nuestros padres y los santificaste, acepta este sacrificio por todo tu pueblo de Israel, protege tu heredad y santifícala. Congrega a nuestros dispersos, vuelve la libertad a los que viven en servidumbre entre las naciones, pon los ojos en estos despreciados y abominados, conozcan las naciones que tú eres nuestro Dios. Aflige a los que nos oprimen y con insolencia nos ultrajan. Trasplanta tu pueblo a tu lugar santo, según dijo Moisés. Los sacerdotes, entre tanto, cantaban himnos.
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