II Macabeos 3, 10-12

El sumo sacerdote le hizo ver que se trataba de depósitos de viudas y huérfanos y de una cantidad que pertenecía a Hircano, hijo de Tobías, hombre de muy noble condición, contra lo que calumniosamente había denunciado el impío Simón; y que, en fin, la suma de todo el dinero era de cuatrocientos talentos de plata y doscientos de oro," siendo del todo imposible cometer tal injusticia contra los que habían confiado en la santidad del lugar y en la majestad del templo, honrado en toda la tierra.
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