II Macabeos 4, 4-17

tanto, que Onías, considerando lo peligroso de estas rivalidades y que Apolonio, hijo de Menesteo, general de la Celesiria y la Fenicia, favorecía la maldad de Simón, se fue a ver al rey, no como acusador de sus conciudadanos, sino mirando al interés común, y en particular al de toda la nación, pues veía que sin la intervención del rey era imposible lograr la paz en el gobierno y que Simón no cesaría en su locura. Muerto Seleuco y apoderado del reino Antíoco, por sobrenombre Epifanes, Jasón, hermano de Onías, comenzó a ambicionar el sumo sacerdocio;" y en una audiencia prometió al rey trescientos sesenta talentos de plata, ochenta talentos más de otras rentas, y sobre éstos, ciento cincuenta más, si se le autorizaba para instalar un gimnasio y una mancebía y se concedía a los de Jerusalén la ciudadanía antioquena. Accedió el rey; y Jasón, obtenido el poder, luego se dio a introducir las costumbres griegas entre sus conciudadanos," Abolió los privilegios otorgados a los judíos por el favor de los reyes, gracias a las gestiones de Juan, padre de Eupolemo, el que desempeñó la embajada para obtener la amistad y alianza de los romanos; contra los derechos ciudadanos introducía costumbres impías." y hasta bajo la misma acrópolis se atrevió a erigir el gimnasio, obligando a educar allí a los jóvenes más nobles y a llevar el petaso. Así cundió en alto grado el helenismo y progresó la introducción de costumbres extranjeras por la desalmada actitud del impío, más que sumo sacerdote, Jasón. Los sacerdotes ya no se preocupaban del servicio del altar; antes mostrando poca estima del templo y descuidando los sacrificios, se apresuraban a tomar parte en los prohibidos ejercicios de la palestra en cuanto eran invitados a lanzar el disco." Desdeñando los honores patrios, estimaban en mucho las distinciones griegas. Por lo cual vino sobre ellos la gran calamidad de que aquellos mismos a quienes envidiaban y a quienes en todo querían imitar se volviesen luego contra ellos y fuesen sus enemigos y opresores. No es cosa de poco ni que se hace impunemente violar las leyes divinas, como lo mostrará el tiempo venidero.
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