Deuteronomio  30, 9-15

Te hará abundar Yahvé en toda obra de tus manos, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tus ganados, en el fruto de tu tierra, y te bendecirá, porque volverá a complacerse Yahvé en hacerte bien, como se complacía en hacérselo a tus padres;" si, obedeciendo a la voz de Yahvé, tu Dios, guardas todos sus preceptos y mandatos, como está escrito en esta Ley, y te conviertes a Yahvé, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma.” “En verdad, esta Ley que hoy te impongo no es muy difícil para ti ni es cosa que esté lejos de ti. No está en los cielos para que puedas decir: “¿Quién puede subir por nosotros a los cielos para cogerla y dárnosla a conocer, y que así la cumplamos?” No está al otro lado de los mares para que puedas decir: “¿Quién pasará por nosotros al otro lado de los mares para cogerla y dárnosla a conocer, y que así la cumplamos?” La tienes enteramente cerca de ti; la tienes en tu boca, en tu mente, para poder cumplirla.” “Mira: hoy pongo ante ti la vida con el bien, la muerte con el mal.
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