Genesis 34, 18-26

Estas palabras agradaron a Jamor y a Siquem, hijo de Jamor. El joven no dio largas a la cosa, por lo enamorado que estaba de la hija de Jacob y por ser el de más respeto de la casa de su padre. Fueron, pues, Jamor y Siquem, su hijo, a las puertas de la ciudad, y hablaron a los hombres de su ciudad, diciendo: pero sólo consienten en habitar con nosotros y ser con nosotros un pueblo si se circuncida entre nosotros todo varón, como lo están ellos. Sus ganados, sus bienes y todas sus bestias, ¿no serán así nuestros? Sólo falta que accedamos a su petición, y habitarán entre nosotros.” Escucharon a Jamor y a Siquem cuantos salían por las puertas de la ciudad, y todo varón fue circuncidado. Al tercer día, cuando estaban con los dolores, dos de los hijos de Jacob, hermanos de Dina, penetraron sin peligro en la ciudad, espada en mano, y mataron a todos los varones. Pasaron a filo de espada a Jamor y a Siquem, su hijo, y, sacando a Dina de la casa de Siquem, salieron.
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