Genesis 38, 2-30

Vio allí a una cananea llamada Súa, y la tomó por mujer, y entró a ella, que concibió y parió un hijo, al que llamó Er. Concibió de nuevo y parió un hijo, a quien llamó Onán;" volvió a concebir, y parió un hijo, a quien llamó Selá; cuando le parió éste, hallábase en Quezib." Tomó Judá para Er, su primogénito, una mujer llamada Tamar. Er, primogénito de Judá, fue malo a los ojos de Yahvé, y Yahvé le mató. Entonces dijo Judá a Onán: “Entra a la mujer de tu hermano y tómala, como cuñado que eres, para suscitar prole a tu hermano.” Pero Onán, sabiendo que la prole no era suya, cuando entraba a la mujer de su hermano, se derramaba en tierra para no dar prole a su hermano. Era malo a los ojos de Yahvé lo que hacía Onán, y le mató también a él. Dijo entonces Judá a Tamar, su nuera: “Quédate como viuda en casa de tu padre hasta que sea grande mi hijo Selá.” Pues se decía: “No vaya a morir también éste como sus hermanos.” Fuese, pues, Tamar y habitaba en casa de su padre. Pasó mucho tiempo, y murió la hija de Súa, mujer de Judá. Pasado el duelo por ella, subió Judá con su amigo Jirá, el adulamita, al esquileo de su ganado a Timná. Hiciéronselo saber a Tamar, diciéndole: “Mira, tu suegro ha ido a Timná al esquileo de su ganado.” Despojóse ella de sus vestidos de viuda, se cubrió con un velo, y cubierta se sentó a la entrada de Enaím, en el camino de Timná, pues veía que Selá era ya mayor y no le había sido dada por mujer. Judá, al verla, la tomó por una meretriz, pues tenía tapada la cara. Dirigióse a donde estaba y le dijo: “Déjame entrar a ti,” pues no conoció que era su nuera. Ella le respondió: “¿Qué vas a darme por entrar a mí?” Y él contestó: “Te mandaré un cabrito del rebaño.” Ella le dijo: Si me das una prenda hasta que lo mandes...” ¿Qué prenda quieres que te dé?,” le dijo él. Ella contestó: “Tu sello, el cordón de que cuelga y el báculo que llevas en la mano.” El se lo dio, y entró a ella, que concibió de él. Luego se levantó, se fue y, quitándose el velo, volvió a vestirse sus ropas de viuda. Mandó Judá el cabrito por medio de su amigo el adulamita, para que retirase la prenda de manos de la mujer; pero éste no la halló." Preguntó a las gentes del lugar, diciendo: ¿Dónde está la meretriz que se sienta en Enaím a la vera del camino?” Y ellos le respondieron: “No ha habido aquí ninguna meretriz.” Volvió, pues, a Judá y le dijo: “No la he hallado, y las gentes del lugar me han dicho que no ha habido allí ninguna meretriz.” Y dijo Judá: “Que se quede con ello, no vaya a burlarse de nosotros; yo ya he mandado el cabrito y tú no la has hallado.” Al cabo de unos tres meses avisaron a Judá, diciendo: “Tamar, tu nuera, se ha prostituido, y de sus prostituciones está encinta.” Judá contestó: “Sacadla y quemadla.” Cuando la sacaban, mandó ella a decir a su suegro: “Del hombre cuyas son estas cosas estoy encinta. Mira a ver de quién son ese anillo, ese cordón y ese báculo.” Los reconoció Judá, y dijo: “Mejor que yo es ella, pues no se la he dado a Selá, mi hijo.” Pero no volvió a conocerla más. Cuando llegó el tiempo del parto, tenía en el seno dos gemelos. Al darlos a luz, sacó uno de ellos una mano, y la partera la tomó, y ató a ella un hilo rojo, diciendo: “Este ha sido el primero en salir”;" pero él retiró la mano y salió su hermano. “¡Vaya rotura que has hecho!,” dijo ella, y le llamó Fares;" luego salió su hermano, que tenía el hilo atado a la mano, y le llamó Zaraj.
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