Isaías 21, 1-10

Oráculo sobre el desierto del mar. Como huracán del Negeb desencadenado, viene del desierto, de la tierra espantosa. Me ha sido mostrada una dura visión: saqueadores saqueando, aseladores asolando, Sube Elam, asedia Media. Yo hago cesar todo gemido. Por eso mis ríñones se han llenado de espasmo; soy presa de dolores como de parturienta; y aturdido, ya no oigo; espantado, ya no veo." Pasmóse mi corazón, el terror me invadió; la hora del crepúsculo, por mí deseada, se trocó para mí en espanto." Han puesto la mesa, han tendido el mantel, se come, se bebe. ¡Arriba, príncipes, a engrasar el escudo! Porque así me ha dicho el Señor: Ve, pon un atalaya que comunique lo que vea, y si ve un tropel de caballos, de dos en dos, tiros de asnos, tiros de camellos, que mire atentamente, muy atentamente, y que grite: “Ya veo.”4 Así estoy yo, Señor, en atalaya, sin cesar todo el día, y me quedo en mi puesto toda la noche. Y he aquí que llegan tropeles de gente, tiros de caballos, y comenzaron a hablar, diciendo: ¡Cayó, Babilonia ha caído, y todas las estatuas de sus dioses yacen por tierra destrozadas! ¡Oh mi (pueblo) trillado e hijo mío de la era! lo que he oído de parte de Yahvé de los ejércitos, del Dios de Israel, yo te lo he hecho saber.
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