Job  3, 3-26

Perezca el día en que nací y la noche en que se dijo: “¡Ha sido concebido un varón!” Conviértase ese día en tiniebla, no se cuide Dios de él desde lo alto, no resplandezca sobre él un rayo de luz. Apodérese de él oscuridad y sombras de muerte; encobe sobre él negra nube, llénelo de terrores la negrura del día." Hagan presa de aquella noche las tinieblas, no se junte a los días del año ni entre en el cómputo de los meses. Sea noche de tristeza, no haya en ella regocijos. Maldíganla los que saben maldecir el día, los que saben despertar al Leviatán. Háganse tinieblas las estrellas de su alborada; que espere luz y no le venga, y no vea los parpadeos de la aurora," por no haberme cerrado las puertas del seno materno y no haber sustraído a mis ojos tanta miseria. ¿Por qué no morí al salir del seno y no expiré al salir del vientre? ¿Por qué hallé rodillas que me acogieron y pechos que me amamantaron? Pues ahora descansaría tranquilo y dormiría en reposo con los reyes y los magnates de la tierra, que se construyen mausoleos, o con príncipes ricos en oro, que llenan de plata sus moradas. O ni hubiera existido, como aborto secreto o como los niños que no vieron la luz. Allí cesan de perturbar los impíos y descansan los extenuados. Allí están tranquilos los cautivos y no oyen la voz del capataz. Allí son iguales grandes y pequeños, y el esclavo está libre de su amo. ¿A qué dar la luz al desdichado, dar la vida al amargado de alma, a los que esperan la muerte y no les llega, y la buscan más que exploradores de tesoros;" los que saltarían de júbilo y se llenarían de alegría si hallasen un sepulcro;" al varón cuya ruta está oculta y a quien cierra Dios (toda salida)? Son los suspiros mi comida y se derraman como aguas mis rugidos. Lo que temo, eso me llega; y lo que me atemoriza, eso me coge." No tengo tranquilidad ni descanso; se ha adueñado de mí la turbación."
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