Levítico 14, 4-49

mandará tomar para el que ha de purificarse dos avecillas puras vivas, madera de cedro, un hilo de púrpura e hisopo;" degollará una de las aves encima de una vasija llena de agua, y, tomando el ave viva, el cedro, el hilo de púrpura y el hisopo, los mojará, lo mismo que el ave viva, en la sangre del ave degollada sobre al agua viva;" asperjará siete veces al que ha de ser purificado de la lepra y lo declarará puro, dando suelta en el campo al ave viva. Luego, el que ha de ser purificado lavará sus vestidos, raerá su pelo y se bañará en agua, y será puro. Podrá ya entrar en el campamento, pero quedará por siete días fuera de su tienda. El día séptimo raerá todo su pelo; lavará sus vestidos y bañará su cuerpo en agua, y será limpio." El día octavo tomará dos corderos sin defecto y una oveja primal sin defecto y tres décimos de “efah” de flor de harina, amasada con aceite, y un “log” de aceite. El sacerdote que haga la purificación presentará ante Yahvé al hombre que ha de purificarse, con todas esas cosas, a la entrada del tabernáculo de la reunión. Tomará uno de los dos corderos, para ofrecerlo en sacrificio expiatorio, y el “log” de aceite, y lo agitará ante Yahvé;" luego degollará el cordero donde se inmola la víctima expiatoria y el holocausto, en lugar santo, porque la víctima del sacrificio expiatorio, como la del sacrificio por el pecado, es para el sacerdote, es cosa santísima. El sacerdote, tomando la sangre del sacrificio expiatorio, untará de ella el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica y el pulgar de la mano derecha y del pie derecho. Tomará el “log” de aceite y, echando de él en la palma de su mano izquierda, meterá el índice de su mano derecha en el aceite que tiene en la palma de su mano izquierda, y hará con él por siete veces aspersión ante Yahvé. Después, del aceite que le queda en la mano, untará el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica y el pulgar de la mano derecha y el del pie derecho, encima de la sangre de la víctima;" el resto del aceite que le queda en la palma lo echará sobre la cabeza del que se purifica, cumpliendo así la expiación por él ante Yahvé. Luego, el sacerdote ofrecerá el sacrificio por el pecado, haciendo la expiación del que se purifica de su mancha;" y después de inmolar el holocausto, lo ofrecerá en el altar con la oblación, y así hará por él la expiación y será puro. Si fuere pobre y no pudiera procurarse las víctimas ordinarias, tomará sólo un cordero, que se ofrecerá en sacrificio expiatorio, en ofrenda de expiación. Llevará una décima de flor de harina amasada con aceite, para la ofrenda, y un “log” de aceite;" también dos tórtolas o dos pichones, según sus facultades, uno como víctima expiatoria, el otro para el holocausto. Lo presentará el día octavo al sacerdote para su purificación a la entrada del tabernáculo de la reunión, ante Yahvé. El sacerdote tomará el cordero de expiación y el “log” de aceite y los agitará ante Yahvé;" y después de haber inmolado el cordero del sacrificio de expiación, tomará de su sangre y la pondrá en el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica y sobre el dedo pulgar de la mano derecha y el del pie derecho. Echará luego aceite en la palma de su mano izquierda, y con el dedo índice de su mano derecha hará siete veces aspersión ante Yahvé;" untará del aceite que tiene en la mano el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica y el pulgar de la mano derecha y el del pie derecho en el lugar donde puso la sangre de la víctima expiatoria. Lo que le quede en la mano lo echará sobre la cabeza del que se purifica para hacer por él la expiación ante Yahvé. Después ofrecerá una de las tórtolas o uno de los pichones que haya podido procurarse, el uno en sacrificio por el pecado, el otro en holocausto con la ofrenda; y así, el sacerdote hará la expiación ante Yahvé del que se purifica." Esta es la ley de la purificación del que tiene plaga de lepra y no puede presentar las víctimas ordinarias. Yahvé habló a Moisés y Aarón, diciendo: “Cuando hayáis entrado en la tierra de Canaán, que yo voy a daros en posesión, y mandare yo la plaga de la lepra a alguna casa de la tierra que poseeréis, el dueño de la casa irá a ponerlo en conocimiento del sacerdote, diciéndole: Noto que hay en mi casa una mancha. El sacerdote mandará desocupar la casa antes de ir a examinar la mancha, para que no se contamine cuanto hay en ella. Desocupada, irá el sacerdote a examinarla. Examinará la mancha, y si en las paredes de la casa hallare cavidades verdosas o rojizas como hundidas en la pared, saldrá a la puerta de la casa y la hará cerrar por siete días. Al séptimo día volverá el sacerdote, y si ve que la mancha ha cundido en las paredes de la casa, mandará quitar las piedras manchadas y arrojarlas fuera de la ciudad, en un lugar impuro;" hará raspar la casa toda en lo interior, arrojándose en un lugar impuro el polvo que se raspe. Se tomarán otras piedras y se pondrán en el lugar de las quitadas, y se revocará de nuevo. Si la mancha reapareciese de nuevo en la casa después de haber quitado las piedras y de haberla raspado y revocado de nuevo, volverá el sacerdote a examinarla. Si la mancha hubiese cundido en la casa, es lepra corrosiva de la casa; es impura." Se demolerá, y las piedras, la madera y todo el mortero se llevarán fuera de la ciudad a un lugar inmundo. Quien entrare en la casa durante el tiempo que se ha tenido cerrada, será impuro hasta la tarde. Quien hubiere dormido en ella lavará sus vestidos, y quien en ella hubiere comido lavará sus vestidos. Pero si el sacerdote, al volver a la casa, ve que la mancha no ha cundido en ella después que la casa ha sido revocada de nuevo, declarará pura la casa, pues el mal se ha curado. Entonces tomará para expiar la casa dos avecillas, madera de cedro, lana escarlata e hisopo;"
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