Sabiduría 7, 7-12
“
Por eso oré y me fue dada la prudencia; invoqué al Señor y vino sobre mí el espíritu de la sabiduría." Y la preferí a los cetros y a los tronos, y en comparación con ella tuve en nada la riqueza. No la comparé a las piedras preciosas, porque todo el oro ante ella es un grano de arena, y como el lodo es la plata ante ella. La amé más que a la salud y a la hermosura, y antepuse a la luz su posesión, porque el resplandor que de ella brota es inextinguible. Todos los bienes me vinieron juntamente con ella, y en sus manos me trajo una riqueza incalculable. Yo me gocé en todos estos bienes, porque es la sabiduría quien los trae, pero ignoraba que fuese ella la madre de todos. ”