I Reyes 3, 5-14

Entonces se apareció Yahweh a Salomón en una visión nocturna, y Dios le dijo: Pide lo que quieras que yo te dé. Y Salomón dijo: Tú mostraste a tu siervo David mi padre, gran misericordia conforme él se condujo delante de ti. En justicia, en fidelidad y en integridad de corazón él se condujo delante de ti. Y tú guardaste para él esta gran misericordia, y le diste un hijo que se sentara en su trono, como este día. Ahora pues, oh Yahweh Dios, tú has hecho rey a tu siervo en lugar de mi padre David, a pesar de que soy tan joven, y no sé salir ni entrar en medio de tu pueblo, al cual tú escogiste, pueblo grande e incontable, pues no puede ser contado debido a su multitud. Concede a tu siervo un corazón que sepa escuchar para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; pues, ¿quién será capaz de juzgar a tu pueblo, este gran pueblo? Y esta palabra pareció bien a Yahweh, al pedir Salomón esta cosa. Por lo cual Yahweh dijo a Salomón: Por haber pedido esto, y no pediste para ti riquezas, ni pediste para ti la vida de tus enemigos, y tampoco pediste para ti larga vida, sino que pediste para ti sabiduría para administrar justicia, he aquí que te he hecho conforme a tu petición. He aquí que te he dado un corazón sabio y entendido, pues como tú no ha habido nadie antes de ti, y después de ti ninguno surgirá como tú. Pero también te he dado lo que no pediste: lo mismo riquezas que honra, de modo tal que entre los reyes no haya ninguno como tú en todos tus días. Si andas en mis caminos, guardando mis estatutos y mis ordenanzas como anduvo tu padre David, yo prolongaré tus días.
Ver contexto