II Crónicas  7, 5-10

El rey Salomón ofreció en sacrificio veintidós mil toros y ciento veinte mil ovejas. Así el rey Salomón y todo el pueblo dedicaron la casa de Yahweh. Y los sacerdotes estaban de pie en sus puestos, y los levitas entonaban alabanzas a Yahweh con instrumentos musicales, y así decían en sus cánticos, los cánticos de David: Den gracias a Yahweh porque Él es bueno y para siempre es su misericordia. También los sacerdotes alababan tocando trompetas curvas y derechas; y todo Israel estaba de pie. Entonces Salomón consagró el centro del atrio que estaba frente a la casa de Yahweh, porque allí ofreció las víctimas y la grasa de las ofrendas de paz, ya que el altar de bronce que Salomón había hecho era pequeño y no podía contener las víctimas, las ofrendas de cereal y la grasa de las ofrendas de paz. Por ese tiempo Salomón también celebró una fiesta durante siete días, y todo Israel con él, una gran congregación; desde Antioquía hasta el torrente de Egipto estaban delante de Yahweh nuestro Dios. Siete días fueron los de la fiesta y siete días los de la dedicación de la casa; en total, catorce días. Y el día quince del mes de Tisri, el rey despidió al pueblo, y el pueblo bendijo al rey, luego se marcharon a sus poblaciones gozándose y con su corazón alegre, dando gracias y cantando alabanzas por todas las bondades que Yahweh había hecho a su siervo David, a su hijo Salomón y a su pueblo Israel.
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