II Reyes  1, 9-14

Entonces Ocozías le envió un jefe de cincuenta con sus cincuenta hombres, y ellos subieron ante él; y él estaba sentado en la cumbre de un monte. Entonces el jefe le dijo: Profeta de Dios, el rey ha dicho: ¡Desciende! Respondió Elías y dijo al jefe de los cincuenta: Si soy profeta de Dios, descienda fuego del cielo y te consuma a ti y a los cincuenta que están contigo. Entonces descendió fuego del cielo, y lo consumió a él y a los cincuenta que lo acompañaban. Pero él volvió a enviarle a otro jefe de cincuenta con sus cincuenta hombres, quien le gritó, diciendo: Profeta de Dios, así dice el rey: “¡Desciende de inmediato!” Pero Elías le respondió, diciendo: Si soy profeta de Dios, descienda fuego del cielo y te consuma a ti y a los cincuenta que están contigo. Entonces descendió fuego del cielo de parte de Dios y lo consumió a él y a los cincuenta que lo acompañaban. Y le envió por tercera ocasión a un jefe de cincuenta con sus cincuenta hombres. Cuando subió el jefe de cincuenta, se postró sobre sus rodillas delante de Elías, y le suplicó encarecidamente, diciéndole: Oh profeta de Dios, sea de valor mi vida y la vida de estos cincuenta siervos tuyos que se presentan delante de ti, pues he aquí que ha descendido fuego del cielo, y ha consumido a los dos jefes de cincuenta y a los cincuenta que los acompañaban. Ahora pues, sea de valor mi vida ante tus ojos.
Ver contexto