Josué 20, 2-9

Di a los hijos de Israel: “Aparten para ustedes ciudades de refugio, como les ordené por medio de Moisés mi siervo, para que escape a ese lugar el homicida que haya matado a alguno sin premeditación e inadvertidamente. Ellas servirán como refugio contra el que busca vengar el derramamiento de sangre. “Él podrá escapar a una de estas ciudades, se presentará a la entrada de la puerta de la ciudad, y se dirigirá a los ancianos de la ciudad para exponer su asunto, quienes lo llevarán con ellos a la ciudad y le darán un lugar para que viva con ellos. “Y cuando el que busque vengar el derramamiento de sangre lo persiga, ellos no deberán entregar en sus manos al homicida, porque hirió a su prójimo inadvertidamente, sin haberlo aborrecido previamente. “Y vivirá en esa ciudad hasta que haya comparecido en juicio ante la asamblea, o hasta la muerte del sumo sacerdote que oficie en ese momento. Después el homicida podrá volver a su ciudad y a su casa, a la ciudad de donde escapó”. Entonces designaron estas ciudades como lugar de refugio: Raquim en Galilea, que está en la región montañosa de Neftalí, Siquem en la región montañosa de Efraín, y Quiriat-arba (la cual es Hebrón), que está en la región montañosa de Judá. Y al otro lado del Jordán, al oriente de Jericó, designaron a Beser, la cual se halla en el desierto, ubicada en la llanura de la tribu de Rubén, a Ramot en Galaad, de la tribu de Gad, y a Golán en Basán, de la tribu de Manasés. Éstas son las ciudades de preservación y de refugio para todos los hijos de Israel y para los forasteros que habitan entre ellos, a fin de que pueda escapar allí todo aquel que haya matado a una persona sin premeditación, y para que no sea entregado en manos del que busca vengar el derramamiento de sangre, hasta que él comparezca en juicio ante la asamblea.
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