Lucas 19, 12-27

Entonces dijo: Cierto varón de noble estirpe, partió para un país distante a recibir un reino para sí y después volver. Llamando, pues, a diez siervos suyos, les hizo entrega de diez minas y les dijo: “Hagan negocio mientras vuelvo”. Pero los que habitaban en su ciudad lo odiaban, y mandaron tras él unos mensajeros, diciendo: “No queremos que éste reine sobre nosotros”. Y aconteció que al volver él, después de que recibió el reino, mandó llamar a sus siervos, a quienes les había entregado el dinero, para saber cuánto había ganado cada uno de ellos. Y se presentó el primero, diciendo: “Señor mío, tu mina ha producido diez minas más”. Él le dijo: “Muy bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido hallado fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades fortificadas”. Luego se presentó el segundo, y dijo: “Señor mío, tu mina ha producido otras cinco minas”. Y dijo también a éste: “Tú también tendrás autoridad sobre cinco ciudades fortificadas”. Después vino el otro, diciendo: “Señor mío, aquí está tu mina, la cual he tenido conmigo guardada en un pañuelo, porque te tuve miedo, ya que eres varón estricto, que recoges lo que no depositas y cosechas lo que no siembras”. Él le dijo: “Mal siervo, por tu propia boca te voy a juzgar. Te habías dado cuenta de que soy un hombre estricto; que recojo lo que no deposito y cosecho lo que no siembro. Entonces, ¿por qué no pusiste mi dinero en una mesa de cambistas, para que cuando yo regresara pudiera reclamarlo con sus intereses?” Y dijo a los que se encontraban presentes: “Quítenle la mina y entréguensela al que tiene las diez minas”. Ellos le dijeron: “Señor nuestro, él ya tiene diez minas”. Él les respondió: “Les digo que a cualquiera que tenga le será dado, pero al que no tenga, aun lo que tenga se le quitará. “Y respecto a esos enemigos míos, los que se oponían a que yo reinara sobre ellos, tráiganlos y mátenlos en mi presencia”.br/
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