II Corintios 4 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 18 versitos |
1

Proclamar, ante todo, la verdad

Por eso, conscientes de que Dios nos ha confiado, en su misericordia, este servicio, lejos de darnos por vencidos,
2 renunciamos a actuar de forma oculta y avergonzada, así como a proceder con astucia o a falsear el mensaje de Dios. Por el contrario, frente al juicio que puedan hacer de nosotros los demás en la presencia de Dios, proclamamos abiertamente la verdad.
3 Y si el mensaje evangélico que anunciamos º está encubierto, lo está solamente para aquellos que van por el camino de la perdición,
4 para esos incrédulos cuya mente está de tal manera cegada por el dios de este mundo º, que ya no son capaces de distinguir el resplandor del glorioso mensaje evangélico de Cristo, que es imagen de Dios. º
5 Porque no nos anunciamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo, el Señor, presentándonos como servidores de ustedes por amor a Jesús.
6 Pues el mismo Dios que dijo: Resplandezca la luz desde el seno de las tinieblas * es el que la ha hecho resplandecer en nuestros corazones º, para que irradiemos la luz del conocimiento glorioso de Dios reflejado en el rostro de Cristo.
7

Un tesoro en vasijas de barro

Pero este tesoro lo guardamos en vasijas de barro para que conste que su extraordinario valor procede de Dios y no de nosotros.
8 Nos acosan por todas partes, pero no hasta el punto de abatirnos; estamos en apuros, pero sin llegar a ser presa de la desesperación; º
9 nos persiguen, pero no quedamos abandonados; nos derriban, pero no consiguen rematarnos.
10 Por todas partes vamos reproduciendo en el cuerpo la muerte dolorosa de Jesús, para que también en nuestro cuerpo resplandezca la vida de Jesús.
11 En efecto, mientras vivimos, estamos de continuo en trance de muerte por causa de Jesús para que, a través de nuestra naturaleza mortal, se haga manifiesta la vida de Jesús.
12 De modo que en nosotros actúa el poder de la muerte; en ustedes, en cambio, el poder de la vida.
13 Pero como tenemos aquel espíritu de fe del que dice la Escritura: Creí y por eso hablé, también nosotros creemos y, en consecuencia, hablamos, º
14 pues sabemos que quien resucitó a Jesús, el Señor, también nos resucitará a nosotros con Jesús y nos congregará con ustedes en su presencia. º
15 Todo esto es para el bien de ustedes. Así, cuantos más participen del favor de Dios, tanto más crecerá la acción de gracias para gloria de Dios.
16

En espera de una vida mejor

Esta es la razón por la que nunca nos desanimamos. Aunque nuestro cuerpo mortal se va desmoronando, nuestro ser interior º va recibiendo día tras día nueva vida.
17 Pues nuestras penalidades de hoy, que son leves y pasajeras, nos producirán para siempre una riqueza º inmensa e incalculable de gloria. º
18 Y es que nuestro objetivo no son las cosas que ahora vemos, sino las que no vemos todavía. Esto que ahora vemos, pasa; lo que aún no se ve, permanece para siempre. º

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Introducción a II Corintios

INTRODUCCIÓN


1. Contexto histórico de la carta


No es nada fácil precisar las circunstancias que rodearon la composición de esta llamada segunda carta a los Corintios (en adelante se utilizará preferentemente la abreviatura 2Co). Alguien ha escrito que es la más enigmática de las cartas paulinas. Y tal vez el enigma principal sea el siguiente: ¿se trata de una única carta escrita — o dictada — de un tirón por Pablo o es, más bien, el resultado de fundir una serie de cartas enviadas sucesivamente por el Apóstol a los corintios en el curso de unas relaciones que se volvieron por momentos difíciles y conflictivas?


En el primero de los supuestos apuntados — que ha sido sostenido acríticamente durante siglos por la inmensa mayoría de lectores y comentaristas de la carta — , Pablo haría recuento y balance final de lo sucedido entre él y la iglesia de Corinto durante los meses siguientes al envío de la primera carta. Eso habría ocurrido entre los años 54 y 56 d. C., según las distintas cronologías sobre la vida de Pablo. En el trascurso de esos meses, no sólo no se habrían resuelto los problemas existentes, sino que habrían surgido otros nuevos. Ciertos misioneros cristianos procedentes de Judea, y con un pretendido respaldo de los apóstoles de Jerusalén, habían llegado a Corinto donde comenzaron a minar la autoridad de Pablo poniendo en duda su condición de apóstol y anunciando un mensaje distinto, al menos en parte, al proclamado por Pablo (ver 2Co 11:4-5; 2Co 11:12-15). Parece que entonces Pablo realizó una breve visita (2Co 2:1) que no tuvo éxito; es más, durante esa visita el propio Pablo o uno de sus colaboradores debió ser objeto de una grave ofensa sin que la comunidad reaccionara (2Co 2:5). A raíz de esta infructuosa visita, Pablo les escribe una carta llena de emoción y severidad que el propio Apóstol dice haber escrito con el corazón lleno de angustia y anegado en lágrimas (2Co 2:4). Una carta que se habría perdido.


Esta carta y los buenos oficios de Tito, probable portador de ella, provocaron afortunadamente un cambio radical en la comunidad: se castiga al ofensor, se restablece la autoridad de Pablo, se recuperan las buenas relaciones. Las noticias del cambio llenan de alegría a Pablo que, a la vez gozoso y apasionado, escribe de nuevo a los corintios. La batalla ha sido dura y es preciso restañar heridas y apuntalar el edificio que ha quedado tambaleante. Este sería, en el supuesto de una única carta, el marco histórico de 2 Co.


Pero en los últimos tiempos se ha ido abriendo paso entre los estudiosos paulinos, cada vez con más fuerza, un segundo supuesto: a saber, 2 Co no sería una única carta, sino varias cartas reunidas por un redactor postpaulino bastantes años después de la muerte del Apóstol. Se habla de tres, de cuatro y hasta de cinco cartas fundidas en una sola. La primera, en orden cronológico, se conservaría en 2Co 2:142Co 7:4 y en ella Pablo sale en defensa de su ministerio apostólico, a la vez que se esfuerza en desenmascarar a los falsos apóstoles. La segunda estaría representada por 2Co 10:1-182Co 13:1-14 y según muchos autores habría que identificarla con la llamada “carta de las lágrimas”. La tercera sería la carta de reconciliación que Pablo escribe a los corintios una vez que ha recibido de Tito las buenas noticias sobre el cambio de actitud de la Iglesia de Corinto. Si no la carta completa, al menos sus pasajes más importantes se conservarían en 2Co 1:12Co 2:17 y 2Co 7:5-16. Finalmente, en 2Co 8:1-242Co 9:1-15 tendríamos al menos el núcleo de otras dos breves cartas de Pablo a los corintios con ocasión de la colecta a favor de las iglesias necesitadas de Judea. Algunos autores piensan que únicamente el capítulo 2Co 9:1-15 es una carta independiente; el capítulo 2Co 8:1-24 formaría en su origen parte de la llamada “carta de reconciliación”.


¿Qué decir de este segundo supuesto? ¿Cómo se desarrollaron realmente las cosas? No hay que descartar la hipótesis de varias cartas; al contrario, tiene grandes probabilidades de ser correcta en líneas generales. Sin embargo, no se ha dicho la última palabra sobre el tema; la cuestión sigue abierta y si la hipótesis de la unidad presenta dificultades, tampoco carece de ellas la de la fragmentación.


En cualquier caso, ya los más antiguos mss. nos transmiten la carta como un escrito unitario. Así la han leído los cristianos de todos los tiempos y así podemos seguir leyéndola hoy, habida cuenta de que los acontecimientos, los protagonistas y la enseñanza fundamental son los mismos, haya sido uno u otro su proceso de composición y formación.


2. Peculiaridades de la carta


2 Co es tal vez el escrito que mejor refleja la personalidad humana y apostólica de Pablo. Es también una fuente inestimable de datos acerca del Apóstol, de su vida azarosa y enamorada de Cristo. Por ella conocemos su colosal esfuerzo misionero repleto de fatigas y peligros, su amor apasionado a Cristo y a la Iglesia, la preocupación por las distintas iglesias cristianas fundadas por él (que era como un fuego que lo devoraba por dentro), las extraordinarias experiencias místicas con que fue agraciado, su enfermedad crónica cuya curación pedía insistentemente al Señor... y los inigualables contrastes de su personalidad excepcional: al mismo tiempo audaz y tímido, sereno y apasionado, prudente y arrebatado, activo y contemplativo, afectuoso y sarcástico, delicado y exigente.


Y en línea con las peculiaridades y circunstancias de la carta, está el estilo, que es directo, patético, apasionado. En ocasiones la pasión roba claridad al discurso. Nos encontramos con expresiones oscuras, con complicadas construcciones gramaticales, con interrupciones desconcertantes en el proceso del pensamiento. Pero 2 Co recompensa con creces el esfuerzo que exige su lectura, pues nos revela mejor que ninguna otra carta el carácter y el corazón de Pablo.


3. Contenido de la carta


Cualquiera que sea el proceso de composición de 2 Co — una o varias cartas — , hay un tema que, de una u otra forma, recorre casi todas las páginas del escrito: el del ministerio apostólico y la distinta manera que tienen de entenderlo, por una parte Pablo y por otra los misioneros que han arribado a Corinto procedentes de Judea. Primero en un tono cálido, paternal y persuasivo (ver 2Co 6:11-13; 2Co 7:2-4), y más adelante de forma áspera, agresiva y amenazante (2Co 10:1-182Co 13:1-14) — ¿ha cambiado la situación y se trata de una carta distinta? — , Pablo reflexiona y hace reflexionar a los corintios sobre cómo debe ser y desarrollarse la tarea misionera del verdadero apóstol de Cristo. Una tarea que está rodeada de grandezas y miserias, que lleva consigo riesgos y compensaciones, que puede causar tristezas y alegrías. Pablo lo resume magníficamente en una frase: se trata de un tesoro que guardamos en vasijas de barro (2Co 4:7), frase que encuentra a su vez el mejor comentario en 2Co 12:9 cuando Jesús le dice al Apóstol: mi fuerza se realiza plenamente en lo débil.


Por lo demás, tal como ha llegado hasta el presente, 2 Co se abre con una solemne acción de gracias y una serie de explicaciones de Pablo sobre sus proyectos apostólicos en relación con los corintios (2Co 1:12Co 2:13). Sigue una extensa reflexión sobre el ministerio apostólico, reflexión que puede considerarse la parte central de la carta (2Co 2:142Co 7:16). Vienen luego los dos capítulos dedicados a la colecta a favor de los creyentes necesitados de Judea (2Co 8:1-242Co 9:1-15). Y con un brusco cambio de tono (difícilmente explicable, por lo demás, dentro de la misma carta), Pablo pasa a redactar una vigorosa defensa de su autoridad y sus derechos de apóstol frente a los competidores que le han salido en Corinto y a los que califica irónicamente de “superapóstoles” (2Co 10:12Co 13:10). Una conclusión breve y de talante más bien frío cierra la carta (2Co 13:11-13).


4. Estructura de la carta


— Introducción (2Co 1:1-7)


I. — PABLO Y LA IGLESIA DE CORINTO (2Co 1:82Co 2:13)


II. — EL MINISTERIO APOSTÓLICO (2Co 2:142Co 7:16)


III. — COLECTA A FAVOR DE LOS CREYENTES DE JUDEA (2Co 8:1-242Co 9:1-15)


IV. — PABLO DEFIENDE SU MISIÓN APOSTÓLICA (2Co 10:12Co 13:10)


— Conclusión (2Co 13:11-13)


Fuente:

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Notas

II Corintios 4,3— mensaje evangélico que anunciamos: Lit. nuestro evangelio. Ver nota a Rom 1:1.


II Corintios 4,4Col 1:15; Heb 1:3.
II Corintios 4,4— dios de este mundo: Suponiendo que con esta expresión se designara a Satanás (ver 1Co 2:6; Efe 2:2; Jua 12:31), nuestro texto es el único en que Satanás recibe el apelativo de “dios”.
II Corintios 4,6— de las tinieblas: No es una cita textual de Gén 1:3, sino una acomodación rabínica de dicho pasaje.

— en nuestros corazones: Pablo compara la obra creadora de Dios al comienzo de los tiempos (ver Gén 1:3 ss) con su propio llamamiento a la fe (ver Hch 9:1-19; Isa 9:2).
II Corintios 4,82Co 6:4-5; 2Co 11:23-33; 2Co 12:7-10; Rom 8:36-37; 1Co 15:31.
II Corintios 4,13Sal 116:10.
II Corintios 4,14Rom 8:11; 1Co 6:14; 1Co 15:15; 1Co 15:20.
II Corintios 4,16— nuestro ser interior: Ver nota a Rom 7:22. En este pasaje de 2 Co, Pablo utiliza la expresión con un sentido en cierto modo distinto. Ver también 1Co 12:2; Efe 4:22-24; Col 3:9-10, donde se emplean una serie de fórmulas que, sin ser del todo equivalentes, expresan todas ellas el cambio que la acción de Dios produce en el ser humano.
II Corintios 4,17Rom 8:17-18; 1Pe 1:6-7.
II Corintios 4,17— riqueza: Lit. peso... de gloria: Evoca Pablo el término hebreo kebod que significa al mismo tiempo “peso”, “poder”, “majestad” y, en última instancia, “gloria”.
II Corintios 4,182Co 5:7; Heb 11:1-3.