Colosenses 3 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 25 versitos |
1 Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo donde Cristo está sentado a la derecha de Dios.
2 Tengan el pensamiento puesto en las cosas celestiales y no en las de la tierra.
3 Porque ustedes están muertos, y su vida está desde ahora oculta con Cristo en Dios.
4 Cuando se manifieste Cristo, que es nuestra vida, entonces ustedes también aparecerán con él, llenos de gloria.
5 Por lo tanto, hagan morir en sus miembros todo lo que es terrenal: la lujuria, la impureza, la pasión desordenada, los malos deseos y también la avaricia, que es una forma de idolatría.
6 Estas cosas provocan la ira de Dios.
7 Ustedes mismos se comportaban así en otro tiempo, viviendo desordenadamente.
8 Pero ahora es necesario que acaben con la ira, el rencor, la maldad, las injurias y las conversaciones groseras.
9 Tampoco se engañen los unos a los otros. Porque ustedes se despojaron del hombre viejo y de sus obras
10 y se revistieron del hombre nuevo, aquel que avanza hacia el conocimiento perfecto, renovándose constantemente según la imagen de su Creador.
11 Por eso, ya no hay pagano ni judío, circunciso ni incircunciso, bárbaro ni extranjero, esclavo ni hombre libre, sino sólo Cristo, que es todo y está en todos.
12 Como elegidos de Dios, sus santos y amados, revístanse de sentimientos de profunda compasión. Practiquen la benevolencia, la humildad, la dulzura, la paciencia.
13 Sopórtense los unos a los otros, y perdónense mutuamente siempre que alguien tenga motivo de queja contra otro. El Señor los ha perdonado: hagan ustedes lo mismo.
14 Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección.
15 Que la paz de Cristo reine en sus corazones: esa paz a la que han sido llamados, porque formamos un solo Cuerpo. Y vivan en la acción de gracias.
16 Que la Palabra de Cristo resida en ustedes con toda su riqueza. Instrúyanse en la verdadera sabiduría, corrigiéndose los unos a los otros. Canten a Dios con gratitud y de todo corazón salmos, himnos y cantos inspirados.
17 Todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús, dando gracias por él a Dios Padre.
18 Mujeres, respeten a su marido, como corresponde a los discípulos del Señor.
19 Maridos, amen a su mujer, y no le amarguen la vida.
20 Hijos, obedezcan siempre a sus padres, porque esto es agradable al Señor.
21 Padres, no exasperen a sus hijos, para que ellos no se desanimen.
22 Esclavos, obedezcan en todo a sus dueños temporales, pero no con una obediencia fingida, como quien trata de agradar a los hombres, sino con sencillez de corazón, por consideración al Señor.
23 Cualquiera sea el trabajo de ustedes, háganlo de todo corazón, teniendo en cuenta que es para el Señor y no para los hombres.
24 Sepan que el Señor los recompensará, haciéndolos sus herederos. Ustedes sirven a Cristo, el Señor:
25 el que obra injustamente recibirá el pago que corresponde, cualquiera sea su condición.

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Introducción a Colosenses


CARTA A LOS COLOSENSES

Colosas era una ciudad de Asia Menor, situada a unos doscientos kilómetros al este de Éfeso. Pablo no la evangelizó personalmente, sino que confió esa misión a Epafras, uno de sus discípulos, que era natural de allí (1. 7; 4. 12).
Cuando este colaborador fue a visitarlo, mientras el Apóstol se encontraba prisionero en Roma, le hizo saber el grave peligro que amenazaba a aquella comunidad. Bajo pretexto de "filosofía", algunos trataban de difundir una doctrina que asignaba a Cristo un lugar subordinado en la jerarquía de los seres espirituales que rigen el universo, los así llamados "elementos del mundo" (2. 8), cuyo culto recomendaban. Además, querían imponer el rito de la circuncisión, como también algunas prácticas ascéticas y determinadas prescripciones sobre fiestas y alimentos, que supuestamente debían completar la salvación comenzada por Jesús.
Para combatir estos errores, Pablo escribió su CARTA A LOS COLOSENSES, entre los años 61 y 63. En ella destaca claramente la supremacía absoluta de Cristo sobre todas las cosas y, en particular, sobre las jerarquías angélicas. Nadie puede compararse con él, que es "la esperanza de la gloria" (1. 27), y todos los poderes, sin excepción, le están sometidos. Esta Carta tiene muchos puntos de contacto con la que un tiempo después el Apóstol dirigió a los Efesios.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Colosenses 3,1-25

5. Ver Efe_5:5.

8. Ver Efe_5:4.

9-10. Ver Efe_4:22-25.

11. Ver Gal_3:28.

18-21. Ver Ef. 5. 22 - 6. 4; 1Pe_3:1-7.

22 - 1Pe_4:1. Ver Efe_6:5-9; 1Ti_6:1-2; Tit_2:9-10; Flm_5:16; 1Pe_2:18; nota 1Co_7:20-22.