Apocalipsis  21 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 27 versitos |
1 Y vi un nuevo ciclo y una nueva tierra, pues el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido: y el mar no existe ya. *
2 Y la santa ciudad, la nueva Jerusalén, la vi cómo descendía del cielo de cabe Dios, preparada como desposada que se ha engalanado para su esposo. *
3 Y oí una gran voz venida del trono, que decía: «He aquí la tienda, mansión de Dios con los hombres, y fijará su tienda entre ellos, y ellos serán pueblo suyo, y el mismo Dios estará con ellos como Dios suyo,
4 y enjugará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no existirá ya más, ni habrá ya más duelo, ni grito, ni trabajo; lo primero pasó».
5 Y dijo el que estaba sentado en el trono: «He aquí que hago nuevas todas las cosas». Y me dice: «Escribe que éstas son las palabras fieles y verídicas».*
6 Y me dijo: «Son un hecho. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Yo al que tuviere sed le daré de balde a beber de la fuente del agua de la vida. *
7 El que venciere poseerá en herencia estas cosas, y yo para él seré Dios, y él para mí será hijo.
8 Mas para los cobardes, e infieles, y execrables, y homicidas, y fornicarios, y hechiceros, e idólatras, y para todos los embusteros, su herencia será en el estanque que arde con fuego y azufre, que es la segunda muerte».
9 Y vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas henchidas con las siete plagas postreras, y habló conmigo diciendo: «Ven, te mostraré la desposada, la esposa del Cordero».
10 Y me llevó en espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo de cabe Dios, *
11 radiante con la gloria de Dios: su lumbrera era semejante a una piedra preciosísima, tal como piedra jaspe de transparencia cristalina.
12 Tenía un muro grande y alto con doce puertas, y sobre las puertas doce ángeles y nombres inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel. *
13 Del lado de oriente tres puertas, del lado de septentrión tres puertas, del lado de mediodía tres puertas, del lado de poniente tres puertas.
14 Y el muro de la ciudad tenía doce fundamentos, y sobre ellos doce nombres, los de los doce apóstoles del Cordero. *
15 Y el que hablaba conmigo tenía una medida, una caña de oro, para medir la ciudad y sus puertas y su muro.
16 Y la ciudad se asienta sobre base cuadrángulas y su longitud es tanta cuanta es su anchura. Y midió la ciudad con la caña, y halló que eran doce mil estadios: su longitud, su anchura y su altura son iguales. *
17 Y midió su muro, que era de ciento cuarenta y cuatro codos, medida de hombre, empleada por el ángel. *
18 Y el material de construcción del muro era jaspe, y la ciudad oro puro, semejante a vidrio transparente. *
19 Los fundamentos del muro de la ciudad estaban hermosamente labrados de toda clase de piedras preciosas: el fundamento primero era de jaspe; el segundo, de zafiro; el tercero, de calcedonia; el cuarto, de esmeralda; *
20 el quinto, de ónice; el sexto, de cornalina; el séptimo, de crisólito; el octavo, de berilo; el nono, de topacio; el décimo, de ágata; el undécimo, de jacinto; el duodécimo, de amatista.
21 Y las doce puertas eran doce perlas: cada una de las puertas era de una sola perla. Y las calles de la ciudad, oro puro, como vidrio transparente. *
22 y templo no vi en ella, pues el Señor Dios omnipotente es su templo, como también el Cordero.
23 Y la ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna para que alumbren en ella, porque la gloria de Dios la ilumina y su antorcha es el Cordero.
24 Y caminarán las gentes guiadas por su luz, y los reyes de la tierra llevan a ella su gloria;*
25 y sus puertas no se cerrarán de día: que noche no habrá allí;
26 y llevarán a ella la gloría y el honor de las naciones.
27 Y no entrará en ella nada profano, ni quien obre abominación y mentira, mas solos los escritos en el libro de la vida del Cordero.

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Introducción a Apocalipsis 




APOCALIPSIS

DATOS HISTÓRICOS. — A fines del imperio de Domiciano (81-96), San Juan Evangelista fue relegado «a la isla de Patmos por la palabra de Dios y el testimonio Jesús» (1:9) Allí vio las visiones consignadas en el Apocalipsis, destinado a las Iglesias del Asia proconsular (1:4). SIGNIFICACIÓN. — Revelación de Jesu-Cristo: tal es el título con que Juan designa SU Apocalipsis. Jesu-Cristo es, en efecto, no sólo el autor, sino también el objeto primario y central de la revelación. Si siempre se hubiera leído el Apocalipsis puesta mira en Jesu-Cristo, no se hubiera visto un descomunal rompecabezas a lo divino una historia eclesiástica en logogrifos. En cambio, leído el Apocalipsis sensatamente, su oscuridad y misterio, lejos de robar el sol a nuestra vista, le cercarán para hacerle mas visible: en el centro brillará radiante Jesu-Cristo, victorioso y triunfador. Esta es la visión divina que flota sobre todas las nieblas del Apocalipsis. Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera. SIMBOLISMO. — Otro principio, tan sencillo como necesario, nos preservará de fatales equivocaciones: hay que dar a los símbolos del Apocalipsis el sentido que tienen. No olvidemos que el Apocalipsis es obra de un escritor oriental, de fantasía exuberante; de un profeta, que vislumbra los destinos humanos en un horizonte de eternidad; de un vidente apocalíptico, que presencia las últimas convulsiones de las dos fuerzas antagónicas del bien y del mal; y reduciremos sus imágenes simbólicas a sus términos naturales. Nunca se insistirá bastante en la enorme alteración que sufren los hechos al ser traducidos en símbolos. Del símbolo hay que extraer la idea, que suele ser muy simple. Hay que tomar en cuenta la variabilidad de los símbolos, su elasticidad, su inconsistencia e incoherencia: un símbolo para dos ideas distintas, dos símbolos para una misma idea. En cambio, en la idea significada hay gran fijeza. Sería además error gravísimo y principio de otros lamentables errores interpretar plásticamente las fugaces y difluentes visiones del profeta. Dar precisión y fijeza de contornos a esas imágenes indecisas sería como querer traducir plásticamente en bloques de piedra las melodías infinitas de Wagner. Pintar, como hizo don Juan de Jáuregui, en el Comentario del padre Luis del Alcázar, el Hijo del hombre con una espada que sale de la boca, es confundir las esferas del arte y de la naturaleza. Más prudente es clavar la mirada en la idea luminosa que informa todos los símbolos: Cristo vencedor. SIMBOLISMO DE LOS NÚMEROS. — No fue Juan quien creó el simbolismo de los números, pero sí los utilizó como lenguaje usual en el género apocalíptico. El valor simbólico de los números no es proporcional a su valor real o matemático. Así, el 7 es símbolo de plenitud o totalidad, mientras que el 10 lo es de limitación. El 6 (= 7 - 1) representa el conato frustrado por alcanzar la plenitud. El 12 significa una cantidad normal; el 1.000, una multitud indefinida. Esta significación pasa a los múltiplos de estos números. Así 144.000 es 12 X 12 X 1.000. REALIDAD DE LAS VISIONES. — Las visiones referidas en el Apocalipsis no son una ficción literaria, como lo son en otras obras no inspiradas del mismo género, sino que presuponen visiones sobrenaturales realmente tenidas por Juan. Sobre las imágenes simbólicas con que se describen las visiones cabe controversia. Distinguiendo entre visión (o revelación) e inspiración, las imágenes simbólicas pueden concebirse de dos maneras sustancialmente distintas: objetivamente, como expresión imaginaria de la previa revelación de Dios, o subjetivamente, como imágenes previamente poseídas por el vidente, pero movidas o suscitadas por la acción de la inspiración divina. Esta segunda hipótesis parece probable, siempre que se trata de imágenes corrientes en el género apocalíptico. CICLOS O SISTEMA DE LA RECAPITULACIÓN. — La serie de las visiones apocalípticas no se ha de concebir como rectilínea, sino como cíclica; no es, por así decir, una sola película seguida o continua, sino más bien una sucesión o recambio de varias películas, en cada una de las cuales se desarrollan íntegramente unos mismos acontecimientos: con imágenes más esquemáticas en las primeras, con rasgos más realistas y completos en las últimas. Es una repetición cíclica de la misma historia, con frecuentes anticipaciones y retrocesos. Distinción en la presentación, unidad o identidad en lo representado. AUDICIÓN Y VISIÓN. — Es importantísimo para la ajustada interpretación del Apocalipsis el hecho de que Juan desdobla las representaciones en dos fases sucesivas: una acústica y otra óptica. Primero oye lo que luego ve. La natural incoherencia entre las imágenes acústicas v las, ópticas puede desorientar, y no pocas veces ha desorientado, haciendo tomar como exhibiciones objetivamente diversas lo que no es sino una doble presentación, primero acústica v luego óptica, de una misma realidad. Así, los 144.000 marcados de 7:1-8, son la misma turba celeste de 7:9-17. OTROS PROCEDIMIENTOS LITERARIOS. — Además de los indicados, conviene tener presentes otros procedimientos literarios familiares a Juan. La antítesis o contraste es constante en el Apocalipsis, con algunas particularidades singulares, como es su aparición regular en los sextos momentos del desenvolvimiento cíclico. Son también frecuentes los anuncios prolépticos de lo que ha de venir y los retrocesos cronológicos, ya antes mencionados. Son también orientadores los coros celestes, que suelen expresar el pensamiento o dianoia de las visiones. Y así de otros procedimientos análogos. VÉRTIGO APOCALÍPTICO. — Para no desorientarse es menester también tener presente la rapidez, vertiginosa con que se presenta la historia humana, presenciada desde el punto de vista divino. Semejante velocidad arrebatada no permite señalar con demasiada fijeza etapas distintas o sucesivas en el desenvolvimiento histórico de los hechos, ni menos determinar fechas. En el Apocalipsis, más que en otra parte alguna, mil años son para Dios como el día de ayer que ya pasó: un abrir y cerrar de ojos. Contrapuesta a esa fugacidad atropellada de la tragedia humana aparece la eterna inmovilidad, la imperturbable serenidad celeste, dentro de la cual Dios todo lo ve, todo lo dirige y empuja al fin que se ha propuesto. Contra esta roca de la providencia divina se estrellan y fracasan todos los conatos de la rebeldía humana o diabólica. Este enfoque divino de los acontecimientos humanos es una apremiante exhortación a que, contemplando la tierra desde eh cielo, lejos de dejarnos arrastrar por el torbellino humano; «ibi nostra sint fixa corda, ubi vera sunt gaudia». FE , ESPERANZA Y CARIDAD. — Leído así el Apocalipsis, ilumina el espíritu y vigoriza el corazón, y despierta en el alma la fe, la esperanza y el amor: la profesión de fe, que se declara impertérrita ante los cobardes adoradores de la bestia; los suspiros de la esperanza, que no desmaya en medio de la «gran tribulación»; las expansiones del amor, que atraído hacia Cristo, el Esposo divino, desdeña y abomina las seducciones de Babilonia la grande. Cristo vencedor, garantía de la fe, sostén de la esperanza, centro del amor.


Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Apocalipsis  21,1

NUEVO CIELO…: el reino celeste será algo totalmente nuevo, jamás visto ni soñado (Isa_64:3; 1Co_2:9).


Apocalipsis  21,2

LA VI CÓMO DESCENDÍA: es visión de descenso, no un descenso real; como si el cielo descendiese a la tierra.

|| COMO DESPOSADA: la Iglesia será eternamente la virgen, esposa de Cristo, y eterno será el amor de desposados entre Cristo y la Iglesia (Apo_19:7-8).


Apocalipsis  21,5

PALABRAS FIELES Y VERÍDICAS: la promesa del reino celeste no es un sueño o fantasía, es la suprema realidad.


Apocalipsis  21,6

YO SOY EL ALFA Y LA OMEGA…: habla Dios como Dios, reclamando para sí los atributos divinos de ser EL PRINCIPIO Y EL FIN (Apo_1:8). Ahora bien, estas mismas palabras se ponen luego, y más encarecidamente aún, en labios de Cristo: declaración inequívoca de su divinidad.

|| LE DARÉ A BEBER: sólo Dios puede apagar la sed inmensa de felicidad que atormenta el corazón humano. También estas palabras se atribuyen a Cristo (Apo_21:17 : Cf. Jua_4:13-14; Jua_7:38). Y esta agua es el Espíritu S. (Jua_7:39).


Apocalipsis  21,10

UN MONTE GRANDE Y ALTO: hay que retener este rasgo para entender la descripción que sigue de la celeste Jerusalén, «ciudad puesta sobre el monte» (Mat_5:14).


Apocalipsis  21,12

DOCE ÁNGELES: como custodios de la santa ciudad (Gén_3:24).

|| LAS DOCE TRIBUS DE LOS HIJOS DE ISRAEL: es decir, la universalidad del Israel de Dios. Como siempre en el Apocalipsis, ISRAEL simboliza la Iglesia universal.


Apocalipsis  21,14

DOCE FUNDAMENTOS: doce enormes bloques, que después se dirá que son doce piedras preciosas, correspondientes a las doce puertas. Construcción ultraciclópea.

|| Los DOCE APÓSTOLES DEL CORDERO: apostolicidad de la Iglesia. En la celeste Jerusalén se perpetúan las cuatro notas de la Iglesia de Cristo: la unidad: es una ciudad, una esposa (Apo_21:2; Apo_21:9-10): santidad (Apo_21:8; Apo_21:10; Apo_21:27…); catolicidad (Apo_21:12; Apo_21:24-27…); apostolicidad (Apo_21:14)


Apocalipsis  21,16

MIDIÓ LA CIUDAD: después de especificar la LONGITUD y la ANCHURA, lo que se mide de LA CIUDAD parece ser el perímetro, no uno de los lados. En este supuesto, más probable, corresponden a cada lado 3.000 estadios, es decir, 1.000 a cada una de las doce puertas y a cada una de las doce piedras fundamentales. Dando al estadio el valor medio de 200 metros, cada uno de los cuatro lados de la ciudad tendría unos 600 kilómetros, y la superficie de la ciudad sería algo mayor que la cuarta parte de España.

|| SU LONGITUD, SU ANCHURA Y SU ALTURA SON IGUALES: la ALTURA igual a la LONGITUD (que es de 3.000 estadios) no puede ser la del muro (que sólo es de 144 estadios). No es, por tanto, cúbica la ciudad, como algunos han imaginado. Esta igualdad de la altura de la ciudad, puesta sobre un monte (Apo_21:10), no puede ser otra que la de la distancia que media entre el vértice y la base, que será igualmente de 600 kilómetros. De todos modos, la figura piramidal de la ciudad, lo mismo que los números que la determinan, son puramente simbólicos.


Apocalipsis  21,17

CIENTO CUARENTA Y CUATRO CODOS: es número simbólico = 12 x 12, equivalente a 72 metros.


Apocalipsis  21,18

ORO PURO…: se funden las dos imágenes: la del brillo del ORO y la de la transparencia del VIDRIO.


Apocalipsis  21,19-20

1) El JASPE: probablemente es el jaspe transparente con matices verdes;
2) el ZAFIRO: es el zafiro antiguo, o sea el lapislázuli, de color azul;
3) la CALCEDONIA: es la turquesa, marfil impregnado de sales de cobre, de color verde con cambiantes azulados;
4) la ESMERALDA: de color verde transparente:
5) el ÓNICE: de color rosado:
6) la CORNALINA: de color rojo sangre, algo transparente;
7) el CRISÓLITO (etimológicamente piedra de oro): es el topacio actual o berilo amarillo, de color amarillo oro;
8) el BERILO: es el aguamar o aguamarina, verde transparente, más claro que el de la esmeralda;
9) el TOPACIO: es el topacio antiguo, de color verde dorado;
10) el ÁGATA: llámase también crisopacio o crisoprasa, de color gris o amarillento, más pálido que el berilo;
11) el JACINTO: es el jacinto antiguo, el zafiro actual, de color azul o violáceo claro;
12) la AMATISTA es de color violeta.


Apocalipsis  21,21

LAS DOCE PUERTAS O portadas ERAN CADA UNA DE UNA SOLA PERLA.


Apocalipsis  21,24

Y CAMINARÁN LAS GENTES: estas expresiones y otras semejantes (tomadas de Isa_60:3-11…), referentes más bien a la Iglesia militante, muestran la unidad de la Iglesia, la de la tierra y la del cielo.