Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Capitulo 10.
E ntre la sexta y la séptima trompeta, San Juan intercala los capítulos i o y n. En el 10 se habla de la aparición de un ángel con un mensaje de consuelo, el cual manda a Juan comer un librito para que profetice. Este hecho tiene cierto paralelismo con
Rev_5:2, en donde un ángel invitaba a abrir el libro de los siete sellos. El capítulo II nos refiere la medición de templo y la preparación, llevada a cabo por los dos
Testigos, del triunfo del reino de Dios. Estos dos capítulos constituyen, por consiguiente, una interrupción en el septenario de las trompetas. Interrupciones semejantes ya las hemos encontrado entre el sexto y el séptimo sello, con el episodio de los 144.000 sellados y de la muchedumbre celeste. Como suele hacer el autor sagrado, después de la terrible catástrofe desencadenada por el ejército infernal, quiere presentar a los cristianos fieles el anuncio de la salud, de la venida del reino de Dios *. En realidad, todos los azotes que la Providencia divina permite que se abatan sobre la humanidad, son como el preludio de la consumación final y del triunfo definitivo de Cristo y de su Iglesia.
Inminencia del castigo: La llegada del reino de Dios,Rev_10:1-7.
1
Vi otro ángel poderoso, que descendía del cielo envuelto en una nube; tenía sobre su cabeza el arco iris, y su rostro era corno el sol, y sus pies, como columnas de fuego, 2
y en su mano tenía un librito abierto. Y poniendo su pie derecho sobre el mar y el izquierdo sobre la tierra, 3
gritó con poderosa voz, como león que ruge. Cuando gritó, hablaron los siete truenos con sus propias voces. 4
Cuando hubieron hablado los siete truenos, iba yo a escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas que han hablado los siete truenos y no las escribas. 5
El ángel que yo había visto estar sobre el mar y sobre la tierra levantó al cielo su mano derecha 6
y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y cuanto hay en él, la tierra y cuanto en ella hay, el mar y cuanto existe en él, que no habrá más tiempo, 7
sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él suene la trompeta, se cumplirá el misterio de Dios, como El lo anunció a sus siervos los profetas. San Juan está ahora sobre la tierra, desde donde ve a un ángel que
baja del cielo. El aspecto del ángel era imponente,
poderoso, y toda su figura majestuosa. Para encubrir un tanto su majestad y gloria viene
envuelto en una nube, que es el vehículo tradicional empleado por los seres celestes para sus viajes entre el cielo y la tierra 2. Llevaba
sobre su cabeza el arco iris (v.1), que, a manera de aureola o de halo glorioso irisado, rodeaba su cabeza. El arco iris indica su gloria espiritual y su procedencia celestial; pero, al mismo tiempo, es signo de que el ángel trae un mensaje de paz y de misericordia 3 para los fieles cristianos perseguidos. El juicio general que va a anunciar y los juicios particulares que mandará profetizar al vidente de Patmos demuestran esto mismo. Los fieles recibirán satisfacción y sus deseos serán cumplidos. El rostro del ángel
resplandecía como el sol y sus pies eran como columnas de fuego. Este aspecto resplandeciente y lleno de gloria es una nota característica de las apariciones sobrenaturales de seres en forma humana 4. Esta imagen del ángel nos recuerda un tanto la visión del ángel de
Rev_5:2. Como éste había en cierta manera anunciado y provocado el comienzo de las calamidades sobre el mundo pagano, así el ángel de
Rev_10:1 viene a anunciar la consumación próxima de los juicios divinos. La intervención de este ángel poderoso significa la importancia de la misión que trae: la consumación está próxima 5.
El hecho de que el ángel resplandece a semejanza del Hijo del hombre en la aparición inicial de los mensajes a las siete iglesias 6, ha llevado a algunos autores a identificarlo con Jesucristo. Sin embargo, el resplandor es común a los seres sobrenaturales y gloriosos. Además, aquí el ángel actúa como los otros y Dios le da órdenes, lo cual nunca sucede con Jesucristo. ¿Qué ángel es? Pudiera ser
Gabriel, fuerza de Dios, al cual convendría a perfección el epíteto de
poderoso (éó÷õñüò). Trae también un mensaje consolador de tipo mesiánico, como es la llegada del reino de Dios, que será el coronamiento en la historia del Evangelio.
El ángel de aspecto imponente tiene
en su mano un librito abierto (v.2). Este librito está como en contraste con el libro sellado del capítulo 5, a causa de su pequenez 7 y por estar abierto. Sus pequeñas proporciones parecen significar que contiene pocos oráculos. Y está
abierto porque dichos oráculos son relativamente claros o bien porque ya han sido revelados bajo alguna forma en la visión de las siete trompetas. El librito debía de contener los destinos del Imperio romano, considerado en sus relaciones con la Iglesia y como prototipo de las potencias que han de ser vencidas por Cristo.
Las proporciones colosales del ángel, que tenía su
pie derecho sobre el mar y el izquierdo sobre la tierra, designan su misión universal, la cual abarcará al mundo en su totalidad. Su
poderosa voz está en consonancia con su superhercúlea estatura. Dio un
grito 8 inarticulado, parecido al rugido de un león, que se convirtió en un eco inmenso semejante al de
siete truenos (v.3). El ángel emitió probablemente con su poderosa voz siete mensajes, cuyo eco iba retumbando por todos los ángulos de la tierra 9. El trueno en la Sagrada Escritura es la voz de Dios 10. Los siete truenos, eco del poderoso grito del ángel, parecen simbolizar todo el conjunto de la revelación profética comunicada por Dios a Juan n. Pero si no simbolizan todo el conjunto de la revelación profética, al menos debe de tratarse de cierto número de revelaciones o mensajes dirigidos a los cristianos, porque San Juan, al oír la voz, entiende algo que al punto se dispone a escribir para darlo a conocer a las Iglesias. Pero una voz del cielo se lo impide, ordenándole que no lo escriba, que lo guarde en su corazón hasta que llegue la hora de revelarlo (v.4).
Sellar las cosas que han dicho los siete truenos es igual que mantenerlas en secreto. Lo cual significa que San Juan había oído muchos secretos acerca de los designios de Dios sobre la humanidad, que no serían puestos por escrito, es decir, no serían revelados. Son estos artificios literarios muy en consonancia con el carácter apocalíptico de nuestro libro. Ya el profeta Daniel se expresaba casi en los mismos términos: Tú, Daniel, ten en secreto estas palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin 12. La razón que se da en Daniel para mantener el secreto es el tiempo lejano en que ha de tener lugar lo anunciado 13.
Ha habido muchos autores que han intentado penetrar en el contenido de los siete truenos. Pero es difícil determinar con certeza cuáles eran los mensajes de los siete truenos. Lo que nos parece más probable y más en conformidad con todo el tenor del Apocalipsis es que lo dicho por los truenos debe de ser el anuncio de nuevas calamidades relacionadas con el mensaje del ángel. Tal vez se prohiba a San Juan revelarlas para no desalentar a los cristianos, ya tan probados.
El mensajero divino, después de haber dado un grito atronador, se dispone a pronunciar un juramento para certificar la absoluta verdad de lo que va a decir. El juramento estaba permitido por la ley judía y tenía gran fuerza obligatoria. También entre los cristianos es lícito, siempre que sea verdadero aquello por lo que se jura y haya motivo suficiente para jurar. El ángel, en actitud de prestar solemne juramento 14, jura levantando al cielo su mano derecha y teniendo sus pies asentados sobre la tierra y el mar (v.5-6). Con esta actitud, el ángel quiere significar que toca las tres partes del universo porque va a jurar por aquel que creó el cielo, la tierra y el mar 15. La acción de elevar la mano al cielo, como queriendo poner por testigo a Dios, por quien se jura, es común en la Sagrada Escritura 16. En esta actitud, el ángel pronuncia la fórmula del juramento. Y para que no haya duda alguna de que es el Dios verdadero al que pone por garante de lo que va a decir, añade que es el que creó el cielo, la tierra, el mar y cuanto en ellos existe n. ¿Qué es lo que jura?
Que no habrá más tiempo (v.6). La palabra
tiempo aquí significa dilación, espera. Por consiguiente, significa que ya no pasará más tiempo, ya no habrá más dilación para el cumplimiento de los juicios divinos que se realizarán al sonido de la séptima trompeta. La apertura de los siete sellos y los toques de las trompetas habían hecho retrasar la venida de la consumación de todas las cosas. Sin embargo, una vez que suene la séptima trompeta,
se cumplirá el misterio de Dios (v.7). Este misterio de Dios es el establecimiento definitivo del reino de Dios y de su Cristo, que tendrá lugar con la destrucción de las naciones paganas. San Pablo también nos habla del
misterio de Dios en varias de sus epístolas 1S. Para el Apóstol de los Gentiles, el misterio de Dios era Jesucristo, en quien se hallan escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia.19 Toda la esperanza de que se
cumpliera el misterio de Dios, es decir, que llegara el reino de Dios, se fundaba en las promesas divinas anunciadas por Dios por medio de sus profetas, como nos advierte el autor del Apocalipsis. La tardanza hay que entenderla, con muchísima probabilidad, de la espera de los cristianos en el cumplimiento de las promesas divinas 20. Después que Cristo había subido al cielo esperaban impacientes su plena realización. Incluso sabemos por la
2Pe_3:3-4 que ciertos cristianos desconfiaban, hacia fines de la edad apostólica, de la realización de las promesas de nuestro Señor. Por eso era necesaria una confirmación solemne de esas promesas. Y de ahí que el ángel jure solemnemente en nombre de Dios que la realización del misterio de Dios se llevará a efecto. Parece que se trata de una realización inmediata. En cuyo caso se trataría de los designios providenciales de Dios sobre su Iglesia, es decir, del triunfo de la Iglesia sobre los poderes paganos. Se trata en definitiva del triunfo del mesianismo, del Evangelio, anunciado por los profetas 21. Este triunfo, sin embargo, no será definitivo hasta que se realice la plena consumación del reinado de justicia y paz entrevisto por los profetas del Antiguo Testamento y esperado impacientemente por los fieles del Nuevo Testamento. La unión de todos los elegidos entre sí y con Cristo será perfecta cuando suene la trompeta que anunciará el último juicio y la retribución definitiva. La Iglesia militante, después de las luchas y persecuciones sufridas en este mundo, obtendrá de este modo el triunfo último e inalienable. Sólo entonces los cristianos fieles saciarán plenamente sus ansias de salvación y de triunfo. San Juan trata indudablemente de consolar e infundir ánimo a los cristianos decaídos. La certeza de que las promesas divinas se cumplirán pronto con un gran triunfo de la Iglesia sobre sus enemigos era un pensamiento muy apropiado para consolar y excitar el entusiasmo en los miembros de la Iglesia perseguida.
San Juan come un librito,2Pe_10:8-11.
8
La voz que yo había oído del cielo, de nuevo me habló y me dijo: Ve, toma el librito abierto de mano del ángel que está sobre el mar y sobre la tierra. 9
Fuime hacia el ángel, diciendo que me diese el librito. El me respondió: Toma y cómelo, y amargará tu vientre, mas en tu boca será dulce como la miel. 10
Tomé el librito de mano del ángel, y me puse a comerlo, y era en mi boca como miel dulce; pero cuando lo hube comido sentí amargadas mis entrañas. n Me dijeron: Es preciso que de nuevo profetices a los pueblos, a las naciones, a las lenguas y a los reyes numerosos. Otra vez la voz del cielo, la misma que había prohibido escribir la revelación de los siete truenos, habla al vidente de Patmos. Le manda tomar
el librito abierto de mano del ángel que está sobre el mar y sobre la tierra (v.8). El ángel se lo da y le ordena que lo coma. El librito estaba
abierto, con lo cual quiere significar que su contenido no era secreto y podía ser comunicado a los cristianos. No era necesario abrirlo ni leerlo públicamente, porque el Cordero ya había abierto el gran libro sellado que contenía todo lo del librito y otras muchas cosas futuras. Conviene que San Juan lo coma, es decir, que se penetre bien de su contenido para anunciarlo y profetizarlo a todos los pueblos y naciones 22. Dicho contenido es muy probablemente el capítulo 12 y todo lo que sigue del Apocalipsis. La escena de Juan comiendo el librito está tomada indudablemente del profeta Ezequiel, el cual ve en la visión inaugural un rollo escrito por delante y por detrás, que contenía lamentaciones, elegías y ayes 23. Y a continuación oye una voz del cielo que ordena: Hijo de hombre, come eso que tienes delante; come ese rollo y habla luego a la casa de Israel. Yo abrí la boca e hízome él comer el rollo, diciendo: Hijo de hombre, llena tu vientre e hinche tus entrañas de este rollo que te presento. Yo lo comí, y me supo a mieles 24. La acción de comerse el libro significa apropiarse intelectualmente el contenido de él. A Ezequiel le resultó el rollo dulce como la miel; a San Juan le resultará dulce en la boca, pero amargo en el vientre (v.q-10). El librito le resulta dulce a Juan porque anuncia el triunfo de la Iglesia y la liberación de los cristianos de la opresión de los poderes paganos. Pero al mismo tiempo lo siente amargo porque también anuncia los sufrimientos temporales de los cristianos y la suerte trágica de los paganos. Su corazón compasivo de padre se siente angustiado al contemplar la ruina de tantos infieles. La misión profética, por otra parte, es una cosa extraordinariamente elevada y dulce; pero a la vez es difícil de cumplir, como vemos por el ejemplo de Jeremías.
Finalmente, se dice a Juan que
tendrá que profetizar de nuevo a los pueblos, a las naciones, a las lenguas y a los reyes numerosos (v.11). Esto significa que el vidente de Patmos, antes de terminar el Apocalipsis, tendrá que publicar las visiones contenidas en el librito. Estas visiones deben abarcar todo el contenido de los capítulos 12-20, que se refiere al Imperio romano. Los
reyes de los que nos habla aquí el autor sagrado no pueden ser otros que los del capítulo 17:10-12. Esto indica que la materia del librito corresponde, más o menos, al contenido de la séptima trompeta. El profeta se siente impulsado por una necesidad interior, después que ha comido el libro, a predicar
una vez más. Esta expresión hay que entenderla por relación a todas las profecías que ya ha pronunciado. Los oráculos que va a pronunciar a continuación serán, en parte, los mismos que ya ha anunciado, pero revestirán otra forma, con alusiones más particulares, y serán contemplados desde un punto de vista diverso. Tenemos aquí un ejemplo claro del procedimiento de composición llamado
recapitulación, en virtud del cual San Juan en el Apocalipsis no expone una serie continua y cronológica de sucesos futuros, sino que describe los mismos sucesos bajo formas literarias distintas 25.
1 Cf. A. Feuillet,
Le chapítre X de l'Apocalypse. Son apport dans la solution du problérre eschatologique: Sacra Pagina, Miscellanea Bíblica, Congressus Internationalis Catholicus de Re Bíblica, vol.2 (Bruxelas-Lovaina 1959) p.414-429. 2 Gf.
éxo_24:15s;
Sal_104:3;
Dan_7:13;
Mar_9:7;
Hec_1:9;
1Te_4:17;
Rev_1:7;
Rev_11:12;
Rev_14:14· 3 Cf.
Gen_9:12-17. 4
Rev_1:15. 5 Gf.
Rev_10:6-7. 6 Gf.
Apo_1:13ss. 7 El término griego âéâëáñßäéïí es el su vez lo es de otro, âéâëßïí de âßâëïò. diminutivo de otro diminutivo, âéâëÜñéïí, que a 8 San Juan emplea ìõêÜïìïð, mugir, que no puede aplicarse al león. De todas maneras, el autor sagrado probablemente quiso significar con esto la potencia y majestad del grito del ángel. 9 S. Bartina, o.c. p.689- 10 El
Sal_29:3ss llama al trueno la voz de Yahvé. Cf.
Jua_12:283. Este símbolo tal vez provenga de la mitología babilónica, en la que Adad, dios de la tempestad, cuando daba su voz, retumbaba en las siete esferas planetarias. 11 E. B. Allo, o.c. p.139- 12
Dan_12:4. 13
Dan_8:26. 14 Cf.
Gen_14:22;
Dan_12:7. 15
Exo_20:11;
Sal_146:6. 16
Gen_14:22;
Deu_32:40. 17
Exo_20:11. 18 Gf. 1 Cor 2,iss; Ef I.9-H.21-22 19
Col_2:2. 20 Cf.
Lev_19:11;
Lev_24:21;
Hec_1:6. 21 Cf. Ama,?;
Lev_1:70. 22 Cf.
Rev_10:11. 23
Eze_2:8-9. 24
Eze_3:1-3- 25 Cf. E. B. Allo, o.c. p.143.