Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Las Siete Cartas a las Iglesias, c. 2-3.
E stos dos capítulos se diferencian claramente del resto del libro. Y, sin embargo, son inseparables de todo el conjunto del Apocalipsis. Porque, de una parte, la mención de los atributos de Jesucristo, al comienzo de cada una de las cartas, está tomada de la visión inaugural l
; de otra parte, las promesas con que termina cada epístola resultan incomprensibles si no se tiene presente el final del Apocalipsis 2, que da la explicación de símbolos como el árbol de la vida y la nueva Jerusalén. 3 El mismo Cristo, que en in había ordenado al profeta escribir cuanto viere, es el mismo que ahora dicta a San Juan estas epístolas dirigidas a las siete iglesias.
El
plan de las cartas es uniforme, y la simetría es casi perfecta. Todas comienzan por
esto dice, y el que habla es Jesucristo, designado por uno de sus siete atributos: por aquel que dice mayor relación con la condición especial de cada Iglesia. Todas terminan por una promesa dirigida al
vencedor, o sea a todo cristiano fiel, la cual responde más o menos directamente al atributo proclamado. En
el cuerpo de cada carta también se observa el mismo orden. Las palabras de Cristo comienzan en todas las cartas por
conozco, que tiene por complemento la situación de la iglesia, con las amonestaciones oportunas. En todas las cartas se encuentra la expresión
el que tenga oídos, y a continuación se declara que es el
Espíritu el que habla a las Iglesias, es decir, el Espíritu Santo que posee Jesús4. Este Espíritu aparece aquí como una persona.
La
doctrina de las cartas presenta muchas semejanzas con el resto del Nuevo Testamento, especialmente con los sinópticos, con las epístolas a los Tesalonicenses, Colosenses, con la epístola de Santiago y la i Pe. La cristología se presenta ya muy avanzada, sobre todo en la afirmación clara de la divinidad de Jesús. El objeto principal de las promesas a semejanza del cuarto evangelio es la vida de la gracia, la vida eterna del Evangelio, comenzada ya en este mundo y que se completará en la gloria.
Los motivos que indujeron a San Juan a escribir estas cartas debieron de ser los peligros y errores que comenzaban a introducirse en las comunidades cristianas. Los peligros de las iglesias son más bien interiores que exteriores. La persecución parece que es todavía considerada como algo futuro. Juan conoce perfectamente la historia y la geografía de estas ciudades asiáticas, lo que supone que ya había vivido en ellas 5.
Las cartas están dirigidas al ángel de cada iglesia, que debe representar al jefe o al obispo de cada una de ellas. Esto supone que ya existía en todas partes un episcopado monárquico. Aunque el apóstol fuese el obispo de Efeso, esto no impide que San Juan se dirija al pastor de esta iglesia, ya que podía tener un pastor local distinto del apóstol; o, al menos, alguien había tenido que sustituirle durante su destierro 6
Capitulo 2.
Carta a la iglesia de Efeso, 2:1-7.
1
Al ángel de la Iglesia de Efeso escribe: Esto dice el que tiene en su diestra las siete estrellas, el que se pasea en medio de los siete candeleros de oro. 2
Conozco tus obras, tus trabajos, tu paciencia, y que no puedes tolerar a los malos, y que has probado a los que se dicen apóstoles, pero no lo son, y los hallaste mentirosos, 3
y tienes paciencia y sufriste por mi nombre, sin desfallecer. 4
Pero tengo contra ti que dejaste tu primera caridad. 5
Considera, pues, de dónde has caído, y arrepiéntete, y practica las obras primeras; si no, vendré a ti y removeré tu candelero de su lugar si no te arrepientes. 6
Mas tienes esto a tu favor, que aborreces las obras de los nicolaítas como las aborrezco yo. 7
El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de mi Dios. Efeso es nombrada en primer lugar a causa de su importancia y por ser la metrópoli de la provincia proconsular de Asia. La ciudad era muy antigua y la más rica del Asia Menor en aquel tiempo. Dotada de un gran puerto, con un territorio muy fértil, y una industria muy floreciente, era un gran centro comercial entre el Oriente y el Occidente. En ella confluían las grandes vías romanas que venían de Galacia, de Mesopotamia y de Antioquía. Su grandioso templo de Artemis o Diana, considerado como la séptima maravilla del mundo, era famoso en toda la antigüedad y hacía de la ciudad un centro religioso de los más notables del mundo antiguo. En la época de Domiciano vino a ser también el centro del culto imperial de la provincia proconsular de Asia. Era también la residencia del procónsul romano. Y en ella residía una numerosa colonia judía 7.
La iglesia de Efeso había sido fundada por San Pablo en su tercer viaje apostólico 8. El Apóstol de las Gentes llegó a Efeso por los años 53-56, y predicó allí con grande éxito durante casi tres años. Tuvo que abandonar la ciudad a causa de la sublevación de los orfebres, que veían amenazada su industria de fabricación de estatuitas de Diana con la propagación de la fe cristiana. Más tarde, probablemente después de la ruina de Jerusalén, el año 70, San Juan vino a establecerse en Efeso, y allí se mostraba su sepulcro y hasta la casa en que había vivido en compañía de la Virgen María. Después de la caída de Jerusalén, Efeso vino, pues, a convertirse en el primer centro del cristianismo oriental. En la actualidad, Efeso no es más que un campo de ruinas grandiosas, que, por sí solas hablan de la importancia que tuvo esta ciudad en la época en que San Juan escribía el Apocalipsis.
Jesucristo es presentado hablando y dictando al vidente de Patmos (v.1)· La orden que le da es que escriba las cosas que le va a decir para comunicárselas al
ángel de la iglesia de Efeso. En todas las cartas se repite el mismo mandato con las mismísimas palabras. Sólo cambia el nombre de la ciudad a la cual va dirigida la carta. El
ángel, en estos pasajes, muy probablemente simboliza al obispo de cada una de las Iglesias. Así lo han entendido generalmente los Padres latinos. Y esto explicaría los reproches que Jesucristo les dirige tocante a su conducta, lo cual resultaría de difícil explicación si admitimos que se trata de los ángeles tutelares de cada iglesia.
El autor sagrado describe a Cristo con rasgos tomados de
Rev_1:13. Se añade, además, el detalle de que se pasea en medio de los siete candeleros de oro, como para significar con esta actitud su dominio sobre todas las Iglesias, pues Efeso era como la metrópoli de todas las demás que ha de nombrar. Jesucristo tiene en su mano y domina a todos los jefes de las iglesias, y es señor absoluto de ellas. El hecho de pasear por en medio de ellas significa que Cristo vigila constantemente sobre esas comunidades cristianas.
Jesucristo
conoce la vida de la iglesia de Efeso, de la cual hace un gran elogio. En los
trabajos sufridos y en las persecuciones padecidas por el nombre de Jesús ha mostrado
paciencia; y no ha tolerado la presencia de
malvados y falsos apóstoles en su comunidad (v.2-3). Se hace particular referencia a los seudoapóstoles, de los cuales habla ya San Pablo en la 2 Cor 9, poniendo en guardia a los fieles contra esos falsos maestros. Se servían de mil maneras para sembrar entre los cristianos doctrinas corruptoras, que producían confusión y mucho daño en las almas. La
Didajé 10 manda que para descubrir el verdadero espíritu de los que se presentaban como apóstoles, profetas, maestros, se confrontase su vida y doctrina con la vida y la doctrina de Cristo. La iglesia de Efeso los
ha probado y los ha
hallado mentirosos. Se debe de tratar de los nicolaítas (cf. v.6) o de otros propagandistas de la semilla gnóstica, o también de judíos o judaizantes, que se esforzaban por introducirse y perturbar las comunidades cristianas. El Señor alaba la conducta de la iglesia de Efeso con estos falsos doctores. San Ignacio de Antioquía alaba igualmente a la iglesia de Efeso por haber cerrado sus oídos a los falsos doctores 11.
El hermoso elogio que hace Jesucristo de esta iglesia, tanto en lo referente a su fidelidad doctrinal como en la paciencia manifestada en las persecuciones, supone que la vida cristiana en lo que tiene de más esencial era floreciente en ella. Pero entonces, ¿cómo se entiende el reproche que le dirige:
Tengo contra ti que dejaste tu primera caridad? (v.4). Ahora bien, la caridad es la virtud esencial de la vida cristiana 12. ¿Cómo explicar, pues, esta especie de paradoja? Para entender esto hemos de tener presente que el verbo é, empleado aquí por San Juan, puede significar renunciar, abandonar, pero también aflojar, descuidar. Y el reproche que le dirige Cristo parece ser a causa de su negligencia. El aflojamiento de los efesios en la caridad, sin constituir un abandono propiamente dicho de la caridad, es una desobediencia progresiva o una vía de escape de una obligación rigurosa que tienen todos los cristianos de practicar la caridad 13. Por consiguiente, la iglesia de Efeso se ha resfriado en el fervor de su caridad primera. San Juan opone la caridad actual de la iglesia a la que tuvo en un principio, es decir, después de la conversión de los efesios. La caridad en aquella época era muy fervorosa. Pero con el tiempo, en lugar de desarrollarla mediante el continuo ejercicio para que diese sus frutos, la han dejado decaer.
La caridad de que nos habla aquí Juan no parece referirse únicamente al fervor interior. En
Rev_2:5 y 19 es asociada expresamente con las obras. De donde se deduce que se trata de la manifestación concreta del amor. Y esa manifestación se lleva a cabo por medio de las obras de caridad para con el prójimo, especialmente para con los pobres. Por lo tanto, esta caridad debe de ser la caridad fraterna manifestada en las obras de misericordia 14. El reproche del v.4 está, por consiguiente, en una línea auténticamente joánica, pues el mismo San Juan es el que dice: Quien ama a su hermano está en la luz, y en él no hay escándalo15. La caridad es como el lazo que da consistencia y vigor a todas las virtudes. Los efesios, con su cansancio en la práctica de esta virtud, ponen en peligro toda su vida moral. Su pereza en el ejercicio de las obras de caridad les conduce a una especie de tibieza espiritual. Conservan, es verdad, su capacidad de amar divinamente, porque no han perdido la gracia, pero se muestran perezosos en la práctica de la caridad 16.
Después Jesucristo exhorta a la iglesia de Efeso a la reflexión, al arrepentimiento y a la práctica de sus obras primeras de caridad. De lo contrario, el Señor vendrá y
removerá el candelera de su lugar (v.5). La amenaza simbólica podría ser una alusión a los desplazamientos sucesivos de la ciudad 17 y su definitiva destrucción. Para otros significaría más bien que la comunidad de Efeso decaería de su rango, perdiendo la primacía religiosa que entonces tenía en el Asia Menor.
Sin embargo, la iglesia de Efeso tiene a su favor el hecho de haber
aborrecido las obras de los nicolaítas (v.6). No sabemos con seguridad quiénes eran estos nicolaítas. En la antigüedad ha habido muchos escritores que ligaban equivocadamente esta secta con el diácono Nicolás 18. No obstante, no se conoce con certeza ni su autor ni sus enseñanzas erróneas, que debieron de ser de orden moral. Según Clemente Alejandrino 19, los nicolaítas permitían comer las carnes sacrificadas a los ídolos, después de echar sobre ellas los exorcismos, y afirmaban que la fornicación no era pecado. En cuyo caso, los nicolaítas constituirían una especie de herejía pregnóstica, que sería la continuadora, en las iglesias del Asia, del error del cual nos hablan las epístolas paulinas de la cautividad y las pastorales. Ha habido también autores modernos que han visto en
nicolaítas un juego de palabras: los nicolaítas habría que identificarlos con los baalamitas de la Iglesia de Pérgamo 20 y con la Jezabel de Tiatira 21, pues reflejarían los mismos vicios. En este caso, las palabras griegas íßêá ëáüí = él domina al pueblo de Dios, equivaldrían a la expresión hebrea baaíam = dueño del pueblo de Dios. Se trataría, pues, de un nombre simbólico, no de un nombre histórico. A continuación San Juan trata de atraer la atención de sus lectores para que mediten seriamente en el sentido del mensaje que les acaba de exponer:
el que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias (v.7). En los evangelios, Jesucristo emplea también frecuentemente esta misma expresión 22. El Espíritu que habla es el Espíritu Santo, inspirador de los profetas. Pero aquí es presentado como Espíritu de Cristo, porque es el mismo Cristo el que habla 23. Ese Espíritu conoce perfectamente el corazón de los hombres y sabe valorar sus acciones. Por eso puede reprender y corregir con conocimiento de causa. Y al mismo tiempo, como Dios, puede amenazar con castigos o bien ofrecer premios. Al cristiano que haya sido fiel y que, por lo tanto, haya resultado
vencedor 24 el Señor le dará en premio
a comer del árbol de la vida (v.7) 25. La vida cristiana es una especie de milicia, pues presupone una continua lucha contra todo lo que le puede apartar de Dios. Pero al que venciere, el Señor le dará el don de la inmortalidad. La imagen del árbol de la vida procede del Génesis 26, que lo coloca en medio del paraíso, guardado por querubines para que el hombre caído no logre arrebatar su fruto y recobrar la inmortalidad 27. En la literatura rabínica y apocalíptica se alude con frecuencia al árbol de la vida que se da a comer a los vencedores 28. Y según las ideas judías de entonces, atestiguadas por diversos apocalipsis apócrifos 29, el paraíso y el árbol de la vida debían volver a aparecer al fin de los tiempos para gozo de los elegidos. Sin embargo, el árbol es una pura imagen. El premio prometido es la inmortalidad bienaventurada. El árbol de la vida, que estaba en el paraíso terrenal, confería al que lo comía el don de la inmortalidad 30. Pero, por el pecado, el hombre quedó privado del don de la inmortalidad. Ahora Cristo promete a todo cristiano que venciere al pecado el don de la inmortalidad gloriosa en el cielo. Esto es lo que significa
comer del árbol de la vida que está en el paraíso de mi Dios. La literatura apocalíptica, siguiendo en esto el ejemplo de los profetas, idealiza frecuentemente el futuro mesiánico comparando su felicidad con la del paraíso terrestre 31.
En virtud de la identidad joánica entre gracia y gloria, también se podría ver aquí la presencia de Cristo en el alma fiel. Desde esta vida Cristo y el Espíritu Santo nutrirán a los cristianos fieles con el alimento que da la vida 32.
Carta a la iglesia de Esmirna,Rev_2:8-11.
8
Al ángel de la Iglesia de Esmirna escribe: Esto dice el primero y último, que estuvo muerto y ha vuelto a la vida: 9
Conozco tu tribulación y pobreza, aunque estás rico, y la blasfemia de los que dicen ser judíos y no lo son, antes son la sinagoga de Satán. 10
Nada temas por lo que tienes que padecer. Mira que el diablo os va a arrojar a algunos en la cárcel para que seáis probados, y tendréis una tribulación de diez días. Sé fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida. 11
El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El vencedor no sufrirá daño de la segunda muerte. Esmirna era otra de las grandes ciudades del Asia Menor, situada a 50 kilómetros al norte de Efeso. Edificada sobre una grande bahía, disfrutaba de un magnífico puerto. Se distinguió siempre por su fidelidad a Roma en sus luchas contra los Seléucidas, Cartago y Mitrídates. Por eso se le concedió el título
de fiel. Este fervor por Roma lo manifestó también levantando, la primera de todas las ciudades, en el año 195 a. C., un templo a la diosa Roma. En el año 26 d.C. obtuvo, antes que Efeso y Sardes, el privilegio de erigir un templo a Tiberio, a Livia y al Senado 33. Ignoramos cuándo recibió Esmirna la fe de Cristo. Es muy probable que la haya recibido de Efeso, por medio de algunos convertidos por San Pablo en esta ciudad 34. Esmirna era una ciudad rica y de mucho comercio. Por eso contaba con una comunidad numerosa de judíos. Es probable que por la fecha en que se escribía el Apocalipsis fuese ya obispo de Esmirna San Policarpo: discípulo de San Juan, que, al morir mártir por no querer decir, César es Señor (f 156), llevaba ochenta y seis años sirviendo a Cristo. Los judíos fueron los que impulsaron al pueblo a pedir su muerte. De todas las ciudades antiguas de la provincia, es Esmirna la única que ha renacido de sus cenizas, gracias a su magnífico puerto. Actualmente existe en Esmirna un buen grupo de católicos con su obispo. Se supone que Esmirna fue la patria de Hornero 35.
La carta dirigida a la Iglesia de Esmirna es la más breve de todas. Y sólo contiene elogios, lo cual parece indicar que era una comunidad ejemplar. Comienza con el mandato de escribir dirigido al obispo de Esmirna. Jesucristo se describe a sí mismo con los dos epítetos de /ö é,18: es
el primero y el último, el
que estuvo muerto y ha vuelto a la vida (v.8). Cristo se mantuvo siempre fiel a la voluntad de su Padre, incluso en el momento terrible de su pasión y muerte. Por este motivo obtuvo la vida. La Iglesia de Esmirna ha de hacer otro tanto, aun cuando se vea sumergida en la tribulación.
Jesucristo hace un buen elogio de la iglesia de Esmirna, que ha sufrido mucho, pero que todavía tendrá que sufrir más. En la causa de estos padecimientos tendrán parte los judíos, los cuales no merecen este honroso nombre, sino el de sinagoga
de Satán (v.q). Los judíos, muy numerosos e intrigantes en Esmirna, como en Efeso, han sido siempre particularmente duros para el cristianismo, como se ve por el
Martirio de San Policarpo 36, en el que aparecen ellos como los principales instigadores contra el santo obispo. Aquí, como en tantas otras partes, se cumple el dicho de Tertuliano: Synagogas iudaeorum fontes persecutionum.
La blasfemia de los que dicen ser judíos y no lo son debió de consistir probablemente en renegar de Jesucristo y de su Iglesia 37. Por eso mismo, no son verdaderos judíos; pues, en realidad, solamente los que creen en Jesucristo son los verdaderos judíos, los auténticos herederos de los privilegios del pueblo elegido. Los cristianos son, como dice San Pablo, el verdadero Israel de Dios 38. San Juan también reconoce el singular privilegio de los judíos, como se ve por su evangelio 39 y por este pasaje, pero a condición de que se mantengan en el plan establecido por Dios. En una ciudad rica, los fieles son pobres en bienes materiales, pero ricos en virtudes y merecimientos ante Dios. La antítesis
riqueza espiritual y pobreza material 40 es empleada de nuevo, aunque en sentido inverso, en la carta a la iglesia de Laodicea41. La comunidad cristiana de Esmirna se encuentra en estado de
tribulación y de
pobreza, causado probablemente por la persecución de los judíos, auxiliados a su vez por los poderes públicos. Unos y otros se han aprovechado de la ocasión para despojar a los cristianos de sus bienes. Por otra parte, sabemos que los cristianos primitivos procedían en su mayoría de la clase más pobre y humilde.
El Señor anuncia a los esmirnenses exhortándolos al mismo tiempo a no temer (v.10) la persecución que el diablo va a desencadenar contra algunos de la comunidad. El diablo, sirviéndose de la sinagoga de Satán, arrojará en la cárcel a estos esforzados campeones de Cristo. Pero la
tribulación, o la prueba permitida por Dios,
durará solamente
diez días. Esta expresión designa una corta duración, y es un símbolo de la impotencia de Satanás 42. Ante la prueba ya próxima, Jesucristo exhorta a los cristianos a mantenerse
fieles a la fe
hasta la muerte. La prueba suprema del amor del cristiano es el martirio 43. La exhortación a mantenerse
fiel se comprende bien teniendo en cuenta que la fidelidad a Roma era la nota que había caracterizado siempre a la ciudad de Esmirna. Al que se haya mantenido firme en medio de la tribulación el Señor promete darle
la corona de la vida, es decir, la corona de la vida eterna, que será el premio que Dios dará a los que hayan perdido la vida terrena por amor de El. La imagen de
la corona de la vida está tomada de los juegos griegos, en los que el atleta vencedor era coronado. Ya San Pablo había comparado la vida cristiana a una carrera en el estadio, en la cual sólo los vencedores obtendrán la corona de la vida eterna44. También la imagen aludida de la corona pudiera estar inspirada en la
belleza, de la ciudadela, que era llamada por los antiguos la corona de Esmirna. Sabido es que San Juan, en las cartas a las diversas iglesias, suele aludir a las cosas verdaderamente específicas de cada una de ellas.
El Señor termina la carta prometiendo al vencedor que
no sufrirá daño de la segunda muerte (v.11)45.
La segunda muerte46 significa la muerte
eterna, la pérdida del alma y la privación eterna de Dios en el estanque de fuego. De todo esto se verá libre el cristiano que permanezca fiel a Dios hasta la muerte. El autor sagrado parece contraponer la segunda muerte a la primera, es decir, a la muerte corporal, que algunos de los esmirnenses iban a sufrir pronto como mártires. Por eso Jesucristo se ha presentado a esta iglesia como el principio y el fin de toda vida, como el que pasó por la muerte para vivir eternamente47.
Carta a la iglesia de Pergamo,Rev_2:12-17.
12
Al ángel de la Iglesia de Pérgamo escribe: Esto dice el que tiene la espada, la espada de dos filos, la aguda: 13
Conozco dónde moras, donde está el trono de Satán, y que mantienes mi nombre, y no negaste mi fe, aun en los días de Antipas, mi testigo, mi fiel, que fue muerto entre vosotros, donde Satán habita. 14
Pero tengo algo contra ti: que toleras ahí a quienes siguen la doctrina de Balam, el que enseñaba a Balac a poner tropiezos delante de los hijos de Israel, a comer de los sacrificios de los ídolos y fornicar. 15
Así también toleras tú a quienes siguen de igual modo la doctrina de los nicolaítas. 16
Arrepiéntete, pues; si no, vendré a ti pronto y pelearé contra ellos con la espada en mi boca. 17
El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias. Al que venciere le daré del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en ella escrito un nombre nuevo, que nadie conoce sino el que lo recibe. Pérgamo, otra de las grandes ciudades de Asia Menor, estaba a unos 70 kilómetros al norte de Esmirna y a unos 30 del mar. Su grandeza y prosperidad databan del año 282 a. C., en que fue constituido el reino de los Atálidas, que duró hasta el año 133 a. C. En este año, el rey átalo III se sometió al dominio de Roma. Estaba situada sobre una solitaria colina de unos 300 metros de altura, desde la que dominaba el amplio valle del Caico. Los reyes de Pérgamo habían fundado en ella una gran biblioteca, que competía con la de Alejandría. Esto dio origen al desarrollo de una industria, la del
pergamino, que sustituía al papiro para la composición y escritura de los libros. Fue famosa por sus monumentos religiosos, entre los cuales descollaba el santurario de Zeus Soter, en el que los reyes de Pérgamo habían levantado un altar colosal, en uno de cuyos lados estaba representada la Gigantomaquia, o sea la lucha de los gigantes con los dioses. También era notable el culto de Esculapio, a cuya sombra nació el cultivo de la medicina. De sus escuelas salió el insigne Galeno. Pérgamo fue la sede de un Augusteum, o templo dedicado al emperador Augusto, y otro dedicado a la diosa Roma48. Sobre los orígenes del cristianismo en Pérgamo nada sabemos.
Después de la invitación a escribir, común a todas las cartas, Jesucristo se presenta empuñando
la espada de dos filos (v.12) 49. El contexto de la carta indica claramente que se trata del poder irresistible de la palabra divina 50. La palabra de Cristo es penetrante como una aguda espada de dos filos. Los que no sean fieles a la doctrina cristiana serán combatidos por el mismo Jesucristo con la espada de su boca (cf. v.16).
Cristo alaba la
fe y
la fortaleza de la Iglesia de Pérgamo, porque, aun morando donde está el trono de Satán, ha mantenido firme la fe recibida. Pérgamo podía ser llamada con mucha propiedad
trono de Satán (v.13), a causa de sus templos, de los cultos paganos y de su colegio sacerdotal. El templo de Zeus Soter dominaba, desde la acrópolis, los valles que rodeaban la ciudad. Además, era el centro del culto imperial oficial, por lo cual venía como a dominar sobre todos los demás templos de Asia Menor.
El Señor hace el elogio de su constancia por su fidelidad en una ocasión determinada, probablemente en una explosión del furor pagano, en que sufrió la muerte el mártir Antipas.Nada sabemos de él fuera de lo que nos dice este pasaje del Apocalipsis, Los Bolandistas lo colocan en el 11 de abril, y afirman que padeció martirio bajo Domiciano, quemado dentro de un buey de bronce. Antipas tal vez haya sido martirizado por rehusar el culto al emperador de Roma, es decir, por no querer reconocer el título de
Kyrios, Señor, al emperador, reservándolo únicamente para Cristo. Los cristianos se opusieron tenazmente ya desde un principio a dar al César el título de Kyrios (Êáßóáñ Êýñéïò: César es el Señor), porque lo consideraban como un título divino, que no era lícito dar a ninguna persona humana. En el
Martirio de San Policarpo se lee que los jueces incitaban a este ilustre santo a pronunciar el
César Kyrios como una formalidad cualquiera, con lo cual se libraría de la muerte. Pero el santo rehusó, pues teniendo en cuenta el significado que se le atribuía, constituía una grave blasfemia.
A pesar de la fidelidad demostrada por la Iglesia de Pérgamo, el Señor tiene sus quejas contra ella:
tolera en su seno
a los
que siguen las doctrinas de Balam y de los nicolaítas (v.14-15). El v.15 parece identificar según opinión de la mayoría de los intérpretes los nicolaítas con los secuaces de Balam. Este famoso adivino fue llamado por Balac, rey de Moab, para que maldijera a los israelitas, que amenazaban su reino. Balac esperaba que la maldición tuviese como efecto la destrucción de Israel. Pero Balam en lugar de maldecir, es obligado por Yahvé a proferir sobre Israel magníficas bendiciones 51. Sin embargo, por
Num_31:16 sabemos que las mujeres moabitas y madianitas indujeron a los israelitas, por consejo de Balam, a tomar parte en los cultos idolátricos de Baal Fogor. Así lo afirma también un comentario
haggádico judío, añadiendo que fue Balam el que dio este perverso consejo al rey de Moab, A esta interpretación parece aludir nuestro pasaje. Balam quedó en la literatura judaica como el prototipo del inductor al mal.
A semejanza de Balam, hay en la Iglesia de Pérgamo falsos doctores que con sus doctrinas erróneas inducen a los fieles al mal. Es probable que San Juan mire aquí a algún falso doctor que no tenía reparo en enseñar ser lícito tomar parte en los banquetes de los ídolos, en los sacrificios paganos o también dejarse llevar del desenfreno moral. El problema de los idolotitos preocupó ya desde un principio a los apóstoles. San Pablo había tenido que intervenir en este asunto para dar normas concretas a las cuales debían atenerse los fieles52. Según esto,
la fornicación de que nos habla el v.14 hay que entenderla de la connivencia con la idolatría. Es muy frecuente en los profetas del Antiguo Testamento el considerar la idolatría como una fornicación 53. La razón de esto está sin duda en el hecho de que Israel era considerado por esos mismos profetas como la esposa de Yahvé. Al darse a la idolatría venía como a prostituirse a un extraño, faltando así a la fidelidad debida a su esposo Yahvé. Sin embargo, es también posible que haya que tomar la expresión
fornicar de nuestro texto en sentido propio, pues las fiestas religiosas de Pérgamo, en las cuales tal vez participaban algunos cristianos, solían llevar consigo desórdenes morales.
Cristo exhorta a la Iglesia al arrepentimiento y a la corrección. De lo contrario vendrá pronto a ella y peleará contra los corruptores
con la espada de su boca (v.16). Esta espada no designa otra cosa que el fallo de su justicia pronunciado por su boca. Cristo, en cuanto juez, condenará con terrible castigo a los falsos doctores que se esfuerzan por seducir a los fieles de Pérgamo.
Al vencedor en los combates de la fe le promete, en cambio, dos cosas:
el mana escondido y una piedrecita blanca (v.11). En el maná hay una clara alusión al éxodo, durante el cual Dios alimentó a su pueblo con este alimento caído del cielo 54. Por el libro del éxodo 55 también sabemos que una muestra del maná se conservó escondida en el arca de la alianza. La tradición rabínica también consideraba como algo característico de la era mesiánica la reaparición del maná, escondido en el tercer cielo 56. La mención del maná en este pasaje tal vez haya sido sugerida por la alusión a Balam y a los recuerdos del éxodo, o bien por contraposición a los idolotitos de los que ha hablado en el v.14. El maná, junto con el árbol de la vida 57 y el agua de la vida58, vendrán como a formar el alimento de inmortalidad para los elegidos. En el cuarto evangelio, el maná es símbolo de la Eucaristía 59. También aquí San Juan parece referirse al alimento espiritual que es la Eucaristía, como reconocen casi todos los intérpretes. La Eucaristía es el alimento que da la verdadera vida, y se opone a los idolotitos que dan la muerte 60. Hay algunos autores, sin embargo, que piensan que la Eucaristía no es el premio aludido, porque los fieles de Pérgamo ya la poseían. El premio prometido al vencedor sería más bien de tipo escatológico. Se referiría a la visión beatífica, que sacia totalmente las ansias y deseos del bienaventurado. En este sentido hablaría el arcángel Rafael cuando decía a Tobías: los ángeles se sustentan de un manjar invisible y de una bebida que los hombres no pueden ver.61
La
piedrecita blanca el blanco es color de victoria y de alegría es una imagen tomada probablemente de los billetes de entrada
tessera a los teatros, a los banquetes, o bien de los talismanes protectores, que solían llevar un nombre mágico grabado. Esta piedrecita blanca dada a los cristianos fieles simboliza el billete para entrar y tomar parte en el banquete celestial, en el reino de los cielos. La literatura rabínica también refiere que con el maná cayeron del cielo piedras preciosas 62. No es del todo improbable que el autor del Apocalipsis haga referencia a esta opinión rabínica. Otra hipótesis muy sugestiva es la que identifica la
piedrecita blanca del Apocalipsis con el
símbolo (óýíèçìá) que Arístides de Esmirna recibió de Esculapio de Pérgamo como consolador auxilio moral63. El
nombre nuevo, que va escrito sobre la piedrecilla, alude probablemente a un nombre de Cristo 64. Solamente el que posee ese nombre conoce su sentido, y únicamente será gustado por los fieles que han triunfado.
Con esto se quiere poner más de realce, posiblemente, un lazo mucho más íntimo entre Cristo y el alma del cristiano. Sería la experiencia íntima y personal que el cristiano tenga de Jesucristo. Sólo aquel que la sienta podrá darse cuenta de ella: es un
nombre nuevo, que nadie conoce sino el que lo recibe (v.17). También podría interpretarse el
nombre nuevo como equivalente a santo
y seña, con el que se facilitaría al agraciado la entrada al banquete celeste65.
Carta a la iglesia de Tiatira,Num_2:18-29.
18
Al ángel de la Iglesia de Tiatira escribe: Esto dice el Hijo de Dios, cuyos ojos son como llamas de fuego, y cuyos pies son semejantes a azófar: 19
Conozco tus obras, tu caridad, tu fe, tu ministerio, tu paciencia y tus obras últimas, mayores que las primeras. 20
Pero tengo contra ti que permites a Jezabel, esa que a sí misma se dice profetisa, enseñar y extraviar a mis siervos hasta hacerlos fornicar y comer de los sacrificios de los ídolos. 21
Yo le he dado tiempo para que se arrepintiese; pero no quiere arrepentirse de su fornicación, 22
y voy a arrojarla en cama, y a los que con ella adulteran, en tribulación grande, por si se arrepienten de sus obras. 23
Y a sus hijos los haré morir con muerte arrebatada, y conocerán todas las iglesias que yo soy el que escudriña las entrañas y los corazones, y que os daré a cada uno según vuestras obras. 24
Y a vosotros, los demás de Tiatira, los que no seguís semejante doctrina y no conocéis las que dicen profundidades de Satán, no arrojaré sobre vosotros otra carga. 25
Solamente la que tenéis, tenedla fuertemente hasta que yo vaya. 26
Y al que venciere y al que conservare hasta el fin mis obras, yo le daré poder sobre las naciones, 27
y las apacentará con vara de hierro, y serán quebrantados como vasos de barro, 28
como yo lo recibí de mi Padre, y le daré la estrella de la mañana. 29
El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Tiatira, la menos importante de las siete ciudades nombradas por San Juan, estaba situada a 65 kilómetros al sudeste de Pérgamo. Antes de que fuera incorporada al imperio romano era una pequeña ciudad de guarnición entre la Misia y la Lidia, levantada por Seleuco I (312-280 a. C.), y estaba situada entre los ríos Caico y Hermo. Hacia el año 190 a. C. fue conquistada por Roma. Desde entonces comenzó a crecer la ciudad, llegando a alcanzar un desarrollo industrial muy floreciente. Era célebre en la antigüedad por sus industrias de tejidos, de tintorería y de fundición. Esto contribuyó al desarrollo de sus numerosas asociaciones obreras y patronales de carácter profesional y religioso, como nos lo atestigua la epigrafía de la ciudad66. Eran frecuentes los banquetes idolátricos que se celebraban con motivo de las fiestas patronales de cada gremio laboral. Por lo cual los cristianos se veían con frecuencia en compromiso, al sentirse por una parte obligados a cumplir con sus deberes gremiales y, por otra, a llevar a efecto sus exigencias cristianas. Era famoso el templo dedicado a la sibila oriental Sambata, que, por eso, era llamado
Sambatheion. Ignoramos de qué manera penetró en esta ciudad el cristianismo. Sólo sabemos que entre los convertidos por San Pablo en Filipos se contaba una mujer, por nombre Lidia, originaria de Tiatira y dedicada al comercio de la púrpura67.
La carta a la iglesia de Tiatira es la más larga de todas. En ésta, y en las otras tres que faltan, se invierten las dos constantes finales.
El título de
Hijo de Dios (v.18) sólo se encuentra bajo esta forma en este pasaje. Sin embargo, la idea se expresa implícita o equivalentemente en muchos otros lugares del Apocalipsis, con fórmulas diversas68. La divinidad de Cristo y su filiación natural era una verdad fundamental del cristianismo. Jesucristo había muerto precisamente por afirmar inequívocamente esta verdad69.
Los ojos de Cristo son como
llamas de fuego. Existe en esta expresión una alusión manifiesta a la visión inaugural70. Los antiguos creían, al parecer, que los ojos emitían una luz con la cual la visión resultaba mucho más perfecta. Jesucristo tiene un foco de luz potentísimo en sus ojos, con los cuales puede penetrar hasta los más profundos escondrijos de las almas y de los corazones. De este modo puede contemplar la vida de la Iglesia de Tiatira y las maldades que cometen algunos de sus miembros incitados por Satán. Los
pies de Cristo son
semejantes a azófar o a auricalco incandescente, como ya se dijo en
Rev_1:15. Para muchos autores el auricalco incandescente designaría un metal muy duro, que serviría para simbolizar la acción de Cristo pisoteando y deshaciendo a sus enemigos y toda clase de maldad que se pueda cometer en este mundo 71. Sin embargo, la luminosidad de los pies de Cristo nos parece una imagen muy apropiada y en perfecto paralelismo con el fulgor de los ojos, para significar la naturaleza espiritual de Jesucristo, que penetra hasta lo más recóndito del corazón humano 72.
Como en las otras cartas, San Juan hace primero el elogio de la Iglesia de Tiatira, para pasar después a los reproches. En la 1 Tes también San Pablo procede de la misma forma: los reproches sólo los comienza en el capítulo 4. El elogio de la Iglesia de Tiatira es el más rico y espléndido de todas las cartas. Discuten los autores si los términos aquí empleados para describir las virtudes de dicha iglesia han de ser tomados en sentido propio, o si, por el contrario, San Juan cita únicamente un catálogo tradicional de virtudes73. En las epístolas pastorales de San Pablo encontramos muchas enumeraciones análogas de virtudes74. Y en todas es mencionada la
caridad, que casi siempre es asociada a la
fe y a la
paciencia 75
1 Esto nos fuerza a considerar la
caridad de nuestro texto más bien como una virtud moral que se manifiesta en las obras de misericordia. De modo semejante, la
fe designa no la fe teologal propiamente dicha, sino la lealtad y la fidelidad. No obstante, estas manifestaciones concretas de la
caridad y de la
fe proceden de la íntima unión del alma con Cristo. Por eso, el cristiano
caritativo y fiel en la vida ordinaria es el que cree en Cristo y le ama personalmente 76.
San Juan alaba las obras (epyoc) de la Iglesia de Tiatira, la primera de las cuales es la
caridad. El
ministerio (äéáêïíßá) es probable que se refiera al servicio de los pobres y de los afligidos 77, es decir, sería una manifestación de la caridad eficiente para con los hombres, y en especial para con los cristianos. La
paciencia (õðïìïíÞ) es probable que se refiera a la fuerza que da la caridad para sufrir con resignación. Esta es, precisamente, la característica de la caridad, según el sermón de la Montaña y las epístolas de San Pablo: la caridad
todo lo tolera.78
Además, la Iglesia de Tiatira no se ha estancado en la vida cristiana, sino que ha progresado: sus
obras últimas son
mayores que las primeras (v.18), no sólo en número, sino también en calidad79. A la Iglesia de Tiatira le sucede lo contrario de lo que sucedía a la de Efeso, que había aflojado en su primera caridad 80. En cambio, las obras de caridad de la Iglesia de Tiatira son ahora más excelentes que al principio. Para San Juan, lo que caracteriza el verdadero amor, la auténtica caridad cristiana, es la manifestación externa de ese amor en obras de misericordia.
Pero no todo es bueno en Tiatira. El apóstol le reprocha varias cosas que pueden ser motivo de perversión para los fieles. Su mal es muy parecido al de Pérgamo, pero da la sensación de estar más extendido. Y como al hablar a la iglesia de Pérgamo se sirvió el autor sagrado del nombre de Balam81, así ahora toma el nombre de Jezabel para designar probablemente a alguna dama influyente de aquella Iglesia 82. El nombre de Jezabel es indudablemente simbólico, y está tomado de la tristemente famosa mujer de Ajab, que introdujo los cultos fenicios en el reino de Israel y persiguió a muerte a los verdaderos profetas 83. El Señor la castigó con muerte terrible, lo mismo que a toda su descendencia84. La Jezabel de que nos habla San Juan perteneciente posiblemente a la secta de los nicolaítas enseñaba y fomentaba con su ejemplo la idolatría, participando en los sacrificios de los ídolos 85. En Tiatira abundaban las asociaciones de artesanos, las cuales celebraban con frecuencia sus fiestas y banquetes religiosos, que darían ocasión a los actos idolátricos aquí condenados. A esta dama, o a esta porción de fieles representados por la dama Jezabel, les
había dado el Señor
tiempo para que se arrepintiesen (v.21), tal vez por medio de una corrección pública; pero no había querido cambiar de conducta. La falsa
profetisa se ha empeñado en seguir con sus
fornicaciones y adulterios. Los términos
fornicación y adulterio pueden aludir a la convivencia con la idolatría, pues en el Antiguo Testamento fornicación es sinónimo de idolatría. Pero también pueden designar una doctrina moral laxista, y referirse a los desórdenes que acompañarían la participación de los nicolaítas en los banquetes paganos (v.20-21).
De la carta dirigida a los de Tiatira se desprende con bastante claridad que los cristianos de esta ciudad tomaban parte, con rek-tiva facilidad, en los banquetes en que se comía carne sacrificada a los ídolos. Lo cual no ha de extrañar si esos banquetes eran los celebrados por los gremios laborales de la industriosa ciudad. Esta costumbre de asistir a los banquetes de los ídolos parece inveterada, pues
no quieren arrepentirse de su fornicación. Por cuyo motivo, Jesucristo amenaza con
arrojarla en cama (v.22), en el lecho de la enfermedad86. Es un contraste sarcástico con el
lecho del adulterio o con el
triclinium de los banquetes sagrados 87. El Señor va a castigarla, juntamente con sus hijos (v.23), es decir, los que siguen su ejemplo, con una muerte desastrosa, como la que sufrió la fenicia Jezabel 88. Este castigo lo permite el Señor con el fin de que se
arrepienta de sus obras, pues Dios quiere que todos los hombres se salven y les concede el tiempo y las gracias suficientes para ello. Además, el castigo servirá de ejemplo no sólo a la Iglesia de Tiatira, sino también a otros, a los que pudiera llegar el escándalo. Con esto conocerán todos cuan verdaderas son las palabras del profeta: Yo soy Yahvé, el que escudriña las entrañas y los corazones, y el que os dará a cada uno según vuestras obras 89.
A continuación (v.24-25) el Señor contrapone a los que acaba de condenar los demás que se han mantenido fieles a la verdadera doctrina y han conservado pura la tradición apostólica. Estos no han aceptado las
profundidades de Satán. La expresión
profundidades de Satán parece designar el sistema doctrinal nicolaíta, que nosotros no conocemos. Los adherentes a este sistema enseñaban errores doctrinales, unidos a un cierto libertinaje moral, que les llevaba a separarse de la doctrina recibida de los apóstoles 90. Porque consideraban esta doctrina apostólica como un peso insoportable. Pero San Juan les dice que la única
carga que Cristo impone a los fieles es la de conservar la fe en El (v.25), absteniéndose de toda participación en las ceremonias idolátricas, especialmente en los banquetes sagrados. El concilio de Jerusalén también había prohibido comer carne sacrificada a los ídolos, principalmente por lo que esto implicaba de participación en los cultos paganos 91. Los cristianos fieles de Tiatira han de guardar firmemente la doctrina apostólica
hasta que venga Cristo. Se refiere el autor sagrado a la manifestación escatológica de Jesucristo como juez del mundo. Entonces, cuando Cristo venga,
al que venciere 92 y perseverare hasta el fin en las obras de fe y caridad, a las que ha aludido arriba 93, le dará un premio singular:
el dominio sobre las naciones (v.26). La expresión está tomada del
Sal_2:9, en el que se dice del Mesías que regirá las naciones con cetro de hierro y las quebrará como vaso de barro. Es la promesa que Dios hace al Mesías futuro de constituirlo soberano de todos los pueblos. De este poder que el Mesías recibe de Yahvé (v.28) participarán en su día los fieles de Cristo, que ahora sufren la opresión de las naciones rebeldes a la fe 94. Cuando los elegidos reinen con Cristo en el cielo participarán de algún modo en su soberanía, porque juntamente con El han logrado vencer al mundo 95. San Juan insiste frecuentemente en el Apocalipsis sobre el dominio absoluto de Cristo victorioso sobre todas las criaturas, y en unión con El gozarán de ese dominio los elegidos 96. Era una manera de consolar a los afligidos cristianos que estaban sometidos a la tiranía imperial, que se esforzaba por arrebatarles su fe 97.
Un segundo premio que se promete a los vencedores es
la estrella de la mañana (v.28), es decir, el mismo Cristo, el cual se aplica este título en
Rev_22:16. Se trata, pues, de la posesión del mismo Cristo, prometida en otros textos bajo la forma de árbol de vida, de maná, etc. Por eso, las iglesias, en cuanto participan de esta luz, que es Cristo, son representadas por candeleros 98, y sus ángeles son estrellas . Jesucristo es llamado también
estrella de la mañana en
2Pe_1:19, que la Vulgata traduce por
Lucifer. Este nombre, en los primeros siglos cristianos, era aplicado a Cristo. Sólo a partir de la Edad Media se comenzó a dar a Satanás el título de Lucifer, a causa de la aplicación que se le hizo del texto de
Isa_14:12, en donde el rey de Babilonia, símbolo de Satanás, es llamado
lucifer o estrella de la mañana 100. Una confirmación de esto la tenemos en el cántico litúrgico
Exultet de la vigilia pascual, en el cual Cristo es llamado
lucifer matutinus. Es posible que San Juan nos hable de Cristo como
estrella de la mañana, como astro resplandeciente, para oponerlo al culto del sol, que era adorado en Tiatira como un dios.
1
Rev_1:13-18. 2 Ap 21-22. 3 A. Gelin, o.c 4
Rev_5:6. 5 E. B. Allo, o.c. p.29-30. 6 A propósito de las cartas a las siete iglesias, se pueden consultar las obras siguientes: Hort,
The Apocalypse ofSt. John I-III (Londres 1908); W. Ramsay,
The Letters to the Seven Churches of Asia, and their Place in the Plan ofthe Apocalypse (Londres 1909); C. H. Parez,
The Seven Letters and the Rest ofthe Apocalypse: JTS 12 (1910-1911) 284-286; j. Breuer,
Geheim-nis der sieben Sterne. Von Ephesus bis Laodicea: Das Heilige Land in Vergangenheit und Ge-genwart 84 (1952) 57-62; I. Schuster,
La Chiesa e le sette chiese apocalittiche: ScuolCat 81 (1953) 217-223; A. George,
Un appel a lafidelité. Les lettres aux sept églises d'Asie (Ap 2-3)' Bivichr 15 (1956) 80-86; F. Hoyos,
La carta común a las siete iglesias. Iniciación a la parte parenética del Apocalipsis: RevBi 18 (Buenos Aires 1956) 82-90.135-141-198-203; 19 (1957) 18-22; H. Martin,
The Seven Letters, Christ's Message to His Church (Londres 1956); J. A. Seiss,
Letters to the Seven Churches (Grand Rapids 1956); W. Barclay,
Letters to the Seven Churches (Londres 1957); A. S. Macnair, To
the Churches with Love. Biblical Studies ofthe Seven Churches (Filadelfia 1960); M. Hubert,
L'architecture des lettres aux Sept églises: RB 67 (1960) 349-353; L. Poirier,
Les sept églises ou le premier septénaire prophétique de à Apocalypse (Montréal 1943). 7 Cf.
Hec_19:1-20. 8 Gf.
Hec_19:10;
Hec_20:31. 9
2Co_3:1;
2Co_11:3-5. 10
Didajé 11:8:4. 11 San Ignacio De Antioquía,
Ad Ephes. 7:1 : 19:1· 12 Cf.
1Co_13:1-13. 13 Cf. G. Spicq,
ágape III (París 1959) p.114-116. 14 Cf.
Rev_2:19;
Mat_24:12. Véanse A. Gelin,
L'Apocalypse, en
La Sainte Bible de Pirot-Clamer, XII p.óoo; J. Moffat,
The Love in the í. T. (Londres 1929) p.236. 15
1Jn_2:10;
1Jn_2:3,
1Jn_2:14s; cf.
Jua_13:35;
2Jn_1:5-6 16 Cf. C. Spicq, o.c. p. 117-118. 17 Cf. W. Ramsay, o.c. p.245. 18 Cf.
Hec_6:5; San Ireneo,
Adv. haer, i,
Hec_26:3 : PG 7:687. 19
Stromata 2:20:118; 3:4:25: PG 8:10628.11305; cf. San Hipólito,
Filosofumena 8:36. 20
Rev_2:14-15. 21
Rev_2:20. 22 Cf.
Mat_11:15;
Mat_13:9-43;
Mar_4:9.23. 23
Rev_2:1. 24 El término íéêþí = vencedor es eminentemente joánico. Se emplea mucho en el Ap y seis veces en la 1 Jn. 25 Cf. A P 22:2. 26
Gen_2:9. 27
Gen_3:22ss. 28 Cf. J. Bonsirven,
Judaísme palestinien I (París 1934) p.329.333-35.511.518; Strack-Billerbeck, III p.?92; IV 885.933.1121-1125.1130-1165. 29 Apocalipsis
de Moisés 28, etc. 30 Cf.
Gen_3:22.24. 31 Cf.
Henoc etiópico 24:4-6; 25:1-7; Apocalipsis
de Moisés 28;
Apocalipsis de Pedro v. 15-16. 32 Gf.
Jua_6:4855 : Yo soy el pan de vida. Véase E. B. Allo, o.c. p.33; A. Gelin, o.c. p.6oi. 33 Tácito,
ármales 4:15. 34
Hec_19:10. 35 Cf. E. Deschamps,
Smyrne, la ville d'Homére: Bulletin de la Société Géographique de Marseille 36 (1912) 151-178; G. Cadoux,
Ancient Smyrna (Oxford 193^). 36
Martirio de San Policarpo 12:2. 37
Hec_13:45;
Rev_13:6. Cf. San Ignacio De Antioquía, Ad
Smyrn. 1:2. 38
Gal_6:15;
Rom_2:28;
1Co_10:18. 39 Jn i,n;
1Co_4:22. 40 Cf.
Lev_12:21;
2Co_6:10;
Stg_2:5;
1Ti_6:175' 41
Rev_3:17. 42 Cf.
Dan_1:12.14. 43
Flp_2:8;
Heb_12:4. 44 Gf.
1Co_9:24-27;
1Pe_5:4. 45 Cf. P. Hoyos,
La fidelidad en el combate y el premio (Rev_2:8-11): RevBib 20 (Buenos Aires 1958) 73-77.127-133.190-193- 45 Gf.
Rev_20:6. 47 E. B. Allo, o.c. p.36. 48 Cf. K. Humann,
Altertümer von Pergamon (Berlín 1885-1923); H. Kahler,
Pergamon (Berlín 1949); R. north, Thronus
Satanae Pergamenus: VD 28 (1950) 65-76. 49 Cf.
Rev_1:16. 50 E. B. Allo, o.c. p.s8. 51 Núm 22:2-24:25. 52 1 Cor 8-10;
Rom_14:2.15;
2Co_6:16; cf.
Hec_15:20.29. 53 Cf.
Ose_4:10-14;
Ose_5:4;
Jer_3:9;
Eze_16:20-34. 54
Exo_16:4. 55
Exo_16:32-34- 56 Cf. Strack-Billerbeck,
Kommentar zum N. T. aus Talmud una Midrasch III p.?93 ; Apocalipsis
siríaco de Baruc 29:8; Orne,
sibil. 7:148. 57
Rev_22:2. 58
Rev_22:1. 59
Jua_6:31-32; A. Gelin, o.c. p.6o3. 60 A. Jankowski, Manna absconditum (
Rev_2:17) quonam sensu ad Eucharistiam referatur: Collectanea Theologica 29 (Varsovia 1958) 3-10. 61 Tob 12:19. Cf. S. bartina, o.c. p.635. 62 Cf.
Talmud in Josué 8. 63 W. M. Ramsay,
The White Stone and the Gladiatorial Tessera: The Expositor 16 (Londres^ 1904-1905) 558-561. 64 Cf.
Rev_3:12;
Rev_19:12. En
Rev_19:16 se dice que Cristo lleva escrito sobre su manto su nombre, que suena:
Rey de reyes, Señor de señores. 65 Gf. S. Bartina, o.c. 66 Cf.
Hec_16:14. 67
Hec_16:14. 68 Cf.
Rev_1:6;
Rev_2:273;
Rev_3:5-21;
Rev_14:1. 69
Mat_26:63;
Jua_19:7. 70
Rev_1:14. 71 Cf.
Sal_2:9. 72 S. Bartina, o.c. p.637. 73 Cf. C. Spicq,
ágape III P.I 18-119. 74 Cf.
1Ti_1:14;
1Ti_2:15;
1Ti_4:12;
1Ti_6:11;
2Ti_1:7.13;
2Ti_2:22;
2Ti_3:10;
Tit_2:2. 75 Cf.
1Ti_6:11;
2Ti_3:10;
Tit_2:2. 76 Cf.
Heb_6:10. Véase C. spicq, o.c. p.ng. 77 Cf.
Hec_11:29;
Rom_15:25.31;
1Co_16:15;
2Co_8:4;
2Co_9:1;
1Pe_4:10. 78
1Co_13:7. 79 El término ðëåßïíá no sólo significa multiplicidad (
Mat_11:20), sino también valor, excelencia (
Mat_6:25;
Mat_12:41; Me 12:43;
Lev_12:23;
Lev_21:3;
Heb_3:3;
Heb_11:4). 80
Rev_2:4. Cf. C. Spicq, o.c.
p.ng. 81
Rev_2:14. 82 Hay, sin embargo, algunos manuscritos (A,O,46), la versión sir., etc., que añaden el pronombre posesivo óïõ = tu. Según esto, habría que traducir: permites a
tu mujer Jezabel.. En cuyo caso se referiría a la mujer del obispo de Tiatira, o a la mujer de un falso doctor, o bien designaría la comunidad en sentido figurado. Con todo nos parece que tiene mucha más probabilidad de autenticidad el texto sin el pronombre posesivo, como se puede ver por las ediciones críticas. 83 1
Rev_16:31-33;
Rev_19:1-7;
2Re_9:30-32. 84
1Re_21:17-26;
2Re_9:22.33-3? 85 Cf. Shurrer Die profetin Isabel in Thiathira.39-57. 86 LA expresión hebrea caer en un lecho (
Exo_21:18,
Jue_8:3.) 87 E. B. Allo, o.c. p.43. 88 Cf.
2Re_9:33-37- 89
Jer_17:10; cf.
1Te_2:5;
Rom_8:27. 90 La doctrina gnóstica es llamada por algunos escritores antiguos ôá âÜâç: las profundidades (cf. San Ireneo,
Adv. haer. 2:22:1.3; San Hipólito,
Filosofumena 5:6; Tertuliano,
Adv. Valentinum i). 91
Hec_15:28-29. 92 En las cuatro últimas cartas, como ya dejamos indicado, el profeta invierte el orden de los dos puntos postreros, poniendo primero el premio de los vencedores y luego la amonestación para que escuchen la voz del Espíritu. 93
Rev_2:19. 94 Cf.
Sab_3:8. 95 5
Jua_16:33;
1Jn_5:4-5. 96
Rev_12:5;
Rev_19:15-16. 97 Cf. M. García Cordero, El libro de los siete sellos ñ.ææ. 98
Rev_1:13. 99
Rev_1:20. 100 Cf. A. Gelin, o.c. p.604.