para que conozca todo el mundo que tú eres el Señor, nuestro Dios, y que has dado tu nombre a Israel y a su descendencia. (Baruc 2, 15) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)
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2. Enumeración de las Calamidades Sufridas (1-10).
1Cumplió Yahvé la palabra que había dado contra nosotros y contra nuestros gobernantes que regían a Israel, contra nuestros reyes, contra nuestros príncipes y contra todo varón de Israel y de Judá, 2de traer sobre ellos grandes males I cuales no los había hecho debajo de todo el cielo, como fueron hechos en Jerusalén, según lo que está escrito en la Ley de Moisés, 3que comeríamos las carnes de nuestros hijos y de nuestras hijas 4y los entregaría a poder de todos los reinos nuestros vecinos para escarnio y espanto de todos los pueblos en derredor,entre los cuales los dispersó el Señor. 5Fuimos abatidos, en vez de ser ensalzados, por haber pecado contra el Señor, nuestro Dios, desoyendo su voz. 6Del Señor nuestro es la justicia, nuestra y de nuestros padres la confusión y el sonrojo, como se ve al presente. 7Los males que el Señor anunció contra nosotros, todos nos han sobrevenido. 8Y no aplacamos el rostro del Señor convirtiéndonos de los pensamientos de nuestro corazón perverso. 9Veló el Señor sobre el castigo y lo trajo sobre nosotros, porque el Señor es justo en todas las obras que nos ordenó. 10 Pero nosotros no oímos su voz, caminando en los preceptos del Señor, que puso delante de nosotros.
El hagiógrafo enumera algunas de las mayores calamidades que les han sobrevenido, entre las que destacan las escenas de antropofagia habidas en el asedio de Jerusalén (í.3), según había sido predicho 1.
Otro castigo máximo ha sido la sujeción a pueblos extranjeros, siendo así el escarnio y el baldón ante todos los pueblos. Como pueblo elegido por Dios, tenían un puesto privilegiado entre las demás naciones, pero han sido abatidos en vez de ensalzados (v.5).
Plegaria (11-18).
11 Y ahora, Señor, Dios de Israel, que sacaste a tu pueblo de la tierra de Egipto con mano fuerte, con señales y prodigios, con poder grande y brazo tendido, y te adquiriste un nombre, como se ve al presente, 12hemos pecado, hemos cometido impiedades e injusticias, Señor, Dios nuestro, contra todos tus justos preceptos. 13 Apártese tu ira de nosotros, pues hemos quedado reducidos a poco en medio de las naciones en que nos dispersaste. 14Escucha, Señor, nuestra oración y nuestra plegaria, líbranos por amor de ti y danos gracia en presencia de los que nos deportaron, 15 para que toda la tierra conozca que tú eres el Señor, Dios nuestro, que tu nombre es invocado sobre Israel y sobre su linaje. 16Señor, mira desde tu santa casa y piensa en nosotros; inclina, Señor, tu oído y escucha. 17Abre tus ojos y mira que no proclaman la gloria y la justicia del Señor los muertos que están en el hades, cuyo espíritu abandonó sus entrañas. 18Mas sólo el alma entristecida por la grandeza de los males que padece, que camina encorvada y débil, apagados los ojos y el alma hambrienta, pueden, Señor, pregonar tu gloria y tu justicia.
Reconociendo sus transgresiones, piden a Dios que les cambie su suerte, ya que está comprometido el mismo honor de Yahvé (v.15). La liberación de la cautividad debe ser un timbre de gloria para Yahvé entre los pueblos. En otro tiempo, el maravilloso éxodo de Egipto fue la prueba de su omnipotencia ante la nación perseguidora, Egipto. Los ojos de los exilados miran confiados en Yahvé, que habita en su casa santa, la morada celeste 2 desde donde contempla el desarrollo de todos los hechos de la historia. Por otra parte, Yahvé debe considerar, por su propio interés, que, si desaparece su pueblo, nadie se preocupará de darle gloria, ya que los muertos que están en el hades no proclaman la gloria y la justicia del Señor (v.17). El hades aquí es la traducción griega del seol hebreo, morada lúgubre de los muertos, donde éstos no llevan una subsistencia completa, sino debilitada y como en sombra 3. El hagiógrafo, pues, aún no tiene la luz sobre la retribución en el más allá y sobre la vida en Dios, como aparece en la época de los Macabeos 4.
Las amenazas de Yahvé, cumplidas (19-26).
19 Que no apoyados en la justicia de nuestros padres y de nuestros reyes, derramamos nuestros ruegos delante de tu rostro, Señor, Dios nuestro, 20 porque tú has derramado tu ira y tu cólera sobre nosotros, según tenías anunciado por tus siervos los profetas. 21 Así dijo el Señor: Inclinad vuestros hombros para servir al rey de Babilonia, y seguiréis habitando en la tierra que yo di a vuestros padres;22 Pero, si no escucháis la voz del Señor, sirviendo al rey de Babilonia, 23 haré cesar en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén la voz del gozo y la voz de la alegría, la voz del esposo y la voz de la esposa, y toda la tierra se convertirá en un desierto sin moradores. 24 Y nosotros no escuchamos tu voz, sirviendo al rey de Babilonia, y tú cumpliste las palabras i que habías dado por tus siervos los profetas de que serían sacados fuera de sus sepulcros los huesos de nuestros reyes y de nuestros padres. 25 Y, en efecto, han sido arrojados al calor del día y al hielo de la noche. Han muerto en medio de atroces males, de hambre, de espada y de peste. 2 Y la casa en que era invocado tu nombre la has puesto como hoy se hallapor la maldad de la casa de Israel y de la casa de Judá.
El hagiógrafo es consciente de la falta de méritos de sus antepasados para hacer fuerza ante Dios en orden a liberarlos de la cautividad (v.19). Todo lo que ha sucedido ha estado anunciado por los profetas, y cita un pasaje de Jer_27:11-13. La cita es libre. Jeremías había aconsejado la sumisión a Babilonia como mal menor (v.21). La resistencia no traería más que la devastación y la ruina 5. La alusión a los huesos profanados de los reyes, sacándolos de sus sepulcros, no la encontramos confirmada en ningún texto de la Biblia, pero esta práctica era bastante corriente entre los asiro-babilónicos. Jeremías, al anunciar esto, lo hace irónicamente, ya que los huesos de los reyes puestos a la intemperie podrán así continuar su adoración a los astros como en vida. La destrucción ha sido total, y, entre todo lo perdido, lo que obsesiona a los israelitas es la desaparición del templo de Yahvé en la Ciudad Santa (v.26). Pero todo ha sido por la maldad de la casa de Israel y de la casa de Judá.
Benevolencia de Yahvé para con su pueblo (27-35).
27Has obrado, Señor, con nosotros según tu bondad y según toda tu gran misericordia, 28conforme hablaste por boca de Moisés, tu siervo, al tiempo en que le ordenaste escribir tu Ley en presencia de los hijos de Israel, diciendo: 29Si no escuchareis mi voz, estad seguros que esta grande y numerosa muchedumbre se volverá pequeña en medio de las naciones entre las cuales os dispersaré, 30pues yo sé que no me oiréis, porque este pueblo es de dura cerviz. Pero volverán en sí en el país de su destierro, 31y conocerán que yo soy el Señor, su Dios, y les daré un corazón que entienda, y unos oídos que escuchen, 32 y me alabarán en la tierra de su cautiverio, y se acordarán de mi nombre, 33 y ablandarán su dura cerviz, y dejarán sus máximas perversas, acordándose del camino de sus padres, que pecaron contra el Señor, 34y yo los volveré a la tierra que juré dar en posesión a sus padres, a Abraham, a Isaac y a Jacob, para que la poseyesen, y los multiplicaré y no serán disminuidos, 35 y estableceré con ellos mi alianza eterna, de ser su Dios y de ser ellos mi pueblo, y no moveré más a mi pueblo de Israel de la tierra que le he dado.
El hagiógrafo canta las misericordias que Yahvé ha tenido con Israel a través de la historia. Precisamente por esta especial benevolencia divina con el pueblo elegido se ha salvado éste de su destrucción total6. Por amor a Israel, Yahvé había anunciado de antemano el castigo futuro si no amoldaba su conducta a los preceptos divinos7. Pero también había anunciado su rehabilitación como pueblo, caso de ser reducido a un pequeño número8. Y, sobre todo, vendrá un tiempo en que Israel, restaurado, vivirá vinculado con un nuevo corazón a Yahvé como centro de su vida social y nacional 9. Es la era mesiánica, en que se restablecerá una nueva alianza eterna 10 para que Israel sea siempre el pueblo de Yahvé.
1 Cf. Lev_26:29; Dt 28,53; Jer_19:9; Lam_2:40; Lam_4:10. - 2 Cf. Sal_33:13-14; Sal_33:80,15; 1Re_8:30. - 3 Cf. Sal_104:29; Sal_146:4; Sal_6:6; Sal_88:11; Sal_115:17. - 4 Cf. 2Mac6,18; Sab 5.16s. - 5 Cf. Jer_36:7; Eze_7:8; Eze_14:10; Eze_20:8; Jer_27:6-11.12-15. - 6 Cf. Lam_3:22; Jer_4:27; Jer_5:10. - 7 Cf. Lev_26:14-39; Dt 28,62. - 8 Cf. Lev_26:40-45; Deu_30:1-10, , - 9 Cf. Jer_32:39; Eze_11:19; Eze_36:26. - 10 Cf. Jer 31,31ss; Eze_32:40.