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Pero esperamos, según nos lo tiene prometido, nuevos cielos y nueva tierra, en los que habite la justicia. (II Pedro  3, 13) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 3

II. CRISTO VIENE (3,1-16).

Los falsos maestros niegan la parusía de Cristo a causa de su supuesta demora (3,1-4). Pero la demora no es causa suficiente para negar la parusía (3,5-10). Dios tiene sus razones, sabias, que explican por qué aún no se ha producido la parusía de Cristo (3,11-16).

1. LA NEGACIÓN DE LA PARUSIA (3/1-04).

Pedro escribe con responsabilidad pastoral y quiere mencionar a aquéllos que garantizan la fe en la venida de Cristo (3,1-2); después deja la palabra a los que niegan la parusía (3,34).

a) Responsabilidad pastoral (3,1-2).

1 Esta es ya, carísimos, la segunda carta que os escribo, y en ambas procuro fomentar en vosotros, con el recuerdo, una sincera inteligencia. 2 Acordaos de las palabras predichas por los santos profetas, y del precepto del Señor y Salvador, dado por vuestros apóstoles.

El celo pastoral urge. Esta carta es la segunda sobre el mismo tema. No está claro si la carta anterior es la que aparece en nuestra Biblia como primera carta de Pedro. Esta observación suena como una disculpa; la carta no debe hacérseles pesada; por eso se dirige a los fieles llamándoles «carísimos». Precisamente por el interés que siente por ellos, no puede callar ante los peligros que les amenazan.

Quiere despertar en ellos una sincera inteligencia: que no quede ningún resto de sombra ni de duda y que su mente se dirija, sobria y claramente, al acontecimiento central. Del mismo modo, Pablo pide por los filipenses para que su caridad aumente cada vez más en conocimiento perfecto y en sensibilidad, para que puedan discernir los verdaderos valores y sean así puros e irreprochables en el día de Cristo, llenos del fruto de justicia que se obtiene por medio de Cristo, para gloria y alabanza de Dios ( Phi_1:9-11). Su gran preocupación pastoral es la preparación para la parusía del Señor. La cura de almas y el apostolado reciben un impulso fortísimo de la esperanza de la parusía. Los falsos maestros oscurecen la espera de la parusía del Señor y por eso hay que despertar de nuevo en los fieles la esperanza en ella. Esta esperanza se funda en las tres grandes autoridades del conocimiento de la fe: en las profecías de los profetas del Antiguo Testamento, en el precepto del Señor y en los apóstoles, que transmitieron la doctrina de Cristo. El Señor y Salvador es la autoridad decisiva. Hacia él miraban los profetas y a él vuelven su vista los apóstoles 44.

Su precepto (Phi_2:21), la nueva ley de Cristo, está ya contenida en germen en el Antiguo Testamento y constituye la base de la tradición apostólica. En este precepto «regio» de amor se da la pauta para la fe y para la vida. Toda la Sagrada Escritura se reduce a este precepto de nuestro Salvador. En él se condensa toda ella y se revela así a la inteligencia del creyente como una unidad. En la Escritura hablan las tres autoridades de la revelación: en el Antiguo Testamento, los profetas; en los Evangelios, el Señor y Salvador; en los demás escritos del Nuevo Testamento, los apóstoles. Pero detrás de todos está la palabra de Dios que se ha hecho carne en Jesucristo (Joh_1:14). ¡Qué sencilla parece así la riqueza y la plenitud, a menudo difícil de entender, de toda la Sagrada Escritura!

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44. Cf. 1,16-21; 1Pe_1:10-12.

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b) Escarnecedores (1Pe_3:3-4).

3 Ante todo, sabed que en los últimos días vendrán escarnecedores con sus burlas, que andarán según sus propias concupiscencias.

Los cristianos saben que están viviendo en los últimos días. Vivimos en el final de los tiempos. Para el fin de los tiempos está anunciado el surgir de falsos maestros 45. Los que encontramos aquí son de una especie particularmente repugnante, como ya vimos. Son escarnecedores, enredadores de enredos. No toman en serio nada de lo que se considera santo y no muestran el menor respeto por las cosas que lo exigen. Los fieles no deben extrañarse de que surjan tales hombres como maestros del cristianismo. Es la prueba de que estarnos en el final de los tiempos.

Los falsos maestros del final de los tiempos viven según sus propias concupiscencias. Rechazan el precepto de Cristo y quieren constituirse a sí mismos en ley, porque se creen perfectos. El pecado primordial de la humanidad: rechazar la voluntad salvadora de Dios, constituye también su pecado final.

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45. Cf. Mat_24:11.23s.

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4 Y dirán: ¿Dónde está la promesa de su parusía? Desde que murieron los padres, todo sigue como al principio de la creación.

Los escarnecedores aducen dos tipos de razones contra el cumplimiento de la espera de la parusía. El primer tipo dice así: «Desde que murieron los padres, todo sigue...» La primera generación cristiana (los «padres») ha muerto ya. Habían esperado asistir a la parusía del Señor 46, aunque no faltaron voces que advirtieran que no se debía calcular con períodos determinados 47. La espera próxima no se ha cumplido. De ahí sacan los falsos maestros la consecuencia de que la promesa de la parusía de Cristo en poder y gloria no se cumplirá.

El otro tipo de razones dice: «Todo sigue como al principio de la creación.» Según la predicación escatológica, el mundo actual se conmoverá con la parusía de Cristo y vendrá un mundo nuevo. La catástrofe cósmica y la parusía de Cristo están íntimamente unidas. Pero la experiencia muestra que el mundo no ha cambiado desde el momento de su creación; por tanto, tampoco cambiará en el futuro. Y si la parusía de Cristo y la conmoción del mundo actual están estrechamente unidas, la primera no se producirá si no es de esperar que se produzca la segunda 48.

Es fácil entender estas razones y no vamos a romper lanzas contra ellas. Apenas podemos sospechar con qué profundidad afectaba entonces este problema a los cristianos. Pero ésta era una opinión privada que no coincidía con la de toda la Iglesia. Ya esto sólo hubiera debido hacer más precavidos a los falsos maestros, tratándose de un elemento tan decisivo de la fe. Las razones que la carta cita se nos aparecen dotadas de actualidad. También ahora es válido el mismo principio que entonces: sólo en unión con toda la Iglesia y con su testimonio de fe podemos interpretar rectamente las verdades de fe. Ante ellas debe inclinarse toda opinión privada.

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46. 1Th_4:15; Rom_13:11; 1Co_15:21; cf. Mat_10:23; 24.29; Mar_9:1; Mar_13:30,

47. Cf. Mar_13:7.8.32; 1Th_5:1 ss; 2Th_2:2.

48. Esta idea puede confirmarse por el hecho de que el mundo continua existiendo a pesar de la destrucción de Jerusalén, aunque se pensaba que la destrucción de Jerusalén y la destrucción del mundo irían juntas (cf. Mat_24:1-3).

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2. REFUTACIÓN (3/5-10).

Se refutan los fundamentos en que se apoyan los falsos maestros: primero, la afirmación de que e1 mundo no ha cambiado en nada desde el principio de la creación (Mat_3:5-7); luego, se habla de la demora de la parusía» (Mat_3:8-10).

a) Cambios cósmicos (Mat_3:5-7).

5 Al afirmar esto, se les escapa que en otro tiempo hubo cielos y tierra, que del agua y por medio del agua tomó consistencia por la palabra de Dios 6 y que, por estas mismas causas, el mundo de entonces pereció en el diluvio.

No es exacto que el mundo no haya cambiado desde la creación; el mundo antiguo pereció en el diluvio, según sabemos por Gen_7:21.

Los falsos maestros debían conocer esto; su objeción no es sólida. ¿No es posible que eI mundo («cielos y tierra») sea destruido? Los mismos elementos que lo llamaron a la vida fueron causa de su destrucción: el agua y la palabra de Dios. El mundo antiguo surgió del agua: «La tierra estaba desierta y vacía, las tinieblas se extendían sobre el abismo de las aguas y el Espíritu de Dios se cernía sobre las aguas» (Gen_1:1), y «por medio del agua»: el agua lo rodea y lo empapa; el agua es un elemento primordial del cosmos. Pero el agua sola no bastaba. La fuerza creadora y conservadora del cosmos es la palabra de Dios: «Y dijo Dios» (Gén 1). El agua y la palabra de Dios llaman al mundo a la vida; el agua y la palabra de Dios lo aniquilan en el diluvio (Gén 7-8). Si los elementos constructores del cosmos serán los que lo aniquilarán, ¿en qué puede fundarse la opinión de que el mundo durará siempre?

Quien comparta la concepción del mundo de la segunda carta de Pedro no puede negar la fuerza probativa de estas consideraciones. Los falsos maestros compartían con él la misma imagen del mundo y la misma interpretación de la historia de la creación y de la historia bíblica primitiva (Gén 1-11). Si eran hombres de buena voluntad, los argumentos podían convencerles.

Pero a nosotros se nos plantea toda una serie de problemas. Según la segunda carta de Pedro, en el diluvio perecieron no sólo los hombres, sino también el mundo. Su interpretación de la Biblia coincide con la del judaísmo tardío. En el libro de Henoc se lee: «Y vi en la visión cómo el cielo se desplomaba, se precipitaba y caía sobre la tierra; y cuando cayó sobre la tierra vi cómo ésta desaparecía en un abismo... entonces salió una palabra de mi boca y alcé mi voz gritando y exclamando: "la tierra está aniquilada"» (Henoc 83,3-5). La segunda carta de Pedro utiliza esta forma de concebir porque quiere entendérselas con los falsos maestros, que sustentan la misma interpretación. Hoy día sabemos que esta concepción del diluvio no es posible; estaba condicionada por la época. Nuestra época debe esforzarse por llegar a una nueva inteligencia, que esté de acuerdo con la concepción moderna del mundo y no afecte la verdad religiosa que hay que reconocer en los textos.

Lo mismo sucede con la concepción del origen del mundo. Según nuestra carta, el mundo surgió del agua, por medio del agua y de la palabra de Dios. Sin duda que el acento principal lo pone en la palabra de Dios. Pero al atribuir al agua un significado especial y al considerarla como elemento primordial del mundo no hace más que pensar con las categorías de su tiempo.

Lo que en último término quiere decir con su argumento es algo siempre válido: que el mundo es caduco. El mundo depende de la voluntad de Dios (la palabra de Dios). ¿Cómo se puede, pues, afirmar que no puede perecer? El que por voluntad propia ha llamado al mundo a la vida puede cambiarlo y aniquilarlo. Todo está en su mano y depende de su voluntad. Pero Dios no obra caprichosamente, sino según un plan insondable que tiende a la gloria y a la vida.

7 Pero los cielos y la tierra de ahora están guardados por la misma palabra, reservados para el fuego en el día del juicio y de la destrucción de los impíos.

Así como el mundo anterior al diluvio fue guardado para el juicio aniquilador, al mundo actual («los cielos y la tierra») se reserva para un juicio aniquilador. Igual que el primer juicio se producirá el segundo, pues la misma palabra divina es la que actúa en un caso y en otro. Sólo el instrumento aniquilador es diverso, cosa no esencial. Allí fue el agua, aquí será el fuego 49.

Hay aquí pocas huellas del carácter consolador de la parusía de Cristo, al que la Iglesia antigua atendía ante todo: la reunión de los fieles, la proclamación de la gloria de Dios, la destrucción de los enemigos, la superación de la muerte. Esto puede deberse al hecho de que la carta tiene que habérselas con los falsos maestros, que llevan una vida desenfrenada precisamente porque niegan el juicio. No es la Iglesia, sino la actividad de los falsos maestros la culpable de que se llegue a una visión unilateral de la parusía, que existe aún entre muchos, según la cual a menudo se espera la venida de Cristo más con temor que con alegría y ansia.

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49. La segunda carta de Pedro expone el punto de vista de que el mundo actual será destruido por el fuego (3,12). Los libros bíblicos coinciden en explicar la destrucción del mundo por una conflagración mundial. El Antiguo Testamento habla a menudo del juicio por el fuego (tomado en sentido literal o típico; cf. Gen_19:24; Lev_10:12; Num_11:1; Num_16:35, Isa_10:33; Jer_49:27; Hos_8:14, entre otros), pero no habla nunca de una conflagración mundial en el día del juicio final. Esta doctrina aparece en el judaísmo tardío (en los libros sibilinos, en los textos de Qumram), en el mundo griego romano (entre los estoicos) y en el cristianismo primitivo (Hermas, Justino, Hechos de Pedro, etc.). El autor describe la destrucción del mundo según la concepción de su época. No puede resolver problemas científicos; a él le interesa el hecho decisivo de que el mundo será renovado, pero no puede resolver el problema de cómo será destruido el mundo actual.

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b) Demora de la parusía (Hos_3:8-10).

La segunda carta de Pedro muestra que la demora de la parusía entra en el plan de Dios; aduce tres pruebas: la medida del tiempo de Dios es diversa de la de los hombres (Hos_3:8), Dios se deja guiar por su misericordia (Hos_3:9), la demora no debe hacernos despreocupados (Hos_3:10) 50.

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50. Los antiguos cristianos contaban con la pronta venida de Cristo. La primera generación de cristianos ha muerto ya y, sin embargo, este acontecimiento sumo de la esperanza cristiana se hace esperar. ¿Por qué? La Iglesia antigua intento resolver este enigma por diversos caminos. Afirmó que debían producirse aún ciertos acontecimientos antes de que llegase el fin (2Th_2:3; cf. Mat_13:7.8.10). No se limitó ya a dirigir su vista al futuro; atendió también a lo que ya había sucedido (Lc). El Evangelio de Juan concede gran atención al hecho de que determinados acontecimientos salvíficos escatológicos se han producido ya con la primera venida de Cristo: el juicio (Joh_3:19), la vida (Joh_6:40-43), la unión con Dios (Joh_14:23). Las cartas pastorales dirigen conscientemente su atención a las tareas que hay que llevar a cabo en el mundo, porque contaban con la existencia de períodos más largos antes de los acontecimientos escatológicos. Es exagerado creer que a causa de la «demora de la parusía» se haya dado nueva forma a la tradición evangélica o que todo el progreso del cristianismo dependa de ella. En la Iglesia antigua hubo también círculos que negaban la parusía a causa de su demora. En la primera carta de Clemente,Joh_23:3 se dice: «Desdichados los escépticos, los que están escindidos en su alma y dicen: esto ya lo hemos oído en los días de nuestros padres y mira, nos hemos hecho viejos y no nos ha sucedido nada de todo eso».

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8 Una cosa no se os oculte, carísimos: que un día es ante el Señor como mil años, y mil años como un día.

Los falsos maestros disponen de poco tiempo. Miden el tiempo con medida humana. Dios mide el tiempo con medida divina. La prueba de esto la da el salmista (Psa_90:4). Para Dios, mil años son como un día. La predicación de la parusía habla de la proximidad de la venida de Jesús. Si esta proximidad se mide con la medida divina, no es de extrañar que la parusía se haga esperar. Las medidas son muy diversas.

Esta medida divina, ¿se aplica sólo al tiempo de la venida de Cristo? ¿No supera este acontecimiento todo lo que el hombre puede pensar e imaginar? ¿Cómo podemos concebir e imaginar este último y sumo acontecimiento salvador divino? Los conceptos humanos deben callar aquí. La revelación habla de lo divino sólo con palabras humanas. Habla a los hombres de lo suprahumano.

9 No tarda el Señor en cumplir su promesa, como algunos piensan; sino que usa de paciencia con vosotros, no queriendo que perezca nadie sino que todos se conviertan.

«Algunos», los falsos maestros, hablan de la demora de la parusía. Sus palabras encierran una censura, pero encierran también la noción falsa de que la parusía de Cristo está muy próxima. Los prejuicios humanos impiden la inteligencia recta de la revelación. Si la parusía se hace esperar, no es porque Dios falte a la fidelidad de sus promesas, sino porque usa de paciencia. Dios no quiere que perezca nadie. Quiere salvar a los miembros de la comunidad que están en peligro de caer. Quiere dar a todos tiempo de llegar a conocer la verdad y de abandonar el camino del error. Las palabras invitan a la conversión. Dios quiere que todos los hombres lleguen a la salvación y ninguno se pierda. Su voluntad salvadora va por caminos que a menudo son incomprensibles para el hombre. Pero siempre sigue siendo válido que «Yahveh es Dios de misericordia y clemencia, paciente, bondadoso y fiel» (Exo_34:6).

10 Pero el día del Señor vendrá como un ladrón. En él desaparecerán los cielos con estrépito, los elementos se disolverán abrasados, y la tierra, con todas las obras que hay en ella, arderá.

El día del Señor, la parusía, se hace esperar. Esto hace que muchos cristianos vivan como si el Señor no hubiera de venir. Creían en la venida del Señor, pero ya no contaban con ella 51. Pedro les recuerda lo que el Señor ha anunciado: el fin vendrá de repente y de forma totalmente inesperada 52. El hijo del hombre viene precisamente cuando nadie le espera ni nadie cuenta con él. Ya Jesús usó la comparación del ladrón que llega de noche. Pedro la recoge: hay que estar listo, estar alerta...

El día del Señor trae consigo el fin del mundo. La aniquilación es total. El cosmos se divide aquí en tres partes: comprende el cielo, es decir el firmamento y lo que hay en él, los elementos, los cuerpos celestes visibles: el sol, la luna y las estrellas; la tierra con las obras terrenas de civilización y cultura. La catástrofe se describe con tres expresiones que se atribuyen respectivamente a cada uno de los elementos, pero que se refieren al conjunto. El cosmos perecerá con estrépito, se disolverá abrasado y arderá con todas las obras que hay en él 53.

Los argumentos de los falsos maestros no son probativos. Nadie tiene, pues, razón para dejarse extraviar de la doctrina recibida. Los últimos acontecimientos se producirán. Si aún se hacen esperar, hay que atribuirlo a la misericordia de Dios.

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51. Cf. Mat_24:37-44; Luk_12:39.42-46.

52. Cf. Luk_17:24-30.34s; Mat_25:1-12.

53. Cf. a propósito de la concepción de la destrucción del mundo, la nota 49.

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3. ACONTECIMIENTOS ESCATOLÓGICOS Y VIDA MORAL (Mat_3:11-16).

Después de tratar de las verdades escatológicas pasa a la exhortación moral. La primera parte está en relación con el hecho de que el mundo antiguo será destruido y se creará un mundo nuevo (Mat_3:11-14); la segunda parte se funda en lo prolongado del período que precede a la venida del Señor (Mat_3:15-16).

a) Transformación del mundo; transformación de los hombres (3/11-14).

11 Si todas las cosas han de disolverse así, ¡cómo conviene que observéis una conducta santa y practiquéis obras de piedad!

Con la escatología irrumpen el juicio y la aniquilación. Los que temen a Dios serán salvos, como lo han demostrado los juicios realizados en el diluvio y sobre las ciudades lujuriosas (Mat_2:4S). La vista del fin debe espolearnos a una vida santa y temerosa de Dios. Estamos en camino hacia el juicio, ante nosotros está la gran decisión. Hay una condenación y una prórroga (Mat_22:14). Hemos de estar sin pecado en el día de nuestro Señor (1Co_1:8), vivir según nuestra conciencia, para aparecer ante Cristo esplendentes y sin mancha (Phi_1:10). Nuestra gran preocupación debe ser que nuestros corazones se mantengan «irreprochables y santos ante Dios, nuestro Padre, en la parusía de nuestro señor Jesucristo con todos sus santos» (1Th_3:13).

12 Aguardad y apresurad la parusía del día de Dios; por ella los cielos ardiendo se disolverán y los elementos abrasados se desharán.

La parusía del día de Dios y la llegada del final de los tiempos no debe asustar a los fieles, sino engendrar en ellos esperanza y alegre expectación. Jesús anuncia el reino futuro de Dios en las parábolas de la boda y del banquete. La comunidad primitiva mira con alegría hacia el final de los tiempos 54. En la asamblea cultual la comunidad pronuncia el nostálgico maranata, «Ven, Señor» 55. Por mucho que amemos el mundo y gocemos de su belleza, será aún mucho mejor vivir en un mundo más esplendoroso, sin lágrimas ni dolores, sin la muerte ante los ojos, en felicidad. Será mejor, sobre todo, estar «junto a Cristo»...

Santificando la vida, los fieles apresuran la venida del día de Dios. Con la penitencia se borran los pecados y llega el tiempo del consuelo; Dios enviará a Jesucristo, el predestinado 56. A causa de los pecados de su pueblo, Dios, por misericordia, retrasa la llegada del día de Dios. La parusía se demora porque el pueblo de Dios aún no es santo. La manifestación poderosa de la gloria de Dios en el día de Dios es el objetivo final de la destrucción del mundo por el fuego. La destrucción del cosmos antiguo no quiere ser una aniquilación. La ola de fuego de la conflagración cósmica es a la vez el esplendor ardiente en que se revela la gloria del día de Dios. Ya en los sermones escatológicos de los Evangelios la aniquilación del cosmos constituye el escenario para la aparición poderosa del hijo del hombre (Mat_24:29-31). Todo tiende a la manifestación plena de la gloria de Dios en Jesucristo y a la salvación de los hombres.

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54. Cf. Act_2:15 ss; Act_3:24 ss; Act_4:30s.

55. 1Co_16:22; Rev_22:20.

56. Sermón de Pedro según Act_3:19s.

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13 Pero esperarnos, según su promesa, nuevos cielos y nueva tierra en los que habitará la justicia.

Un nuevo cielo y una nueva tierra, es decir, un mundo nuevo, es lo que esperan quienes tienen puesta su esperanza en el fin de los tiempos 57. Nuevo es la palabra central de las promesas escatológicas. Quien las alcance, beberá el vino nuevo del banquete celestial (Mar_14:25), llevará un nombre nuevo (Rev_2:17), cantará una canción nueva (Rev_5:9), vivirá en la nueva Jerusalén (Rev_21:2). Con esa palabra: «nuevo», se expresa la esperanza de que entonces todo será diverso de como es ahora, de que lo inabarcable de la divinidad lo abarcará todo.

En el mundo nuevo habitará la justicia. Allí se cumplirá plenamente la voluntad de Dios (Mat_6:10). Nada impuro podrá entrar. Esta «descripción» del mundo no esboza un paraíso terrestre; lo esencial es la gloria de Dios en todo y en todos.

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57. Cf. Isa_65:17; Isa_66:22; Mat_19:28; Rev_21:1; Rom_8:19 ss.

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14 Por eso, carísimos, mientras esperáis estos acontecimientos, esforzaos para que él os halle en paz, sin mancha e irreprensibles.

«Carísimos» suena como una exhortación insistente: sed ya ahora justos, sin mancha e irreprensibles. Igual que la víctima que se lleva ante Dios debe ser irreprensible y sin defecto, los cristianos deben presentarse ante Dios al final de los tiempos sin tacha ni defecto. Hacia esto debemos procurar dirigir nuestra mente y todo el esfuerzo de la lucha diaria. En medio de todas las penalidades y apuros, una meta gloriosa nos atrae. Ya desde ahora debemos estar en paz, en estado de salvación (Rom_1:2), en gracia. El Dios de la paz quiere santificarnos continuamente, convertir nuestro espíritu, nuestra alma y nuestro cuerpo en algo sin mácula ni tacha. De él proceden los grandes dones, que experimentaremos en tanto mayor grado cuanto mayor lugar demos en nosotros a su vida. El hombre que tiene ante sus ojos un objetivo claro y elevado y que ha tomado de las riendas sus tendencias experimentará algo de la paz de Dios.

Una vez más se recuerda el juicio. Los que quieran entrar en el mundo nuevo deben ser santos. Se repite de nuevo el lema de la carta (Rom_1:10.15; Rom_3:14), que dice así: celo por la justicia, sobre la base de la gracia y la paz dadas por el Señor. A este celo incansable se le abrirá un nuevo mundo.

b) Aprovechad la prórroga (3/15-16).

15a Ved en la paciencia su deseo de salvarnos.

Jesús, el Señor, en su paciencia, deja a nuestra disposición el tiempo que falta aún para la plenitud final. Hay que aprovecharlo para convertirse y para conseguir la salvación. A los acontecimientos escatológicos precederán tiempos sombríos, los dolores mesiánicos de parto: el juicio temporal, la indigencia terrena, las catástrofes naturales, las persecuciones y ataques contra los discípulos 58. Por la misericordia de Dios, estas cosas terribles pueden ayudarnos a conseguir la salvación, porque conducen cada generación a convertirse.

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58. Cf. Mar_13:5-23; 2Th_2:1-11; Ap 4-20.

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...15b como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le fue dada, os escribió, 16a y como también en todas las epístolas, cuando en ellas habla de estas cosas.

Pablo confirma lo que dice Pedro. Ambos son columnas de la Iglesia; son los príncipes de los apóstoles 59. Pablo es el amado hermano, pues es compañero en el apostolado. Dios le ha concedido sabiduría especial. Su autoridad no reposa en motivos humanos sino en el don de Dios. Su sabiduría nos lleva a escucharle en una cuestión relativa a un aspecto decisivo de la actividad práctica: la preparación del cristiano para el final de los tiempos. Sobre este tema el Apóstol ha dicho cosas fundamentales en casi todas sus cartas 60. Los escritos del Nuevo Testamento se apoyan y se explican mutuamente. Hay que atender a todos para entender la revelación en la forma más plena posible.

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59. IGNACIO, Rom_4:3; Epístola Apostolorum 31 ss.

60. La sabiduría de Pablo está depositada en sus cartas. En cualquiera de ellas encontramos un enigma. La comunidad a que va dirigida la primera carta de Pedro es de origen paulino; la segunda carta de Pedro presupone idéntico destinatario. La comunidad vivía aún en relación personal con Pablo. Respecto a la preparación para la parusía cf., en Pablo, Rom_2:4; Rom_9:12 13, Rom_9:11 ss; 1Th_3:13; 1Co_1:18; Phi_1:10s; Phi_2:13 ss.

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16b En ellas hay cosas difíciles de entender, que los indoctos y vacilantes interpretan torcidamente, como las otras escrituras, para su propia perdición.

Los falsos maestros usan mal la Escritura; la interpretan según su propio arbitrio y la utilizan para descarriar a los indoctos y a los vacilantes (Phi_1:21). Parece ser que, ante todo, usan mal las cartas de Pablo 61. Es comprensible, pues contienen «cosas difíciles de entender». Hay frases sobre la libertad cristiana (Gal_4:13), sobre los hombres espirituales (1Co_3:1), sobre la relación entre la carne y el Espíritu (Gal_4:13s) y predicciones escatológicas (1Co_15:50.53s; 2Th_2:2), difíciles de entender y que los falsos maestros aprovechaban para dar apariencia apostólica a sus ideas e incluso tal vez para enfrentar a Pedro y a Pablo (1Co_1:12). Los escritos paulinos son minas de sabiduría cristiana, de exhortaciones estimulantes, de conocimientos teológicos y de la historia de la salvación, pero no son fáciles de entender, como atestigua nuestra continua experiencia 62.

BI/INTERPRETACION: La Escritura no puede interpretarse siguiendo el propio arbitrio, sino de acuerdo con el Espíritu de Dios que la ha inspirado (1Co_1:20s). A esta afirmación se añade otra: es necesario haber aprendido la verdad transmitida de la Iglesia y estar confirmado en ella. Hay que interpretar la Sagrada Escritura de acuerdo con la doctrina de la Iglesia. Quien lee la Sagrada Escritura con el espíritu de la Iglesia y posee un buen conocimiento de la doctrina de la fe tiene en sus manos el instrumento que le permitirá captar rectamente su sentido. Por encima de todo, hay que conservar la capacidad de escuchar la voz de la Escritura, hay que estar abierto y dejarse enseñar, incluso cuando se trata de cosas que se salen de lo ordinario. Lo que Pablo enseña y Pedro escribe en su carta es algo «provechoso para la enseñanza, para convencer, para corregir, para dirigir en la justicia, para que el hombre de Dios sea perfecto y esté equipado para toda obra buena» (2Ti_3:16-17).

La exhortación, que se funda en la doctrina recta de la parusía, termina con las palabras: «para su propia perdición». Los falsos maestros interpretan torcidamente la Escritura o se burlan de ella. La perdición eterna los amenaza. Sólo quien se niega a sí mismo y recibe la palabra de Dios tal como es y tal como ha sido «transmitida» por los apóstoles y la Iglesia, se salva y evita la perdición. A menudo, al interpretar la Sagrada Escritura, hay sólo una diferencia mínima, un pequeño cambio de sentido, una insistencia unilateral en un pasaje, pero esto puede bastar ya para perder de vista el conjunto. Si renunciamos a nuestra propia voluntad y a nuestra curiosidad excesiva y nos dejamos guiar por el Espíritu Santo y por el magisterio de la Iglesia, iremos seguros.

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61. Cf. Rom 3; 8; 2Ti_6:1.

62. Las cartas de Pablo se nombran junto con las demás Escrituras. Los profetas y los apóstoles; el Antiguo Testamento y el Nuevo se completan mutuamente; los escritos ya existentes del Nuevo Testamento se ponen en una misma linea con los escritos del Antiguo Testamento (2Ti_1:20). Observamos la formación del canon del Nuevo Testamento, que constituye el conjunto de las Escrituras inspiradas por Dios.

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CONCLUSIÓN DE LA CARTA (3/17-18)

La carta termina con una exhortación a no dejarse extraviar (2Ti_3:17), con el deseo de que los destinatarios crezcan en su estado de cristianos (2Ti_3:18a) y con una doxología (2Ti_3:18b).

17 Vosotros, pues, carísimos, que lo sabéis de antemano, guardaos; no sea que, arrastrados por el error de hombres sin ley, caigáis de vuestra propia firmeza.

En los pasajes exhortativos más conmovedores se llama a los fieles «carísimos» (2Ti_3:1.8.14.17) El cristiano vive en el amor: en el amor de Dios, en el amor del Apóstol, en el amor de los demás cristianos. El amor es la única atmósfera en la que el cristiano puede mantenerse y desarrollarse.

Con esta carta se advierte de antemano a los fieles de los peligros que les amenazan con los falsos maestros. Un peligro conocido ha perdido ya mucha de su fuerza. Se desenmascara la actividad de los falsos maestros calificándola de error y seducción. No vienen como mensajeros de Dios, sino como hombres sin ley, que no se preocupan por la voluntad de Dios. Han perdido su fuerza seductora porque se les ha sometido a un examen serio. La doctrina de la Iglesia, aplicada por un verdadero pastor de almas a la época y a sus peligros, constituye una protección poderosa en las relaciones con el error. También quien se considera seguro tendrá que tomar precauciones, pues también él puede caer de su «firmeza»: «EI que se sienta seguro, procure no caer» (1Co_10:12).

18a Creced en gracia y conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

La exhortación y el deseo van unidos. Nos encontramos de nuevo con el deseo inicial. La gracia y el conocimiento provienen de Cristo. Ambos deben aumentar y crecer. Toda vida es movimiento y crecimiento. Sólo resistiremos en las dificultades si no nos detenemos. Dios trabaja continuamente en nosotros y nos comunica sus dones; también nosotros debemos estar siempre en camino, siempre activos, esforzarnos celosamente, manteniendo ante los ojos nuestra magnífica meta.

8b A él la gloria ahora y para el día de la eternidad.

La carta concluye con una doxología. Va dirigida a nuestro Señor y Salvador Jesucristo. De ordinario, tales doxologías se dirigen a Dios (Jud_1:25). La fe viva en la divinidad de Jesús ha llenado toda la carta y ha hecho que se aplicasen a Jesús los títulos más elevados. Esta gran fe se manifiesta también en la oración. La doxología no expresa un deseo; dice lo que es, reconociéndolo y alabándolo: Cristo posee la plenitud de la gloria divina.

Posee la gloria ahora y la poseerá en el día de su parusía; la poseerá para la eternidad. El día que él traerá con su parusía en poder, no tendrá ocaso. «Jesucristo el mismo que ayer es hoy y por los siglos» (Hab_13:8). Así sea.

CARTA PRIMERA DE SAN JUAN



Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Capitulo 3.



El Día del Señor, 3:1-18.
El autor sagrado ya había hablado de la parusía del Señor (1:16). Ahora vuelve a tratar de nuevo esta cuestión, que era rechazada por los falsos doctores con el fin de atraer más fácilmente a los cristianos a sus inmoralidades. Previene a sus lectores contra estos malvados y los exhorta a esperar la venida del Señor. Esta parte constituye una verdadera apocalipsis de Pedro.



Exhortación a creer en la parusía, 3:1-2.
1 Esta es, carísimos, la segunda epístola que os escribo, y en ella he procurado excitar con mis avisos vuestra sana inteligencia, 2 a fin de que traigáis a la memoria las palabras predichas por los santos profetas y el precepto del Señor y Salvador, predicado por vuestros apóstoles.

Al término de la diatriba contra los falsos doctores, se dirige a los fieles llamándoles carísimos (Üãáôôçôïß). Lo mismo sucede en la epístola de Judas (v.17). La alusión a una primera epístola (v.1) parece referirse a la 1 Pe. En dicha epístola encontramos insinuado en forma expositiva todo lo que aquí se presenta en forma polémica. En la 1 Pe también se citan los testimonios de los profetas y de los evangelizadores l. Se habla del valor salvífico de la pasión de Jesús, de su resurrección y ascensión 2, y se trata de la par usía del Señor 3. Los destinatarios de la 2 Pe tienen la inteligencia sana, es decir, que todavía no han sido contaminados por las doctrinas de los falsos doctores. Sin embargo, el autor quiere ponerlos en sobreaviso y recordarles la enseñanza tradicional para que no sean contaminados.
Ante todo han de tener presente lo que han predicho 4 los santos profetas. y vuestros apóstoles (v.2), que han transmitido a los fieles el programa de vida de Cristo. También en la epístola de Judas (v.17) se encuentra una alusión semejante a las palabras predichas por los apóstoles. La expresión nuestros apóstoles no excluye al autor de la epístola de entre ellos. Sin embargo, la generación apostólica aparecerá ya como en el pasado en el í.ö El autor no se presenta, desde luego, como el padre en la fe de los fieles a los cuales escribe. Precepto tiene aquí sentido amplio: es la doctrina cristiana (cf. 2:21).



Incredulidad de los falsos doctores, 3:3-4.
3 Y, ante todo, debéis saber cómo en los postreros días vendrán con sus burlas escarnecedores, que viven según sus propias concupiscencias 4y dicen: ¿Dónde está la promesa de su venida? Porque, desde que murieron los padres, todo permanece igual desde el principio de la creación.

Los fieles han de saber que los esfuerzos de los herejes y escarnecedores del nombre de Dios han sido predichos para los postreros días (v.3). El pensamiento resulta más claro en Judas (v.18) que en nuestra epístola: los herejes que han de venir han sido anunciados por los apóstoles, los cuales recibieron, a su vez, esta enseñanza del mismo Cristo5. Esos herejes serán gentes escarnecedoras que se burlarán de las creencias más santas, con el fin de legitimar su vida licenciosa. Se ríen de la parusía del Señor diciendo: ¿Dónde está el cumplimiento del prometido retorno de Cristo? Ha pasado toda una generación de creyentes sin ser testigos de esa parusía, y continúan igual todas las cosas, pues la naturaleza no ha sido destruida por ninguna catástrofe, que, según la predicción de Cristo, había de tener lugar antes de su retorno6. Luego, si nada ha ocurrido hasta ahora, es muy probable que nada ocurra en el futuro.
Jesucristo había dicho efectivamente que vendría en su gloria, pero sin indicar el momento. El amor que los fieles profesaban a Cristo, sus esperanzas de la retribución y sus deseos de verle les hacían pensar en un retorno próximo, que se manifiesta en toda la primera generación cristiana. También los apóstoles esperaban la parusía, aunque nada enseñaron sobre el tiempo en que sucedería. Sin embargo, con el pasar de los años se sintió la necesidad de disociar la parusía y el juicio final de las esperanzas escatológicas con las cuales eran unidos. Bajo la presión de los hechos se daba un progreso teológico, no en el sentido que cambiase la revelación, sino en cuanto que había que mirar y expresar los datos revelados independientemente de una concepción temporal que no formaba parte de ellos y que resultaba difícil mantener 7.
Los padres del v.4 no son los antepasados del Antiguo Testamento, sino los cristianos de la, primera generación que habían muerto.



Refutación de los Falsos Doctores, 3:5-10.
5 Es que voluntariamente quieren ignorar que en otro tiempo hubo cielos y hubo tierra, salida del agua y en el agua asentada por la palabra de Dios;6 por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en el agua, 7 mientras que los cielos y la tierra actuales están reservados por la misma palabra para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los impíos. 8 Carísimos, no se os caiga de la memoria que delante de Dios un solo día es como mil años, y mil años como un solo día. 9 No retrasa el Señor la promesa, como algunos creen; es que pacientemente os aguarda, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan a penitencia. 10 Pero vendrá el día del Señor como ladrón, y en él pasarán con estrépito los cielos, y los elementos, abrasados, se disolverán, y asimismo la tierra con las obras que en ella hay.

El hagiógrafo la emprende ahora directamente contra los falsos profetas, que se burlaban de la parusía, y refuta sus errores.
El autor sagrado rechaza primeramente el argumento en que se apoyaban los falsos doctores para negar la parusía: la estabilidad de. la naturaleza. El apóstol afirma que en la naturaleza se operó un gran cambio por medio del diluvio (v.5-7), especialmente en lo que se refiere a los hombres. Por el diluvio volvió la tierra al estado en que se halló al principio, antes de la separación de las aguas y de la tierra en el día tercero de la creación. Si los falsos doctores no quieren reconocer esta verdad, es que voluntariamente se hacen cómplices de esta ignorancia. La creación y la destrucción operada por las aguas son garantía de la destrucción final que será producida por el fuego.
Para el autor de la 2 Pe el fin del mundo será una inmensa conflagración (v.7.10.12ss). La idea de que el fin del mundo vendría por el fuego parece ser de origen persa. Posteriormente esta concepción se hizo corriente en el mundo greco-romano, de donde pasó a los judíos y cristianos 8.
En este pasaje de la 2 Pe parecen confluir según Mollat 9 dos influencias: una especulación filosófica greco-romana, según la cual el mundo terminará abrasado por el fuego, y una concepción bíblica, según la cual el fuego significaría la venida de Dios y el castigo de los malvados. En el Antiguo Testamento, el triunfo de Yahvé va acompañado de un fuego vengador que destruye los enemigos de su causa y alcanza hasta los elementos materiales del mundo. El autor sagrado tal vez aluda en el v.7 a los vaticinios de Isaías: He aquí que llega Yahvé en fuego, y es su carro un torbellino. Porque va a juzgar Yahvé por el fuego. 10 Y en otro lugar: Pasarán los cielos como humo, se envejecerá como un vestido la tierra u. Del fuego en conexión con el juicio hablan también los profetas Miqueas 12, Sofonías 13, Daniel 14 y el Sal_98:3. San Pablo también habla del fuego del juicio 15, y enseña que Jesucristo se manifestará en un incendio de llamas para hacer escarmiento 16. Los escritos apócrifos judíos también aluden frecuentemente al tema del fuego que destruirá y renovará el universo 17. Otro tanto sucede con los escritos cristianos en donde se trata este tema 18.
A continuación (v.8) el autor sagrado responde a la pregunta sarcástica de los falsos doctores: ¿Dónde está la promesa de su venida? (v.4). Para Dios no hay tiempo, pues todo está presente en su mente, y, por consiguiente, las distinciones temporales que nosotros establecemos no tienen sentido en los planes divinos. La dilación es una prueba de la paciencia de Dios, como dice San Agustín, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos tengan tiempo para arrepentirse (v.8) 19. El apóstol se inspira en el Sal_90:4 : Mil años son a tus ojos como el día de ayer, que ya pasó; como una vigilia de la noche. La literatura rabínica pretende descubrir en este salmo conclusiones sobre la duración de los tiempos mesiánicos y sobre el fin del mundo 20. También los milenaristas se sirvieron de este texto de la 2 Pe para apoyar sus doctrinas sobre el milenio de felicidad en este mundo. Sin embargo, el apóstol no dice absolutamente nada sobre el milenio, sino que se limita simplemente a aplicar al caso concreto el pensamiento del salmista, el cual niega toda medida entre la eternidad de Dios y el breve tiempo de nuestra vida.
El Señor es paciente, pero debemos prevenirnos contra la presunción y no diferir demasiado el arrepentimiento, porque vendrá el día del Señor como un ladrón (v.10). Es una imagen bíblica muy expresiva para describir el día de la venida del Señor. Había sido empleada por Jesús 21, y lo será después por la tradición22. En aquel día, el universo desaparecerá y serán consumidos los cielos, los astros (óôïé÷åßá), la tierra con todo lo que en ella hay.
La escatología judía admitía la caída de los astros 23 como uno de los elementos característicos del día del Señor. El fuego celeste abrasará, penetrará todas las cosas para purificarlas y ponerlas al descubierto. En la escatología de los primeros siglos tanto judía como cristiana, el fuego tenía una parte preponderante en la conflagración final24. San Pablo mismo, en 1Co_3:10-15, afirma que en aquel día las obras de cada uno serán probadas por el fuego y quedarán de manifiesto.



Exhortación a prepararse convenientemente para ese día,1Co_3:11-16.
11 Pues si todo de este modo ha de disolverse, ¿cuáles debéis ser vosotros en vuestra santa conversión y en vuestra piedad, 12 en la expectación de la llegada del día de Dios, cuando los cielos, abrasados, se disolverán, y los elementos, abrasados, se derretirán? 13 Pero nosotros esperamos otros cielos nuevos y otra tierra nueva, en que tiene su morada la justicia, según la promesa del Señor, 14 Por esto, carísimos, viviendo en esta esperanza, procurad con diligencia ser hallados en paz, limpios e irreprochables delante de El, 15 y creed que la paciencia del Señor es para nuestra salud, según que nuestro amado hermano Pablo os escribió conforme a la sabiduría que a él le fue concedida. 16 Es lo mismo que hablando de esto enseña en todas sus epístolas, en las cuales hay algunos puntos de difícil inteligencia, que hombres indoctos e inconstantes pervierten, no menos que las demás Escrituras, para su propia perdición.

La idea de la parusía y de la caducidad del mundo ha ejercido siempre un grande influjo sobre la espiritualidad tanto judía como cristiana 25.
El autor sagrado resume lo que acaba de decir y saca una conclusión práctica. Puesto que el mundo presente está destinado a desaparecer y el día del Señor vendrá de repente como un ladrón, hay que estar preparados llevando una vida santa. Los plurales in sanctis conversationibus et pietatibus (Vgta.) indican las múltiples manifestaciones de la santidad y de la piedad que han de resplandecer en toda la conducta de los cristianos. Viviendo santamente, los cristianos podrán esperar con confianza el día del Señor; y, al mismo tiempo, completarán el número de los elegidos, y así acelerarán la hora de la venida del Señor 26. El Señor espera pacientemente y difiere su retorno para dejar tiempo a los culpables al arrepentimiento 27; porque cuanto mayor sea el número de los fieles, más pronto vendrá el Señor (v.12). Seguramente el autor sagrado alude a la idea difundida en los ambientes judíos, según la cual la aceleración o retardo de los tiempos mesiánicos dependía de los méritos o pecados de Israel 28.
La catástrofe cósmica es, sin embargo, motivo de alegría para los fieles que la esperan y la aceleran con el deseo y la oración. Más allá de la tragedia y de la prueba, entrevén la transfiguración del universo. El mundo futuro será un mundo en donde la justicia y la santidad habitarán (v. 13). Estas mismas ideas las encontramos en Isa_65:17; Isa_66:22. San Pablo también presenta a la naturaleza como una persona que espera con inquietud la transformación 29. Y San Pedro, en un discurso de los Hechos de los Apóstoles 30, habla de la restauración de todas las cosas.
Si los cristianos esperan este mundo nuevo, deben comportarse de tal manera que sean hallados por el Señor en una disposición moral y espiritual tal que les permita entrar en él (v.14). La espera de la parusía era un poderoso motivo de santificación 31. Además, los fieles han de ver en el retardo de la parusía una prueba de la voluntad salvífica universal de Dios, que espera para que todos se enmienden y practiquen la virtud (v.15). El apóstol confirma su exhortación con la autoridad de San Pablo, que había enseñado la misma verdad en una epístola enviada a los mismos destinatarios de la 2 Pe. ¿De qué epístola se trata? La epístola a los Romanos 32 y la i a los Corintios 33 hablan de las numerosas gracias de conversión que el Señor da a los elegidos; pero no es probable que la 2 Pe haya sido escrita a los cristianos de Roma o de Corinto. Es difícil determinar con precisión de qué carta se trata. La mayor parte de los comentaristas están acordes en admitir que se alude o bien a Golosenses 34, en donde se encuentra una sentencia análoga a la de San Pedro, o bien a Efesios, en la cual se dan varias exhortaciones a la santidad 35. Algunos autores creen que se trata de una epístola perdida 36.
El autor de la 2 Pe habla de Pablo como de un amado hermano (v.15), en el cual reconoce el carisma de la sabiduría. Esta sabiduría tal vez se refiere a un conocimiento extraordinario de los misterios revelados. Pero como el v.16 reconoce el carácter sagrado de los escritos de Pablo, es muy posible que podamos ver en esa sabiduría, que dirigía al apóstol cuando escribía, el carisma de la inspiración divina.
Después de aludir a una epístola determinada de San Pablo, el autor de la 2 Pe habla de las demás cartas del Apóstol de los Gentiles, en donde exhorta a la santidad, a la preparación para la parusía (v.16). Los falsos doctores debían de apoyarse en San Pablo cuando prometían la libertad 37. A lo cual replica el autor de la 2 Pe diciendo que Pablo enseñaba lo mismo que él en todas sus epístolas. La expresión todas sus epístolas no significa necesariamente que el autor de la 2 Pe conociese todo el cor pus paulinum actual. Puede referirse a todas las cartas conocidas entonces por el autor de la 2 Pe y por los destinatarios de esta epístola. Existía ya, por consiguiente, una colección paulina, sin que podamos decir cuántas cartas contenía. Este detalle de la 2 Pe es de gran importancia, porque nos hace conocer que en las diversas Iglesias se comenzaron a recoger, desde muy temprano, los escritos de los apóstoles. Es el comienzo del canon del Nuevo Testamento.
En esas cartas de San Pablo, reconoce el autor de la 2 Pe, se encuentran puntos de difícil inteligencia, que gentes ignorantes de la verdad evangélica y mal fundamentados en la fe pervierten (v.16). De este modo la palabra de Dios sirve para perder las almas. Los textos torcidamente interpretados por los falsos doctores serían probablemente los que tratan de la Ley y de la libertad cristiana y los que hablan de la parusía, que eran obscuros por naturaleza 38. Se formula aquí implícitamente el principio de hermenéutica escrituraria según el cual la interpretación de las Escrituras no puede ser abandonada al sentir de cada uno. El trato que dan esos falsos doctores a las epístolas de San Pablo es el mismo que dan a las demás Escrituras (v.16). La expresión ôÜò ëïéðÜò ãñáöÜò designa el Antiguo Testamento. Por aquí se ve que la 2 Pe coloca las epístolas de Pablo al mismo nivel de las Escrituras. Y demuestra que nuestro autor considera las epístolas paulinas en el mismo plano de autoridad y dignidad que las Sagradas Escrituras. En toda la literatura judía y cristiana, la Escritura o Escrituras designan los escritos sagrados y normativos, los escritos inspirados, en cuanto que fueron compuestos bajo la inspiración del Espíritu Santo 39. Este versículo 16 de la 2 Pe implica implícitamente la doctrina eclesiástica de la canonicidad y de la inspiración de as epístolas paulinas y de todo el Nuevo Testamento, pues no hay razón alguna para juzgar de otro modo los escritos de los demás apóstoles.



Exhortación y doxología final,Isa_3:17-18.
17 Vosotros, pues, amados, que de antemano sois avisados, estad alerta, no sea que, dejándoos llevar del error de los libertinos, vengáis a decaer en vuestra firmeza. 18 Creced más bien en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y salvador Jesucristo. A El la gloria así ahora como en el día de la eternidad.

El autor sagrado vuelve, en la advertencia final, sobre el pensamiento del v.14; y recomienda a los fieles vigilar para no ser seducidos por los falsos doctores (v.17), y crecer en el conocimiento y en la gracia de Dios.
Los lectores de la 2 Pe estaban siempre en peligro de ser seducidos por los falsos doctores que interpretaban torcidamente las enseñanzas apostólicas. Por eso el autor sagrado les dice que deben permanecer firmes en la fe profesada, guardando intactos los principios de su vida cristiana. Han de esforzarse, además, por crecer en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo (v.18). La vida cristiana no es algo estático, sino que debe crecer cada día en gracia y en conocimiento de Dios. Al principio de la epístola, el autor deseaba esta gracia y conocimiento a sus lectores40. Ahora termina con el mismo pensamiento en forma de inclusio semítica.
La carta se concluye con una doxología a Cristo que recuerda la de 1Pe_4:11. En este último versículo de la 2 Pe se afirma claramente la divinidad de Cristo.

1Pe_1 1:10-12.25. 2 1:3-18; 2:4; 3:18-22; 4:1-13; 5:1 3 1:7-11; 4.552Cr_11:13; 2Cr_5:4-10· Es, pues, probable que el autor sagrado se refiera a la i Pe, que ya por entonces se había difundido con bastante rapidez entre los fieles y las iglesias. No descartamos tampoco la hipótesis de que se pueda referir a una carta del apóstol, que se ha perdido. 4 El predixi de la Vg. es erróneo. 5 Hec_20:23-31; 2Ti_3:1-9; 2Ti_4:3; cf. Me 13:22; Mat_24:24. Estos textos se refieren a profecías generales acerca de la aparición de herejías y disensiones antes de la segunda venida de Cristo. Pero nuestro autor bien pudiera referirse a tradiciones orales que no han llegado hasta nosotros. 6 Cf. Mar_13:19. 7 J. Chaine, o.c. p.Sas. Cf. Tertuliano, De patientia 2; Eusebio, Hist. Eccl. 7:24:25. 8 Cf. J. Chaine, Cosmogonie aquatique et conflagration finale d'aprés la 2 Pe: RB (1937) 207-216; J. Plessis, Babylone et la Bible: DBS I 716-736. Para comprender la idea de la 2 Pe hay que tener presente que la tierra había emergido de entre las aguas por la acción del espíritu de Dios (Gen_1:2.9). Con el diluvio la tierra vuelve a ser cubierta por las aguas (Gen_7:11), con lo que retorna en cierto modo al caos primitivo. De este segundo caos le saca la acción del viento (pneuma) enviado por Dios (Gen_8:1). Es en este sentido en el que se puede hablar de una nueva creación. 9 1:18 3 8 10 Isa_66:15s. 11 Isa_51:6; cf. Isa_65:17; Isa_66:22. 12 1:4 13 En DBS IV 1379. 14 7:8-10. 15 1Co_3:13-15 16 2Te_1:73. La Vida de Adán y Eva 49 habla de dos juicios, uno por el agua y el otro por el fuego. Cf. Oráculos sibil. 4:1735. 17 Cf. strack-billerbeck, III p.775- 18 Hermas, Vis. 4:3:3 (Funck, I 464); Apoc. Petr. aetiop. 5; San Justino, Apol. I 20:4. 19 1Ti_2:4; cf. £2 18:23. 20 Gf. M. J. Lagrange, Le Messianisme chez les Juifs (París 1909) 186-209; Strack-Bil-Lerbeck, III p.773s. 21 Mt 24:42-44; Luc_12:38-40. 22 1Te_5:2; Rev_3:31Rev_16:15· 23 Cf. Isa_34:4; Jl 2,ios; Isa_3:15; Mat_24:29; Apo_6:12ss. 24 Cf. Mts.11; Mat_11:3.16. 25 Gf. R. schnackenburg, DiesittlicheBotschaft des Neuen Test. (München 1954)p.127-34· 26 Cf. U. Holzmeister, Num et quomodo docente S. Petro (Hec_3:195; 2Pe_3:12) paru-siam decelerare possimus: VD 18 (1938) 299-307. 27 Cf. v.9. 28 Cf. Bonsirven, Le Judaísme vol.1 p.379ss; A. Charue, o.c. p.soo; De Ambroggi, o.c. p.iqs. 29 Rom_8:19-22; cf. 1Co_7:31. Ver A. Colunga, El cielo nuevo y tierra nueva: Sal 3 (1956) 485-492; J. M. González Ruiz, Gravitación escatológica del Cosmos en el í. Ô. en XIV SemBibEsp (Madrid 1954) 103-127; A. Viard, Expectatio creaturae (Rom_8:19-22) : RB 59 (1952) 337-354· 30 3:21. 31 J. Chaine, o.c. 93. 32 2:4-10; 9.22SS. 33 1Co_1:7-8. 34 1:22ss. 35 Gf. 1:5-14; 4:30; 5:53. 36 Cf. RB (1902) 573SS. El P. C. Spicq., Les Epítres pastorales (París 1947) p.XCV, cree que aquí se cita explícitamente un pasaje de 1Ti_1:16. 37 2Pe_2:19. El autor sagrado no nos dice cuáles eran los puntos doctrinales difíciles de entender y que los falsos doctores interpretaban mal. Tal vez se refiera a la doctrina paulina sobre la libertad de la Ley. 38 Gf. 2Te_2:5. 39 Cf. 1:21.

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



(V) Segunda apología: el fin del mundo (3,1-7). El autor vuelve sobre las doc(-)trinas de los burlones, ocupándose primero de sus objeciones a la predicción del fin del mun(-)do.
(A) Recuerdo fiel (3,1-2). 1. segunda carta: La primera carta fue al parecer 1 Pe (Boobyer, «The Indebtedness» 34-53), que se ocupó de in(-)dagar el mensaje correcto de los profetas (véa(-)se 1 Pe 1,10-13). vuestra mente pura: Como en 15, este recuerdo se centra en la interpre(-)tación correcta (eilikriné dianoia) de la tradi(-)ción escatológica, esp. en medio de las disputas relativas a ella (véanse 1,16.20; 3,4.16). La tra(-)dición sobre la parusía y el juicio concuerda con las palabras de los profetas de antaño (véan(-)se referencias al AT en 2,4-8.15-16) y también con la palabra del Señor transmitida por medio de sus apóstoles. 2. vuestros apóstoles: Esto ha(-)ce pensar que la carta no la escribió Pedro, pues el autor es consciente de la gran distancia existente entre los primitivos y auténticos por(-)tavoces y él mismo, acordaos: La insistencia en hacer recordar y en acordarse distingue en esta ocasión al autor de los burlones, deliberada(-)mente olvidadizos de la verdad (3,5.8).
24 (B) El ataque contra el juicio predicho (3,3-4). 3. burlones: En este punto se en(-)cuentra la referencia más clara a la doctrina de los herejes. Según las convenciones del tes(-)tamento, el jefe moribundo predice dificulta(-)des para sus seguidores, incluso ataques con(-)tra ellos (véase Hch 20,29). Como los falsos maestros (2,1), se burlan de las tradiciones del grupo (1,16); el autor pone en duda esto afir(-)mando que sus burlas nacen de deseos, otra referencia a los cuatro vicios cardinales (1,4; 2, 10,18). 4. promesa: Sus burlas se centran una vez más en las promesas de la parusía, que el autor ha estado defendiendo todo el tiempo (1,4; 3,9). ¿dónde está...?: Pregunta tí(-)pica que cuestiona el poder y la intención, bien de un dios extranjero
(Dt 32,37; 2 Re 18,34), bien del Dios de Israel (Jue 6,13; Sal 42,4.11). Además de atacar la fuente de la pro(-)fecía sobre la parusía (1,16), los burlones ofre(-)cen argumentos contra ella sacados de la ex(-)periencia: no hay pruebas del juicio de Dios en el mundo, desde la creación hasta la muerte más reciente de Padres de la Iglesia, padres: Probablemente, figuras del NT que recibieron predicciones acerca de la inminencia de la pa(-)rusía que al parecer no se habían cumplido (véanse Mt 10,23; Mc 9,1). Parodiando el axio(-)ma de que «todo fluye», los burlones sostienen que «todo sigue igual». Así, se oponen a las profecías de la parusía por dos razones: (a) la negación del juicio de Dios (2,3b; 3,9) y (b) la negación de la actuación de Dios en la crea(-)ción (3,4).
(C) Refutación: prueba sacada de la historia (3,5-7). 5. olvidando deliberadamen(-)te: El autor acusa a los herejes de ignorancia culpable. Sus burlas, nacidas de deseos mal(-)vados (3,3), son un olvido deliberado de lo que todos saben, estableció: La apología de la pro(-)mesa de la parusía descansa sobre la doctrina judía tradicional acerca de los poderes creati(-)vo y ejecutivo de Dios. Todos sus actos se com(-)pendian por lo regular dentro de estas dos ca(-)tegorías inclusivas (Filón, Leg. alleg. 2.68; De cher. 27-28; Rom 4,17; véase N. A. Dahl, JSJ 9 [1978] 1-28). Lo mismo que Dios tiene poder para crear (v. 5), tiene poder para juzgar, pala(-)bra de Dios: Dado que la cuestión es la fiabili(-)dad de la palabra de Dios, se señala que con una palabra creó Dios cielo y tierra y con una palabra ejercitará en ambos el poder ejecuti(-)vo. 6-7. agua... fuego: Según 2,4-8, Dios juzgó a Noé y su generación con agua, y a Lot y Sodoma y Gomorra con fuego. Así, ya ha queda(-)do demostrado el juicio de Dios en el mundo. almacenados: Dt 28,12 habla de los ricos teso(-)ros divinos de lluvia y fertilidad; sin embargo, Filón habla del tesoro divino de juicio (Leg. alleg. 3.105-06).
(VI) Tercera apología: el «retraso» co(-)mo don (3,8-9). 8. un día: Haciendo hincapié en la garantía de la palabra de Dios (3,7), el au(-)tor pasa a ocuparse de otro argumento explícito de los burlones: « ¡Dios tarda (en juzgar)!» (véa(-)se 2,3b). Cuando se atacaba la providencia de Dios en bendecir y juzgar, se insistía en varios argumentos típicos: (1) un Dios providente no podría hacer criaturas inútiles o dañinas; (2) la presciencia de Dios destruiría la libertad huma(-)na; y (3) Dios es lento para premiar al justo y castigar al malvado. Al hacer hincapié en el re(-)traso de Dios, los griegos y judíos heterodoxos argumentaban contra el juicio futuro de Dios (véase Plutarco, De sera num. vind. 548D, 549D). ante el Señor: El autor responde a la calumnia acerca del retraso de Dios de dos maneras. Indi(-)ca que el tiempo divino es misterioso para los se(-)res humanos e incalculable: 1.000 años = 1 día, 1 día = 1.000 años (véase Sal 90,4). Este texto se consideraba relacionado con el juicio retrasado de Adán. Aunque en Gn 2,17 Dios dijo: «El día que comieres de él morirás...», Adán vivió otros 1.000 años. Este retraso del juicio se explicaba como un don de tiempo que Dios hizo a Adán para que se arrepintiera y así fuera salvo (Gen. Rab. 22,1; Jub 4,29-30). 9. retraso... longanimi(-)dad: El retraso de Dios no se debe ver como un argumento contra la justicia divina, sino como paciencia de Dios para con los pecadores, un te(-)ma encontrado constantemente en las Escritu(-)ras (Sab 12,10), los escritos judíos (Filón, Leg. alleg. 3.106), los escritos cristianos (Rom 2,4) y los debates grecorromanos (Plutarco, De sera num. vind. 551 C,D). Se basa en la revelación he(-)cha a Moisés en Ex 34,6-7 de que Dios es «lento a la ira», expresión que en los LXX se traduce como paciencia de Dios (makrothymia: Nm 14,18; Neh 9,17; Sal 86,15). Dios, que es a la vez creador y ejecutor del mundo, es misericordioso y justo a la vez, aunque se subraya especialmen(-)te la paciencia de Dios con los pecadores.

27 (VII) Escatología y ética de nuevo (3,10-13).
(A) Un ladrón en la noche (3,10). día del Señor: Equilibrando la observación acerca del retraso con vistas al arrepentimiento está la afirmación de que Jesús vendrá ciertamente, pero sin que se sepa cuándo, como un ladrón en la noche (Mt 24,43-44; 1 Tes 5,1; Ap 3,3). cielos... tierra: A su llegada, toda la creación -cielos, elementos intermedios y tierra desa(-)parecerán con ruido ensordecedor, posible(-)mente el de la trompeta y la voz de mando mencionadas en 1 Tes 4,16 o el bramido del fuego devorador. descubierta: La tierra será «encontrada» en el sentido forense de exami(-)nada y «descubierta» (véanse 1 Cor 3,13-15; F. Danker, ZNW 53 [1962] 82-86).
28 (B) El día de Dios (3,11-13). 11. con(-)ducta santa y piadosa: La doctrina afecta a la vida, de ahí que se haga referencia a una con(-)ducta moral en consonancia con la fe en el jus(-)to juicio de Dios. Hemos de vivir vidas de san(-)tidad y respeto a Dios, para permanecer en pie en el día final (véanse 1 Tes 3,13; 5,23; Flp 16). 12. acelerando... el día: Gran diferen(-)cia entre creyentes y burlones: los creyentes aguarda y aceleran el día, mientras que los burlones se mofan de su retraso y hacen caso omiso de él; los creyentes interpretan el retra(-)so como un don de la paciencia de Dios, mien(-)tras que los burlones lo vuelven contra el jui(-)cio de Dios; los creyentes viven vidas sin tacha, mientras que los burlones están sumidos en pasiones degradantes (2,10.13-14). el día de Dios: Esta expresión pone de relieve una idea distinta de la expuesta en 3,10 acerca del día del Señor (Jesús). En este momento se hace hincapié en el poder de Dios para actuar en la creación y para juzgar. Este día se asemeja a las descripciones bíblicas del día de Dios (véa(-)nse Is 43,4; Mc 13,24-25; Ap 16,8-9), donde se predice que los cielos desaparecerán y que caerá fuego sobre el mundo, nuevos cielos... nueva tierra: La destrucción ígnea se traduce en una nueva creación, nuevos cielos y nueva tierra, justamente como los profetas predije(-)ron (Is 65,17; 66,22; Ap 21,1; cf. Mt 19,28). Pu(-)rificados por el fuego, sólo los santos tendrán parte en el reino de justicia de Dios; los mal(-)vados serán destruidos (3,7).
29 (VIII) Pedro y Pablo están de acuer(-)do (3,14-16). 14. sin tacha: Los versículos si(-)guientes sacan las conclusiones de la fe en el juicio de Dios: los cristianos procuran con em(-)peño ser sin mancilla y sin tacha, mientras que los burlones se describen en 2,12 como man(-)chados e infames, encontrados por él: Los cre(-)yentes serán examinados y encontrados dig(-)nos, repetición de la observación de 3,10 según la cual también el mundo será examinado por Dios (véanse Mt 24,46; Mc 13,36). 15. pacien(-)cia: Los creyentes saben cómo interpretar el re(-)traso del juicio como paciencia (3,9), un don de tiempo para arrepentirse y ser salvos, la sa(-)biduría que le fue otorgada: El autor pasa a hablar de las cartas de Pablo, evidentemente porque algunos creen encontrar en ellas argu(-)mentos contra la tradición defendida por Pe(-)dro. En primer lugar, el autor afirma que Pablo estaba inspirado y autorizado en virtud de la sabiduría que le fue otorgada por Dios (Rom 12,3; 1 Cor 3,10; Gál 2,9). Dado que Pedro es también un profeta inspirado (1,12-15.16-21), la tradición acerca de la parusía se apoya en la palabra de dos testigos fidedignos. En segundo lugar, pese al supuesto desacuerdo entre Pedro y Pablo en Gál 2,12-14, el autor afirma que la tradición escatológica ha sido mantenida siem(-)pre por todos en todas las Iglesias. En tercer lu(-)gar, el autor admite que Pablo es difícil de en(-)tender y que en realidad estos burlones lo están interpretando mal; su error quizá se base en una comprensión errónea de la proclamación de Pablo de la libertad (Gál 5,1; véase 2 Pe 2,19) y de su convicción de haber resucitado con Jesús en el bautismo (Rom 6,1-11), lo cual implica que los creyentes están ya más allá del examen y el juicio (1 Cor 4,7; Jn 3,17-19). Una interpretación correcta (véase 3,2) ha de tener en cuenta las observaciones de Pablo sobre la venida de Cristo a juzgar (1 Cor 1,7), nuestra necesidad de ser inmaculados aquel día (1 Tes 3,13; 5,23) y sobre el juicio en el tribunal de Dios (2 Cor 5,10; Rom 14,9-12). Pablo afirma(-)ba el justo juicio de Dios (Rom 2,5-9), incluso los dos poderes de Dios de creación y juicio (Rom 4,17), y la paciencia de Dios como un tiempo para arrepentirse (Rom 2,4). 16. todas sus cartas: No podemos decir cuántas cartas de Pablo conoce este autor; parece que Rom y 1 Tes son sin duda conocidas y consideradas co(-)mo «Escritura» en esa Iglesia, cosa que hace pensar en una datación tardía de este escrito.
30 (IX) Conclusión de la carta (3,17-18) . Como en Mc 13,5.23, la carta concluye con advertencias acerca de dificultades futuras. 17. guardaos: Los destinatarios han de permanecer firmes en la tradición (1 Cor 10,12; 1 Tes 3,13) y no dejarse arrastrar por el engaño (2,3a. 19; 2 Tim 4,3-4). 18. creced en...conocimiento: Inclu(-)sión con 1,3, donde el conocimiento de Dios otorgaba todo cuanto pertenece a la vida y la santidad; ahora, dicho conocimiento incluye especialmente una comprensión correcta de la parusía de Jesús, día de la eternidad: Breve cifra del tema principal de la carta, el día del juicio de Dios y el día de la parusía de Jesús, día de destrucción cósmica, pero también de un nue(-)vo cielo y una nueva tierra.
[Traducido por José Pedro Tosaus Abadía]

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Retraso de la parusía. El tema predominante de toda esta sección es el día de la venida o parusía. En los dos primeros versículos, el autor resalta el valor evangelizador de las cartas apostólicas, la importancia de los recuerdos para despertar la conciencia cristiana, que él llama «mentes sinceras» (1), y el papel de la memoria, que sirve para unir en un solo proyecto, el de Jesús, los dos Testamentos, en clara alusión a profetas y apóstoles.
En los versículos 3s, el autor, como si ya conociera los planes divinos -«ante todo deben saber»- previene contra los adversarios que con cinismo, falsedad y entregados al libertinaje niegan la venida con el argumento de la inmutabilidad del mundo desde sus orígenes (4). La verdad es que a quienes tienen el poder no les interesa que las cosas cambien, para poder seguir dominando y enredando las comunidades a su antojo.
En los versículos 5-10, el autor refuta los argumentos de quienes niegan la parusía apelando a la fuerza de la Palabra de Dios, que crea el cielo y la tierra (Gn 1), pero que en un momento de la historia lo destruye a través del diluvio (Gn 7) para sacar un mundo nuevo. El cielo y la tierra, que siguen siendo fruto de la Palabra creadora de Dios (5), están a la espera de una nueva «purificación» en el juicio final a través del fuego, cuando serán condenados los seres humanos perversos. Cabe anotar que después de cada destrucción surge una realidad nueva. Cada vez que destruimos situaciones de injusticia, violencia y muerte y permitimos que surjan nuevas realidades de justicia y fraternidad, adelantamos en la tierra pequeños momentos de parusía.
Otro argumento contra los adversarios tiene que ver con el tiempo. Hay que diferenciar entre el tiempo de Dios -«kairos» (cfr. Sal_90:4)- y el tiempo humano -«kronos»-. De otra parte, la dilación del tiempo es una opción paciente de Dios que tiene como objetivo dar oportunidad para que todos se salven (cfr. Jua_3:16-17; 1Ti_2:4). Para describir la venida (10), el autor trae las figuras del ladrón y del fuego, recogidas de la tradición sinóptica (Mat_13:40.50; Mat_24:29.35.43; Mat_25:41) y apocalíptica (Apo_20:11; Apo_21:1).
En los versículos 11s se dice que vivir en santidad permite apresurar la venida del Señor. El autor insiste en que la parusía no debe llevar a la pasividad esperando el fin de los tiempos; al contrario: hay que vivir y trabajar para que el mundo camine por senderos de paz, de honestidad y reconciliación (14). La mención de las cartas de Pablo (15s), escritas con sabiduría, pone de manifiesto su importancia en las comunidades, pero al mismo tiempo el autor reconoce que el mensaje de Pablo fue manipulado, falsamente interpretado y corrompido por los falsos maestros.
El final no tiene forma epistolar, al carecer de saludos y despedidas. Los versículos 17s, que forman una inclusión con 1s, retoman de manera conclusiva algunos temas tratados a lo largo de la carta: estar prevenidos para no ser engañados por los falsos maestros (17) y crecer en gracia y conocimiento de Jesús (18).

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter III.

Hee assureth them of the certaintie of Christes comming to Iudgement, against those scorners who dispute against it: 8 warning the godly for the long patience of God, to hasten their repentance. 10 He describeth also the manner how the world shall bee destroyed: 11 exhorting them from the expectation thereof, to all holinesse of life: 15 And againe, to thinke the patience of God to tend to their saluation, as Paul wrote to them in his Epistles.
1 This second Epistle (beloued) I now write vnto you, in both which I stir vp your pure mindes by way of remembrance:
2 That yee may be mindfull of the wordes which were spoken before by the holy Prophets, and of the Commandement of vs the Apostles of the Lord and Sauiour:
3 Knowing this first, that there shall come in the last dayes scoffers, walking after their owne lusts,
4 And saying, Where is the promise of his comming? For since the fathers fell asleepe, all things continue as they were fro the beginning of the creation.
5 For this they willingly are ignorant of, that by the word of God the heauens were of olde, and the earth [ Greek: consisting.] standing out of the water, and in the water,
6 Whereby the world that then was, being ouerflowed with water, perished.
7 But the heauens and the earth which are now, by the same word are

[The day of the Lord.]

kept in store, reserued vnto fire against the day of Iudgement, and perdition of vngodly men.
8 But (beloued) bee not ignorant of this one thing, that one day is with the Lord as a thousand yeeres, and a thousand yeeres as one day.
9 The Lord is not slacke cocerning his promise (as some men count slacknesse) but is long-suffring to vs-ward, not willing that any should perish, but that all should come to repentance.
10 But the day of the Lord wil come as a thiefe in the night, in the which the heauens shall passe away with a great noise, and the Elements shall melt with feruent heate, the earth also and the works that are therin shalbe burnt vp.
11 Seeing then that all these things shall be dissolued, What maner of persons ought ye to be in all holy conuersation, and godlinesse,
12 [ Or, hasting the comming.] Looking for and hasting vnto the comming of the day of God, wherein the heauens being on fire shalbe dissolued, and the Elements shall melt with feruent heat.
13 Neuerthelesse wee, according to his promise, looke for new heauens, and a new earth, wherein dwelleth righteousnesse.
14 Wherefore (beloued) seeing that ye looke for such things, be diligent that ye may be found of him in peace, without spot, and blamelesse.
15 And account that the long suffering of the Lord is saluation, euen as our beloued brother Paul also, according to the wisedome giuen vnto him, hath written vnto you.
16 As also in all his Epistles, speaking in them of these things, in which are some things hard to be vnderstood, which they that are vnlearned and vnstable wrest, as they doe also the other Scriptures, vnto their owne destruction.
17 Ye therefore, beloued, seeing yee know these things before, beware lest yee also being led away with the errour of the wicked, fall from your owne stedfastnesse.
18 But growe in grace, and in the knowledge of our Lord and Sauiour Iesus Christ: to him be glory both now and for euer. Amen.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



3. Ver 1Ti_4:1.

8. Sal_90:4.

10. "El Día del Señor": ver nota Hec_2:17-21.

"Como un ladrón": ver Mat_24:42-44; 1Te_5:2.

"Por el fuego": Pedro se inspira en el tema popular de la purificación del mundo por el "fuego", para referirse al motivo fundamental de la esperanza cristiana ( 1Te_5:13), que es la renovación final de todas las cosas. Ver nota Rom_8:19.

13. Ver Isa_65:17; Isa_66:22; Apo_21:1. La "justicia" designa un orden donde todas las cosas están sometidas plenamente a la voluntad de Dios. Ver nota Rom_1:17.

15-16. En este pasaje se encuentra la primera mención de una colección de Cartas de Pablo considerada como parte integrante de las Escrituras canónicas. Los pasajes de las mismas que se prestaban a falsas interpretaciones eran, sin duda, los relativos a la segunda Venida del Señor (1 Tes. 4. 13 -5. 11; 2Te_1:7-10; 2Te_2:1-12), y a la libertad cristiana (Rom. 7; Gal_50:5). En estos últimos, especialmente, algunos buscaban la justificación del libertinaje moral.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Una reafirmación del hecho y sus consecuencias

El argumento referente a la seguridad de la venida de Cristo es redondeado con un nuevo rcordatorio del hecho y su carácter súbito. Entonces Pedro comenta las consecuencias que esto tendrá para el mundo físico tal como lo conocemos, y las consecuencias que este conocimiento producirá en la vida del creyente. Como los nuevos cielos y la nueva tierra serán el hogar de la justicia, debemos sentirnos como en casa aquí y ahora.

Nota. 10 Como ladrón toma la enseñanza de Jesús en Mat. 24: 42, 43. Los cielos pasarán también fue mencionado por Jesús (Mat. 13:31). Los elementos puede aplicarse a la sustancia de que está constituido el mundo o a los demás cuerpos celestes. Las obras puede referirse a los edificios y otras obras materiales o a hechos en el sentido moral; depende de cuál de las lecturas del verbo se adopta. Serán consumidas puede ser traducido destruido (DHH). 11 Por lo tanto, todas estas cosas deben ser los hechos de la humanidad. Jesús (p. ej. Luc. 12:35-40), Pablo (Rom. 13:11-14; 1 Tes. 5:3-11) y Pedro (1 Ped. 1:13; 4:7-11) todos usan el juicio final como un incentivo para la vida piadosa. 12 Apresurándoos es preferible a mientras espe ran estas cosas (DHH) pues subraya la importancia de la actividad humana en el evangelismo, etc. (cf. Hech. 3:19-21; 17:30, 31) durante el tiempo de la paciencia divina. 13 Isa. 65:17-25 y 66:22, 23 son ejemplos de sus promesas.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

La esperanza de la segunda venida del Señor y de la transformación radical de este mundo, no induce a desentenderse de las realidades humanas. «La espera de una tierra nueva no debe debilitar, sino más bien avivar la preocupación de cultivar esta tierra, donde crece aquel cuerpo de la nueva familia humana, que puede ofrecer ya un cierto esbozo del siglo nuevo» (C. Vat. II, Gaud. et sp. 39).

La referencia a los escritos de San Pablo (vv. 15-16) es un testimonio evidente de cómo, desde los mismos inicios del cristianismo, se considera fundamental la unidad en la fe.


Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a Isa 65:17; Isa 66:22; Rom 8:21; Apo 21:1

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

— morada de rectitud: El texto griego emplea el término dikaiosine, tan rico y complejo. En este pasaje, cualquiera de sus significados fundamentales: justicia, rectitud, salvación (o fuerza salvadora ), puede ser válido. Ver notas a 2Pe 1:1; 2Pe 2:21.

Reina Valera (Sociedades Bíblicas Unidas, 1960)

Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.f

f Isa 65:17; Isa 66:22; Apo 21:1.

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

nuevos Cielos...Isa 65:17; Isa 66:22; Apo 21:1.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 3.5 Cf. Gn 1.6-9; Sal 24.2.

[2] 3.6 Gn 7.11-22; 2 P 2.5.

[3] 3.7 Cf. Is 66.15-16; Sof 1.18; 3.8; Ap 18.8.

[4] 3.8 Sal 90.4.

[5] 3.9 Ez 18.23; 33.11; Sab 1.13; 11.23; 12.8-10; 1 Ti 2.4.

[6] 3.10 Is 34.4; Ap 6.13-14.

[7] 3.13 Is 65.17; 66.22; Ap 21.1,27.

[8] 3.15 Cf. Ro 2.4; 3.25-26; 9.22; 1 Ts 4.13--5.11; 2 Ts 1.7-10; 2.1-12.

Torres Amat (1825)



[8] Porque para él no hay nada pasado ni venidero, pues todo es presente.

[10] De repente y a la hora menos pensada.

[17] En la fe y santidad de vida.

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] *Is 65:17 *Ap 21:1 *Mt 5:10 *Is 8:12