Ver contexto
Porque David mismo dice en el libro de los Salmos:
Dijo el Señor a mi Señor:
Siéntate a mi diestra (Lucas 20, 42) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 20

II. EL SEÑOR DE LA IGLESIA NACIENTE (20,01-26).

Jesús se revela en el templo como Señor de la Iglesia naciente. Tiene de Dios la autoridad (v. 1-8); la autoridad del consejo supremo llega a su fin (v. 9-19); la autoridad de Jesús no está en contradicción con el poder del emperador romano (v. 20-26).

1. AUTORIDAD DE JESÚS (Lc/20/01-08)

1 Uno de aquellos días, mientras él estaba enseñando al pueblo en el templo y anunciándole el Evangelio, se presentaron los sumos sacerdotes y los escribas, junto con los ancianos, 2 y le preguntaron: Dinos: ¿Con qué autoridad haces tú esas cosas? o ¿quién es el que te ha dado esa autoridad?

Jesús llena con su palabra el templo, del que ha tomado posesión. Su doctrina es anuncio de la buena nueva de la salvación, que ya se ha iniciado. «Hoy ha llegado la salvación a esta casa» (19.9). Con el anuncio de la buena nueva se da la salvación. Jesús aventaja a los doctores en Israel, que enseñan, pero no proclaman la salvación; supera a los profetas, que prometen la salud, pero no la traen ni la dan. ¿Quién es él, que se atreve a decir que en su predicación trae el cumplimiento de las grandes promesas de Dios? Cuando la suprema autoridad de los judíos -que está constituida por el sumo sacerdote en funciones y la aristocracia sacerdotal, los doctores de la ley y los ancianos del pueblo (la nobleza secular)- plantea a Jesús la pregunta sobre la autoridad, obra legítimamente. De la misma manera interroga a Juan Bautista (Joh_1:19 ss) e interrogará más tarde a los discípulos de Jesús (Act_4:5 ss). Jesús se presenta como doctor y maestro; pero nunca ha frecuentado la escuela de los doctores de la ley ni ha visto confirmada su formación y su ciencia mediante la imposición de las manos. Pasa ante el pueblo por profeta, pero formula reivindicaciones más altas que las de los profetas. En el fondo del problema de la autoridad late la cuestión de su mesianidad. El consejo supremo soslaya esta cuestión hasta que llega un momento en que ya no es posible soslayarla (Act_22:70).

3 él les respondió: Yo también os voy a hacer una pregunta; contestadme. 4 El bautismo de Juan ¿era del cielo o era de los hombres?

La disputa, tal como la practican los doctores judíos, está constituida por preguntas y contrapreguntas. Jesús no esquiva la pregunta del consejo supremo ni le discute el derecho de plantearle la cuestión de la autoridad. Con su contrapregunta no quiere hurtar el cuerpo ni forzar a sus adversarios a defenderse. Sólo quiere hacer recapacitar. Juan llamó a la conversión en el Jordán, bautizó y anunció la proximidad del reino de Dios. Con él se inauguró algo nuevo en Israel. Jesús reasumió la actividad del Bautista, aunque no bautizó (Joh_4:2), pero sí llamó a la conversión y proclamó la buena nueva del alborear de la salud. ¿Cómo enjuicia el consejo supremo la actitud de Juan, su misión y su proclamación? La respuesta a la pregunta sobre la autoridad del Bautista proyectará luz sobre la autoridad de Jesús. Al fin y al cabo, Juan preparó los caminos para Jesús.

5 Pero ellos razonaron entre sí, diciendo: Si respondemos: Del cielo, dirá ¿Por qué no creisteis en él? 6 Pero si respondemos: De los hombres, todo el pueblo nos va a apedrear, porque está convencido de que era un profeta. 7 Y respondieron que no sabían de dónde era.

Los sanedritas no buscan la verdad de Dios, sino que se buscan a sí mismos. Por eso no toman ninguna decisión. En cualquier decisión que tomaran, estarían perdidos. Si declaran divino el origen del bautismo de Juan, entonces tienen que creer, y consiguientemente perderse, entregándose a Dios; si en cambio lo declaran humano, entonces se ve amenazada su vida por el pueblo, que cree en la misión divina del Bautista y linchará a los incrédulos sanedritas como blasfemos. Ahora bien, si los sanedritas no están ya por la verdad de Dios ni la sostienen, ¿cómo pueden guiar al pueblo en nombre de Dios? Así pues, destruyen su propia autoridad.

8 Entonces Jesús les contestó: Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esas cosas.

Jesús les contesta que tampoco él les dirá con qué autoridad obra. La réplica de Jesús había sido una invitación a la conversión y a la fe en su proclamación de que ya había alboreado el tiempo de la salud, como lo había sido el bautismo de Juan. Se presenta a la memoria el camino desde el bautismo de Juan hasta aquí (Act 10.37 39). Este camino muestra que Dios está con él (Act_10:38). Los hombres del consejo supremo se niegan a reconocer que el Bautista había sido enviado para preparar el tiempo de salvación que se inaugura con Jesús; se niegan a reconocer que Dios está con Jesús; por eso no son tampoco capaces de comprender con qué autoridad enseña Jesús, anuncia la buena nueva y se presenta en el templo con autoridad. Jesús, sin embargo, da la respuesta al rehusarla. Pero el modo como la da muestra que no es aceptada por sus adversarios. El testimonio del Bautista, enviado de Dios, sobre Jesús no pierde en la Iglesia su actualidad. En él se compendia el testimonio del Antiguo Testamento. En la autoridad de Jesús se funda la convicción que tiene la Iglesia de ser el nuevo pueblo de Dios.

2. FIN DEL PODER DEL SANEDRÍN (Lc/20/09-19)

9 Comenzó luego a decir al pueblo esta parábola: Un hombre plantó una viña, la arrendó a unos viñadores y se fue lejos a su tierra por largo tiempo.

Se produce la separación entre el pueblo y sus dirigentes, los hombres del consejo supremo. Jesús habla al pueblo; este pueblo de buena voluntad representa al pueblo de Dios del Antiguo Testamento; en él se esboza ya también el pueblo de Dios de la nueva alianza. Jesús asume su dirección. La viña vino a ser imagen de Israel a partir del profeta Isaías (Isa_5:1 ss; Jer_12:20; cf. Mat_20:1 ss; Mat_21:28 ss). El hombre que planta la viña es Dios. El hombre arrienda la viña a unos viñadores. La tierra de la cuenca superior del Jordán, probablemente también la de la ribera septentrional y occidental del lago de Genesaret y gran parte de Galilea estaba formada por latifundios pertenecientes a hombres extraños al país. éstos vivían en el extranjero, lejos de sus posesiones. Sus arrendatarios eran labradores del país. El propietario se va de viaje por largo tiempo y deja que los viñadores campen por sus respetos, pues les entrega toda su confianza. Los arrendatarios representan a los dirigentes del pueblo. El relato de la parábola indica la historia de Dios con su pueblo; ésta es una serie de rebeliones de los dirigentes responsables de Israel contra las exigencias formuladas por Dios a su pueblo.

10 A su tiempo envió un criado a sus viñadores, para que le dieran el fruto de la viña que le correspondía; pero los viñadores lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías. 11 Volvió luego a mandarles otro criado; pero también a éste lo apalearon, lo llenaron de ultrajes y lo despidieron con las manos vacías. 12 Todavía volvió a mandar un tercero; pero también a éste lo hirieron y lo arrojaron fuera.

Según la ley, la renta se cobra el quinto año (Lev_19:25). El fruto de la viña no es sólo vino, pues en ella se plantan también con frecuencia árboles frutales y a veces también cereales. Los arrendatarios se comportan cada vez con mayor injusticia y bajeza. Los dos primeros criados son despedidos, el tercero es arrojado. El primero es apaleado, el segundo se ve además lleno de ultrajes, al tercero lo hirieron. En Galilea reinaban entre los arrendatarios sentimientos revolucionarios. El partido de los zelotas y los partisanos atizaban la resistencia de los labradores contra los propietarios extranjeros, tanto más que entre los latifundistas se contaban también algunos de los aborrecidos romanos. El propietario procede con una longanimidad sin límites, inconcebible. ¿Por qué se limita a enviar continuamente criados? ¿Por qué no recurre a la fuerza? La parábola se aparta de la realidad de la vida para pintar en forma llamativa la longanimidad de Dios. Los hombres no son así; Dios, sí. Tan magnánimo, tan deseoso de salvar a los hombres. Los criados significan los profetas enviados por Dios a los dirigentes del pueblo, las suertes de los criados significan las suertes de los profetas.

13 El dueño de la viña dijo entonces: ¿Qué voy a hacer? Les voy a mandar a mi hijo muy querido; quizá lo respetarán. 14 Cuando los viñadores lo vieron, deliberaron entre sí, diciéndose unos a otros: éste es el heredero; vamos a matarlo, para que la heredad sea nuestra. 15a Y arrojándolo fuera de la viña, lo mataron.

Lo que se va a hacer ahora se prepara mediante una deliberación. Hay que enviar al propio hijo. Pero es el único, el hijo querido, el heredero... Se siente preocupación y temor... Sin embargo, la esperanza de que la brutalidad tenga también sus límites vence los temores. Quizá no se atrevan... En todo caso se trata de un empeño arriesgado. Esta última tentativa pondrá notablemente al descubierto la villanía de los arrendatarios. Aquí la parábola sigue apartándose de la realidad de la vida. El propietario, que sólo tiene un hijo, ¿cómo va a exponerlo al fanatismo de los arrendatarios? Aunque hubiera alguna esperanza de que respetarían a su hijo, no asumiría tal riesgo tras las tristes experiencias anteriores. Su duda -expresada por el «quizá»- hace pensar que se trata de algo inconcebible. Dios envió a aquel que es su Hijo (Lev_3:22), su Hijo único, el elegido (Lev_9:35). Lo que Dios hace por la salud de su pueblo es algo que rebasa todo obrar humano y capacidad humana de comprensión.

También los arrendatarios deliberan entre sí sobre lo que han de hacer cuando ven al hijo. Suponen que ha muerto el propietario y que el hijo viene para tomar posesión de la herencia. Si lo matan, será la viña un bien sin poseedor. Como ellos son los primeros ocupantes, podrán posesionarse de ella. Se asocian la legalidad y la bajeza, cosa que podrá sorprender, pero que también tiene lugar en la muerte de Jesús. Jesús es entregado a la muerte por los mismos que velan por el cumplimiento de la ley.

El hijo es arrojado fuera de la viña, y allí, fuera de la viña, se le da muerte. Aquí se inserta ya la interpretación en la parábola misma. A Jesús se le dio muerte fuera de la ciudad de Jerusalén (Joh_19:17; Heb_13:12 ss). Jesús sabe lo que le aguarda. Hasta ahora sólo había hablado de su muerte a los apóstoles (Heb_18:31), ahora la predice, aunque velada bajo la forma de parábola, también delante del pueblo. Los hombres del consejo supremo serán los homicidas del Mesías, porque no quieren entregar el fruto de la viña esperado por Dios, que en la historia de la salvación ha aprovisionado y guiado a su pueblo y espera de él que reconozca al Mesías que les envía, que es su Hijo. Ellos niegan a Jesús este reconocimiento porque, egoístas, quieren tener para sí la viña y no quieren someterse al señorío de Jesús (Mar_15:10).

15b ¿Qué hará, por consiguiente, con ellos el dueño de la viña? 16 Volverá, acabará con aquellos viñadores y arrendará la viña a otros. Cuando ellos oyeron esto, dijeron: ¡No lo quiera Dios!

La paciencia y la longanimidad del propietario se han agotado. Jesús mismo anuncia la sentencia de castigo. Dios acabará con los titulares de la autoridad en el pueblo judío (Mat_23:30-33). El pueblo de Dios será traspasado a otros, a los nuevos pastores del pueblo de Dios renovado. El pueblo, que oye estas palabras de Jesús, está aterrorizado. Espantado rechaza la posibilidad de tal juicio de Dios. El consejo supremo gozaba de la estima del pueblo y era tratado por él con respeto. Todavía hubo de pasar largo tiempo antes de que el pueblo que seguía a Cristo abandonara las antiguas instituciones. La historia de la primitiva Iglesia da testimonio de ello (Act 1-15). La Iglesia naciente está todavía estrechamente ligada al orden social y religioso del judaísmo. Pedro, llevado delante del tribunal, interpela al consejo supremo con estas palabras: «Jefes del pueblo y ancianos» (Act_4:9).

17 Pero él, fijando en ellos los ojos, les dijo: ¿Qué significa, pues, aquello que está escrito: La piedra que desecharon los constructores, ésa vino a ser piedra angular?

Jesús comprende el espanto del pueblo, pero la cosa es como él ha dicho. El designio de Dios se mantiene. Lo que Jesús ha dicho en la parábola se ve confirmado por la palabra de la Escritura. El Salmo 118 (117), 22, con cuyo saludo de bendición clamó el pueblo a Jesús reconociéndolo como Mesías, habla de la piedra que desecharon los constructores, pero que vino a ser la piedra angular (*) de un nuevo edificio. Los miembros del consejo supremo se consideraban a sí mismos como los constructores de Jerusalén: «El edificador de Jerusalén es el gran sanedrín.» Jesús es la piedra. El consejo supremo lo reprueba y lo desecha como piedra inservible y lo entrega a la muerte. Dios lo resucita y lo exalta. Jesús es edificador y consumador de un nuevo edificio de Dios, que es la Iglesia (Mar_14:58). Los edificadores del pueblo de Dios no son los sanedritas, sino Jesús, mediante su muerte y su resurrección (Act_4:11).

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* La interpretación oscila entre «clave de bóveda» y «piedra angular». Sobre la primera interpretación, cf. Testamento de Salomón 22,7: «Ahora estaba Jerusalén edificada, el templo acabado. Todavía había allí una gran piedra de bóveda; yo quería, al terminar la construcción del templo, utilizarla como remate, como clave de bóveda. Entonces se reunieron todos los constructores y todos los demonios que habían colaborado, y querían elevar esta piedra al pináculo del templo, pero no pudieron moverla de su sitio.» (J. JEREMÍAS).

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18 Todo el que caiga sobre esta piedra se hará añicos, y aquel sobre quien ella caiga, quedará aplastado.

El profeta dice de Dios: «éI será piedra de escándalo y piedra de tropiezo para las dos casas de Israel, lazo y red para los habitantes de Jerusalén. Y muchos de ellos tropezarán, caerán y serán quebrantados, y se enredarán en el lazo y quedarán cogidos» (Isa_8:14 s). Daniel habla de un reino que hará añicos a todos los demás reinos, mientras que él permanecerá eternamente (Dan_2:44 s); este reino es representado por una piedra: «Eso es lo que significa la piedra que viste desprenderse del monte sin ayuda de mano, que desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro» (Dan_2:45). La piedra es Cristo. Cristo es objeto de decisión y de contradicción (Dan_2:34). De él parten la ruina y la salvación. Quien corre contra él, se desmenuza en él. Cuando vuelva como juez lo «hará añicos». Jesús reivindica la soberanía sobre Israel como Mesías, como Hijo del hombre, como Hijo de Dios (cf. 22,67 ss).

19 Los escribas y los sumos sacerdotes intentaron echarle mano en aquel mismo momento, porque se habían dado cuenta de que por ellos había dicho esa parábola; pero tuvieron miedo al pueblo.

Los escribas y los altos dignatarios del sacerdocio -esta vez no se habla de la nobleza secular- ven en la parábola descubiertos sus manejos inspirados por el odio. Como se han cerrado herméticamente a la palabra de Jesús, se intensifica su odio. Sólo el miedo al pueblo les impide llegar al extremo. Una fisura atraviesa el judaísmo: el pueblo y sus dirigentes están divididos. El primer tiempo de la Iglesia se hallará bajo el mismo signo (Act_5:24 s). ¿Cuánto tiempo podrá todavía el pueblo impedir que estalle el odio en los sanedritas? El pueblo no se hace cargo del alcance de lo que está sucediendo. Su respuesta a la parábola lo deja entrever.

3. EL PODER DEL CéSAR (Lc/20/20-26) IMPUESTO/CESAR

20 Luego ellos se pusieron a acecharlo y le enviaron espías que fingieran ser hombres virtuosos, para sorprenderlo en alguna palabra, con el fin de entregarlo al poder y autoridad del procurador.

Los escribas y los sumos sacerdotes (Act_20:19) están resueltos a acabar con Jesús. Esto debía llevarse a cabo a espaldas del pueblo. Hay que implicar a Jesús en un conflicto con la autoridad romana, representada por el procurador Poncio Pilato (26-36). Los sanedritas se mantienen ocultos y actúan por medio de espías que simulan querer cumplir escrupulosamente la ley. Se prepara ya el proceso de Jesús y también las dificultades, en medio de las cuales habrá de dar prueba de sí la Iglesia naciente.

21 Hiciéronle, pues, esta pregunta: Maestro, sabemos que hablas y enseñas con rectitud, y no aceptas las apariencias de una persona, sino que enseñas realmente el camino de Dios. ¿Nos es lícito pagar el impuesto al César: sí o no?

Los espías simulan hipócritamente un problema de conciencia. Se dirigen a Jesús como a doctor de la ley: «Maestro.» Encarecen su confianza en él: «Hablas y enseñas con rectitud.» Reconocen su objetividad insobornable: «No aceptas las apariencias de una persona», no tienes los menores miramientos con las autoridades políticas, no te dejas impresionar por temores o favores. Alaban su temor de Dios: Enseñas realmente el camino de Dios, la conducta moral exigida por Dios. Jesús es un maestro, tal como se describe a sí mismo el maestro de sabiduría: «Todos mis dichos son conformes a la justicia; nada hay en ellos de tortuoso y perverso. Todos son rectos para la persona inteligente y razonables para el que tiene la sabiduría» (Pro_8:8 s).

En este terreno así preparado echan los espías su pregunta capciosa. El gobernador de Siria Quirinio llevó a cabo el año 6 d.C. un censo de la tributación y reorganizó los impuestos y aduanas en Palestina. Las contribuciones y las tarifas corresponden al emperador. La reacción en el país fue violenta. El partido ultranacionalista de los zelotas hizo un llamamiento, invitando a negarse a pagar los impuestos por motivos religiosos. Hay que oponer resistencia al dominio extranjero, porque Dios sólo está dispuesto a ayudar cuando los hombres hacen todo lo que está en su mano. Es posible que muchos se preguntaran incluso si el mero ceder pacientemente a la dominación extranjera no significa ya apostatar de Dios, si no reconoce la soberanía pagana sobre el pueblo de Dios quien paga los impuestos al emperador romano. Ahora bien, los que enviaban a los espías eran políticos realistas y no veían ningún motivo para hacer resistencia, y así pagaban los impuestos sin escrúpulos de conciencia.

23 Pero él, dándose cuenta de su astucia, les dijo: 24 Enseñadme un denario. ¿De quién es la figura y la inscripción que tiene? Ellos respondieran: Del César. 25 éI les dijo: Pues, por consiguiente, pagad lo del César al César. y lo de Dios a Dios.

Los manejos de los espías proceden de astucia, hipocresía (Mar_12:15) y malicia (Mat_22:18). Bajo las apariencias de una crisis de conciencia ponen a Jesús una trampa de la que creen que no podrá librarse. Precisamente en los días festivos -se acerca la pascua- se encendían las pasiones políticas. Las multitudes que han aclamado a Jesús, veían en el Mesías al libertador de la presión política (Mat_24:21). Los romanos vigilan lo que sucede. Comoquiera que responda Jesús a la pregunta que se le plantea como decisiva, su respuesta tiene que ser para él fatal. Si reconoce que es lícito pagar los impuestos, entonces está amenazado por el terror de los zelotas y se expone a verse abandonado por el pueblo; si dice que no es lícito, entonces tomará medidas contra él el gobernador. En todo caso, los que envían a los espías saldrán ganando.

A la pregunta no se da ninguna respuesta docta. Los adversarios mismos han cooperado para que se halle una solución. Jesús pide que le enseñen un denario, con lo cual se descubre ya que los escrupulosos consultantes llevan consigo denarios. La moneda de plata lleva en el anverso el busto del emperador Tiberio (14-27 d.C.), adornado con una guirnalda de laurel que indica su dignidad divina, acompañado de la siguiente inscripci6n: «Tiberio César Augusto, hijo del divino Augusto.» En el reverso aparece el ponfifex maximus y la imagen de la madre del emperador sentada en un trono de dioses, llevando en la derecha el cetro olímpico y en la izquierda un ramo de olivo, que la hace aparecer como encarnación terrena de la paz celestial. El espía, tan celoso de la ley lleva consigo esta moneda con todos los símbolos de la divinización del poder romano.

En el mundo antiguo grecorromano, como también en el judío, tiene vigor este principio: la zona de soberanía de un rey se extiende al área de validez de sus monedas. Quien acepta y utiliza una moneda reconoce la soberanía del que la ha mandado acuñar. Si los judíos utilizan la moneda del emperador, reconocen también su soberanía, y consiguientemente su deber de pagar impuestos. Así pues, ellos mismos han resuelto ya de antemano la cuestión que plantean a Jesús. Jesús saca la conclusión: «Pues, por consiguiente», pagad al César lo que le corresponde y a lo que tiene derecho, según como entonces se entendía el derecho. Se somete a la soberanía política del emperador. Tan pronto como pronuncia Jesús estas palabras, vuelven a quedar en segundo término. El gran tema de su predicación es la soberanía de Dios, la única preocupación de sus discípulos se formula así: «Buscad su reino» (Mat_12:31). En sus palabras y en sus obras está presente el reino de Dios. Sus adversarios preguntan con aparente preocupación por el honor de Dios y por la verdadera justicia: ¿Se puede pagar tributo al César? Pero se olvidan absolutamente de que Dios mismo está presente en aquel a quien interrogan y formula una exigencia mucho más importante y apremiante que aquella que de momento les preocupa. Pagad a Dios lo que es de Dios. Dios formula ahora en medio del mundo la reivindicación de su soberanía, que restringe también los derechos del Estado y los hace descender del primer puesto.

26 Y no pudieron sorprenderlo en palabra alguna delante del puebla, sino que, admirados por su respuesta, se callaron.

La red se había tendido en vano. Los que habían planteado la cuestión enmudecen. La respuesta es objeto de admiración. Lucas tomó esta discusión de Marcos, pero elaboró notoriamente el comienzo y el fin. Para él tenía importancia la pregunta, pues la Iglesia naciente se hallaba situada ante un dilema: confesión de la soberanía de Dios en Cristo o reconocimiento del Estado romano. Los judíos incrédulos intentan hacer sospechosos políticamente a los cristianos (Act_17:5; Act_18:12; Act_24:1). Los cristianos deben estar capacitados para instruir a las autoridades romanas sobre el verdadero estado de las cosas: como Jesús, se comportan con lealtad frente al Estado; su primero y gran objetivo es religioso.

III. VERDADES FUNDAMENTALES DE LA VIDA CRISTIANA (,4) Jesús, después de haberse manifestado como Señor de la Iglesia naciente, inicia al pueblo, que le presta su adhesión, en las principales doctrinas que profesa el nuevo pueblo de Dios: en la verdad de la resurrección de los muertos (v. 27-40), en la confesión de la realeza de Jesús (v. 41-44), en la entrega a Dios (,4).

1. RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS (/Lc/20/27-40)

27 Acercáronse luego algunos de los saduceos -quienes niegan que haya resurrección-, y le preguntaron: 28 Maestro, Moisés nos dejó escrito que, si un hermano muere teniendo mujer, pero sin hijos, otro hermano suyo debe tomar esa mujer, para dar sucesión al hermano difunto.

Los saduceos eran, más que un partido, un grupo aristocrático, político-religioso; entre ellos se contaban las ricas familias patricias y la nobleza sacerdotal; nunca pudieron ganarse al pueblo sencillo. En teología representan la tendencia conservadora, que no participó en la evolución de la religión judaica iniciada en el siglo II d.C. Sólo reconocen la Escritura y rechazan la «tradición de los mayores». Se distinguen marcadamente de los fariseos y demás partidarios de una religiosidad como la de los doctores de la ley, pues niegan la resurrección (Cf. también Act_4:1 s; Act_23:6 ss).

Jesús comparte con los fariseos y con el pueblo la convicción de que hay una resurrección de los muertos. Por eso quieren ponerlo en ridículo algunos de los saduceos. Quieren demostrar con la Escritura que es absurda la creencia en la resurrección. La ley del levirato reza así: «Cuando dos hermanos habitan uno junto al otro y uno de los dos muere sin dejar hijos, la mujer del muerto no se casará fuera con un extraño; su cuñado irá a ella y la tomará por mujer, y el primogénito que de ella tenga llevará el nombre del hermano muerto, para que su nombre no desaparezca de Israel» (Deu_25:5 s). ¿Qué se deduce de esta ley respecto a la resurrección de los muertos?

29 Pues bien, eran siete hermanos: el primero tomó mujer y murió sin hijos. 30 Y el segundo 31 y el tercero la tomaron, y así también los siete, que no dejaron hijos y murieron. 32 Finalmente, murió también la mujer. 33 Ahora bien, esta mujer, en la resurrección, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete la tuvieron por mujer.

La ley no cuenta con la resurrección de Ios muertos, pues al fin y al cabo no puede dar lugar a ese caso grotesco de que hablan los saduceos. Según la ley, en la que habla Dios, no puede haber resurrección. Pero también se puede entender mal la ley y abusar de ella. Su clave es Jesús: él y su palabra.

34 Y Jesús les contestó: Las hijos de este mundo se casan ellos, y ellas son dadas en matrimonio. 35 Pero los que logren ser dignos de aquel mundo y de la resurrección de los muertos, ni ellos se casarán ni ellas serán dadas en matrimonio; 36 porque no pueden ya morir, pues serán semejantes a los ángeles, y son hijos de Dios, pues son hijos de la resurrección.

La creencia de los judíos en la resurrección suponía que los resucitados continuaban la vida de la tierra, aunque provista de todo en abundancia, de todo lo que uno puede desear. Un renombrado doctor de la ley decía: «Entonces (después de la resurrección) dará a luz la mujer todos los días»; el gozo de tener un niño será colmado con creces. Contra esta idea de la resurrección se dirige la argumentación de los saduceos. Jesús no comparte con los judíos esta creencia acerca de la resurrección. Quien resucite de entre los muertos no se casará ni (la mujer) será tomada por esposa. La vida de los resucitados no continúa la vida de la tierra.

Los resucitados no pertenecen ya a este mundo terreno, sino al nuevo y venidero. En la concepción de la historia de los autores apocalípticos se habla de dos eones, mundos o eras del mundo: de este mundo y del otro. A este mundo de la injusticia, de las tribulaciones, de la caducidad y de la corrupción del pecado sigue el futuro, sin fin, un mundo nuevo, del que estará desterrada la corrupción, expulsado el desenfreno, borrada la incredulidad, mientras que la justicia será practicada y en él tendrá su asiento la verdad. También el Nuevo Testamento utiliza esta concepción de la historia. Los hijos de este mundo están sujetos al pecado y a la caducidad; en cambio, los hombres que por elección de Dios y por su gracia pertenecen al otro mundo, reciben vida eterna y la resurrección de los muertos (*).

El matrimonio pertenece al mundo presente. En el mundo venidero no será ya necesario, puesto que en él tienen los hombres la facultad de no morir ya nunca. La procreación de los hombres es la que da sentido al matrimonio (Gen_1:28). Ahora bien, cuando los hombres sean inmortales, no habrá ya necesidad del matrimonio. La argumentación de los saduceos no da en el blanco. El matrimonio se acaba con el mundo presente.

Los hombres del mundo venidero son inmortales, porque son semejantes a los ángeles. Tienen el modo de ser de los ángeles. éstos lo tienen porque son hijos de Dios. Los ángeles son designados en la Escritura como «hijos de Dios» (por ejemplo: Job_1:6; Job_2:1). Tienen participación en la gloria de Dios, en su poder y en su esplendor (Act_12:7). Los resucitados reciben la filiación divina (1Jo_3:2; Rom_8:21), la gloria (Rom_8:18), un «cuerpo espiritual» (1Co_15:44). «Así también será la resurrección de los muertos: se siembra en corrupción, se resucita en incorrupción; se siembra en vileza, se resucita en gloria; se siembra en debilidad, se resucita en fortaleza; se siembra cuerpo puramente humano, se resucita cuerpo espiritual» (1Co_15:42 ss).

Los resucitados tienen el poder de no volver a morir. Lo que los piadosos entre los griegos paganos de entonces anhelaban y esperaban alcanzar mediante los cultos mistéricos o mediante el conocimiento (gnosis), era una vida bienaventurada en un estado de deificación. que no estaba amenazado por la muerte. Pero no veían lo que era deseable en la resurrección de los cuerpos; en efecto, el cuerpo era sentido como una carga, como una cárcel y un sepulcro del alma. La resurrección no es sólo inmortalidad; los muertos resucitarán en un estado de incorruptibilidad, y nosotros «seremos transformados» (1Co_15:52): no sólo vivirá el alma, sino el hombre entero en cuerpo y alma.

El que resucita ha llegado a ser digno del mundo venidero. La resurrección es un don divino de gracia, inmerecido, como lo es el reino de Dios (2Tes 1.5). Pero no sólo resucitarán los elegidos y hechos dignos por Dios, sino todos, pecadores y justos. Pablo conoce esta esperanza de que habrá una resurrección de los justos y de los injustos (Act_24:15). Sólo para los justos redundará la resurrección en gloria (Act_14:14). En la resurrección de éstos se piensa cuando se dice que son dignos del mundo venidero.

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* Cf. Mat_12:32; Luk_16:8; Luk_20:34 : «este inundo»; Luk_20:35 : «aquel mundo»; Mar_10:30; Luk_18:30 : «mundo venidero»; Mat_12:32 : «mundo futuro». No parece haber utilizado estos conceptos Jesús mismo.

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37 Y que los muertos resucitan, ya Moisés lo dio a entender en aquello de la zarza, cuando llama Señor al Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob; 38 él no es Dios de muertos, sino de vivos. porque para él todos viven.

También Jesús recurre, como los saduceos, a un texto de la Escritura en la discusión sobre el problema de la resurrección. En el relato de la zarza ardiente descubre Moisés a Dios como el que dice: «Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob» (Exo_3:6). Dios se da a conocer a Moisés en primer lugar como al que habían venerado los patriarcas. Jesús comprende estas palabras de la Escritura en sentido más profundo. Al designarse Dios como el Dios de los patriarcas, quiere con ello decir que los patriarcas siguen venerándolo todavía como Dios. Viven, por tanto. pues de lo contrario no podrían venerarlo.

Dios es Dios de los vivos, porque para él todos viven, son hijos de la resurrección. También el que ha muerto, vive; el Dios de los vivos no se rodea de muertos. El hombre vive para Dios; su ser se cifra en estar destinado a servir y glorificar a Dios. Dado que Dios lo ha llamado así a la vida, por eso quiere también que viva. Con estas palabras no se da luz acerca de cómo vive el hombre tras la muerte y a pesar de la muerte, de cómo vive cn el período intermedio entre la muerte y la resurrección, de qué naturaleza será su inmortalidad: pervivencia, revivificación del cuerpo... Sólo se dice una cosa fundamental: para él todos viven; viven porque para él existen. Vive quien vive para Dios...

39 Entonces, algunos escribas le respondieron: Maestro, has hablado bien. 40 Por lo mismo, ya no se atrevían a preguntarle nada más.

Jesús es un Maestro que habla bien; los doctores de la ley le dan este testimonio. Los saduceos no osan ya hacer más preguntas; los doctores de la ley (fariseos) reconocen la sabiduría de su enseñanza. Jesús es un maestro ante el que se inclinan los maestros más consumados. Se presenta como el gran maestro ante el pueblo, ante la Iglesia. De él tiene la Iglesia la doctrina sobre la resurrección de los muertos. Esta doctrina distingue a cristianos y fariseos, a cristianos y saduceos, a cristianos y gentiles. La predicación cristiana anuncia el mensaje de «Jesús y la resurrección» (Act_17:18).

2. EL MESÍAS, HIJO DE DAVID (Lc/20/41-44)

41 Pero Jesús les preguntó: ¿Cómo dicen que el Mesías es hijo de David? 42 Porque David mismo dice en el libro de los Salmos: Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi diestra, 43 hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies. 44 David, pues, lo llama Señor, y entonces ¿cómo puede ser hijo suyo?

Esta vez Jesús mismo pasa al ataque. El salmo 110, que se atribuye a David y se entiende del Mesías venidero, entraña un enigma. Las palabras de Dios referidas en el salmo («dijo el Señor») llama Señor de David al hijo de David (al Mesías). Es cosa que da qué pensar. El Mesías es hijo de David. Así lo predice y lo promete el Antiguo Testamento: «Brotará una vara del tronco de Jesé... Sobre él reposará el espíritu de Yahveh» (Is ll,ls). Por él ruega Israel: «Haz... que vuelva a surgir su rey, el hijo de David» (Salmos de Salomón 17,23). Como Hijo de David lo aclama el ciego de Jericó y lo confiesa por Mesías (18,38). ¿Está encerrado en este título todo lo que es el Mesías?

Las palabras enigmáticas del salmo lo llaman Señor de David. El Mesías aventaja a David. Es Señor de los señores (Rev_17:14). Dios mismo lo hace sentar a su diestra y le da participación en su dominio del mundo. Hace de sus enemigos el escabel en que se apoyan sus pies, le da la victoria y desbarata la contradicción que se le hace.

Pero utiliza esta imagen del Mesías en su predicación y, al mismo tiempo, la interpreta: «Séame permitido deciros resueltamente acerca del patriarca David que... siendo como era profeta, y sabiendo que Dios le había asegurado con juramento que un descendiente suyo se sentaría sobre su trono, previendo el futuro habló de la resurrección de Cristo... A este Jesús, Dios lo resucitó, y todos nosotros somos testigos de ello. Elevado a la diestra de Dios y recibida del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado lo que vosotros estáis viendo y oyendo. Porque David no ascendió a los cielos, y sin embargo dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies. Sepa, por tanto, con absoluta seguridad toda la casa de Israel que Dios ha hecho Señor y Mesías a este Jesús a quien vosotros crucificasteis» (Act_2:29-36; cf. 4,25 ss). Al comienzo de la carta a los Romanos, Pablo confiesa, según un antiguo himno, que él es apóstol del Evangelio «que previamente había prometido Dios por medio de sus profetas, en las Sagradas Escrituras, acerca de su Hijo -nacido del linaje de David según la carne, constituido Hijo de Dios con poder, según el espíritu santificador, a partir de su resurrección de entre los muertos-, Jesucristo nuestro Señor» (Rom_1:1-4). La Iglesia se basa en esta confesión de fe: «Jesucristo (Hijo de David) es Señor» (Phi_2:11).

3. LA VIUDA POBRE (Lc/20/45-21/04)

Palabras contra los fariseos y un breve relato acerca de una viuda pobre: ambas cosas forman marcado contraste. Se quiere mostrar en forma negativa y positiva la fundamental actitud religiosa y moral de la Iglesia naciente.

45 Dijo luego a los discípulos oyéndolo todo el pueblo: 46 Tened cuidado con los escribas, que se complacen en pasearse con amplias vestiduras, y les gusta acaparar los saludos en las plazas y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; 47 que devoran las casas de las viudas mientras fingen entregarse a largos rezos. éstos tendrán condenación más severa.

Los discípulos son interpelados ante el pueblo, el pueblo de Dios. Ellos han de ocupar el puesto de los doctores de la ley. Se ponen los fundamentos del nuevo pueblo de Dios. Los escribas son ambiciosos y codiciosos. Todo lo que debe basarse en espíritu religioso y en temor de Dios -indumentaria de oficio, servicio sinagogal- se utiliza para satisfacer las ansias ambiciosas de reconocimiento humano. Todo lo que debía practicarse en comunión de amor -el saludo y la mesa- sirve a la aspiración a ser los primeros. La codicia emponzoña lo que se hace como servicio y acto religioso. Los escribas, que están versados en el derecho, ofrecen su asesoramiento jurídico ante el tribunal a viudas, que sin marido están desamparadas jurídicamente (Exo_22:21); pero para ello aceptan presentes y de esta manera devoran las casas de esas pobres mujeres. El egoísmo sin freno de los doctores los extravía, induciéndolos a rechazar a Jesús, cuya existencia es la que da vida a los otros (Mar_10:45).

Los escribas serán objeto de condenación más severa que los otros hombres. Por su conocimiento de la ley conocen mejor la voluntad de Dios, y como maestros de justicia que son, son responsables de los otros. Dios los reprueba. Otros maestros ocuparán su puesto cuando se edifique el nuevo pueblo de Dios.



Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Capi? ulo 20.

Origen de los poderes de Cristo. 20:1-8 (Mat_21:23-27; Mar_11:27-33). Cf. comentario a Mat_21:23-27.
1 Aconteció uno de aquellos días que, enseñando El al pueblo en el templo y evangelizándolo, se presentaron los príncipes de los sacerdotes y los escribas con los ancianos, 2 y le dirigieron la palabra, diciendo: Dinos con qué poder haces estas cosas o quién te ha dado ese poder. 3 Tomando la palabra, les dijo: También quiero yo haceros una pregunta; decidme, pues: 4 El bautismo de Juan, ¿procedía del cielo o de los hombres? 5 Ellos comenzaron a cavilar entre sí, diciéndose: Si decimos: Del cielo, dirá: ¿Por qué no habéis creído en él? 6 Si decimos: De los hombres, todo el pueblo nos apedreará, porque está persuadido de que Juan era un profeta. 7 Así, respondieron que no sabían de dónde procedía. 8 Jesús les dijo: Pues tampoco os digo yo con qué poder hago estas cosas.

La situación que Lc da a esta escena, lo mismo que Mt-Mc, no tiene cronología. Sucede en el templo. Allí está enseñando al pueblo y evangelizándolo. La frase es amplia. Mc lo pone paseando por los atrios del templo. Es el momento en que la jerarquía religiosa, que Lc cita por las tres categorías de miembros, es decir, una representación del sanedrín, le preguntan con qué poder haces estas cosas o quién te ha dado ese poder. ¿A qué se refiere esta exigencia? Probablemente se refiere, no sólo a la enseñanza que en ese momento está haciendo, sino también a las aclamaciones mesiánicas que le dirigieron en el templo y las curaciones que allí hizo de diversas gentes (Mat_21:14). Todo esto era actuar en el recinto sagrado sin contar con su autorización. ¿De quién había recibido tales poderes? Lo mismo que para enseñar. La enseñanza en el templo era oficial. La daban rabís autorizados oficialmente. Si El enseñaba, y no por la autoridad conferida oficialmente de rabí, por una cadena que se suponía venía ininterrumpidamente de Moisés, su enseñanza no era oficial; y era, por lo mismo, sospechosa y no ortodoxa. La pregunta iba cargada de insidia. En el trasfondo de ella se ventilaban los poderes mesiánicos con que Cristo aparecía. Pero ya los milagros habían hablado.
No obstante, El les plantea, para responderles, el dilema del Bautista. Su bautismo, ¿de dónde era? Si respondían del cielo, ellos no lo recibieron. Si de los hombres, se enemistaban con la muchedumbre, a causa del prestigio del Bautista. Fue una habilidad para no responderles a lo que no querían oír, sino que preguntaban, astutamente, para comprometerle. Cf. comentario a Mat_21:23-27.

Parábola de los viñadores homicidas,Mat_20:9-19 (Mat_21:33-46; Mar_12:1-12). Cf. comentario a Mat_21:33-46.
9 Y comenzó a decir al pueblo esta parábola: Un hombre plantó una viña y la arrendó a unos viñadores y se partió de viaje para largo tiempo. 10 Al tiempo oportuno envió un siervo a los viñadores para que le diesen de los frutos de la viña; pero los viñadores le azotaron y le despidieron con las manos vacías. 11 Volvió a enviarles otro siervo, y a éste también le azotaron, le ultrajaron y le despacharon de vacío. 12 Aún les envió un tercero. Y también a éste le echaron fuera, después de haberle herido. 13 Dijo entonces el amo de la viña: ¿Qué haré? Enviaré a mi hijo amado; a lo menos a éste le respetarán. 11 Pero, en viéndole los viñadores, se hablaron unos a otros, diciendo: Este es el heredero; matémosle y será nuestra la heredad. 15 Y, arrojándole fuera de la viña, le mataron. ¿Qué hará, pues, con ellos el amo de la viña? 16 Vendrá y hará perecer a esos viñadores y dará la viña a otros. Oyendo lo cual, dijeron: No lo quiera Dios. I7 El, fijando en ellos su mirada, les dijo: Pues ¿qué significa aquello que está escrito: La piedra que reprobaron los edificadores, ésa ha venido a ser cabecera de esquina? 18 Todo el que cayere contra esa piedra se quebrantará, y aquel sobre quien ella cayere quedará aplastado. 19 Los escribas y príncipes de los sacerdotes quisieron echarle mano en aquella hora, porque conocieron que a ellos iba dirigida aquella parábola; pero temieron al pueblo.

Tiene esta parábola de Lc un gran paralelo conceptual y extensivo con los relatos de Mt-Mc. Es una parábola alegorizante. El comentario se hace en Mat_21:33-46, donde se expone también el proceso de su alegorización.
¿El v.15, propio de Lc, puede indicar también que la muerte redentora de Cristo no queda confinada dentro de los límites del judaísmo? (Stuhlmueller, p.239).

El tributo al Cesar. 20:20-26 (Mat_22:15-22; Mar_12:13-17). Cf. comentario a Mat_22:15-22.
20 Quedándose al acecho, enviaron espías, que se presentaron como hombres justos, para cogerle en algo, de manera que pudieran entregarle a la autoridad y poder del gobernador. 21 Lc preguntaron diciendo: Maestro, sabemos que hablas y enseñas con rectitud y no tienes miramientos, sino que enseñas según la verdad los caminos de Dios. 22 ¿Nos es lícito a nosotros pagar tributo al Cesar? 23 Viendo El su falsía, les dijo: 24 Mostrad me un denario. ¿De quién es la efigie y la inscripción que tiene? Dijeron: Del Cesar. 25 Y El les respondió: Pues dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios. 26 No pudiendo cogerle por nada delante del pueblo y maravillados de su respuesta, callaron.

Común a los tres sinópticos 1. En Lc-Mc, el motivo es una insidia farisaica, bien premeditada. Este pasaje está situado, como los dos siguientes, en los tres sinópticos en esta época. Prevalece una estabilidad cronológica o de estabilidad en las fuentes. El Comentario en Mat_22:15-22.

Sobre la resurrección de los muertos 20:27-40 (Mat_22:23-33; Mar_12:18-27).
Cf. comentario a Mat_22:23-33.
27 Se acercaron algunos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron 2 diciendo: Maestro, Moisés nos ha prescrito que, si el hermano de uno viniere a morir con mujer, pero sin hijos, su hermano tome la mujer para dar descendencia a su hermano. 29 Pues había siete hermanos, y el primero tomó mujer y murió sin dejar hijos. 30 También el segundo 3l y el tercero tomaron la mujer, e igualmente los siete, y no dejaron hijos y murieron. 32 Por fin, murió también la mujer. 33 En la resurrección, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete la tuvieron por mujer. 34 Díjoles Jesús: Los hijos de este siglo toman mujeres y maridos. 35 Pero los juzgados dignos de tener parte en aquel siglo y en la resurrección de los muertos, ni tomarán mujeres ni maridos, 36 porque ya no pueden morir y son semejantes a los ángeles e hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección. 37 Pues que han de resucitar los muertos, el mismo Moisés lo da a entender en el pasaje de la zarza, cuando dice: El Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob. 38 Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, porque para El todos viven. 39 Tomaron entonces la palabra algunos escribas y dijeron: Maestro, muy bien has dicho. 40 Porque ya no se atrevían a proponerle ninguna cuestión.

Es planteado por saduceos, que negaban la resurrección de los muertos. Lc arguyen con un cuento que abocaba al ridículo. Cuentos semejantes para negar la resurrección de los muertos son conocidos de la literatura rabínica.
La argumentación de Cristo es de tipo rabínico. Parecerá que, por ser Dios el Dios de Abraham. y los patriarcas, se probaba la inmortalidad de éstos, pero no su resurrección. En el fondo está que los dones de Dios son sin arrepentimiento (Rom_11:29). Y el estado en que se encuentran en el sheol es un estado transitorio y de excepción. A esto se añade el concepto semita de la vida humana, que no se la concibe sin cuerpo 2. Los v.35 y 36 son propios de Lc y de gran interés ante Mt-Mc. El v. 38b, propio de Lc, podría tener un valor paulino-eclesial (Flp_1:20-23; 2Co_5:1-10; Gal_2:19).

Sobre el origen del Mesías,Gal_20:41-44 (Mat_22:41-46; Mar_12:35-47). Cf. comentario a Mat_22:41-46.
41 Entonces les dijo El: ¿Cómo dicen que el Mesías es hijo de David? 42 Pues el mismo David dice en el libro de los Salmos: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra 43 hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies. 44 Pues si David le llama Señor, ¿cómo es hijo suyo?

Otro tema tratado por los tres sinópticos y situado casi en el mismo contexto literario, excepto Mt-Mc, que le intercalan el tema del mayor mandamiento.
Cristo con esta argumentación pretende elevar a los oyentes a la naturaleza trascendente del Mesías. La misma paradójica argumentación hace verlo. David llama al Mesías su Señor. Esto podía hacerlo porque, aunque era su descendiente, la dignidad mesiánica era superior a la simple realeza davídica (cf. Hec_2:32-36; 1Co_15:25; Heb_1:13; 1Pe_3:22). Tan evidente es esto, que Cristo enseña que esa dignidad mesiánica, ante la que David se inclina, es por otra razón: la trascendencia del Mesías. Es el tema de Daniel (1Pe_7:13-14) ya muy evolucionado. También en aquel ambiente, alguna secta judía sostenía la divinidad del Mesías, basada en una especial interpretación del pasaje de la profecía de Daniel 3 Cristo es el ?????? . Comentario a Mat_22:41-46.

Avisos sobre los escribas,Mat_20:45-47 (Mar_12:38-40; Mat_23:6-7).
45 Oyéndole todo el pueblo, dijo a sus discípulos: 46 Guardaos de los escribas, que gustan de ir vestidos de largas túnicas y buscan los saludos en las plazas y los primeros asientos en las sinagogas, 47 mientras devoran las casas de las viudas y hacen ostentación de largas oraciones. Estos tendrán un juicio más severo.

Lo mismo que Lc, Mc trae esta perícopa a continuación del tema sobre el origen del Mesías. Mt lo pone en el capítulo en que sistematiza la censura de Cristo contra los fariseos 4. Probablemente la inserción aquí de Lc-Mc se debe a que sirve de introducción al pasaje siguiente sobre el óbolo de la viuda. Entre la censura de los fariseos, en Lc a escribas, ya que pertenecían en su casi totalidad a los fariseos, por su ansia de ostentación y para ser vistos por los hombres, les pone, en contraste, entre otras cosas, que devoran las casas de las viudas. Estas gentes indefensas eran presa de la usura y diversos abusos por parte del fariseísmo. Esto es lo que sirve de introducción al juicio que Cristo da sobre ellos y sobre una de esas víctimas suyas: una pobre mujer viuda que ofrece a Dios todo lo que tiene.

1 Kennard, Render to God! A Study of the Tribute Passage (N. Y. 1950) 385; Cullmann, Dieu et Cesar (1956). 2 ,L'argumentscripturaire de Jesús enfaveur de la resurrection des morís: Rev. Bibl. (1959) 213-224; L. F. Rivera, -Abraham, Isaac y Jacob- y la Resurrección: Rev Bíbl. Rafael Calzada (Argentina 1958) 199-202; M. Wlles, Studies in Texts Luc_20:34ss:Luc_20:34ss: Theology (London 1957) 500ss. 3 Gagg, Jesu und die Davidsohn frage: Theolog. Zeitsch. 7 p. 18-30. 4 Cf. C. Stuhlmueller, o. c., p.395.

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)


167 (B) Jesús afirma su autoridad para hablar en nombre de Dios (20,1-21,4). Esta sección presenta la última de las importantes controversias entre Jesús y las autoridades religiosas en el evangelio. Las primeras controversias aparecieron en 4,14-9,50 y 9,51-19,27, principalmente con ocasión del ministerio de Jesús a favor del enfermo y necesitado. Pueden clasificarse como sigue: controversias en sábado (4,16-30; 4,31-37; 6,1-5; 6,6-11; 13,10-17); controversias en un banquete o sobre el sentido del banquete (5,27-39; 6,1-5; 7,36-50; 11,37-54; 14,1-24); controversias en la sinagoga (4,16-30; 4,31-37; 6,6-11; 13,10-17). Lo novedoso de esta controversia es que acontece dentro del templo y no está dirigida contra los fariseos. Los sumos sacerdotes, escribas, ancianos y saduceos son ahora los adversarios de Jesús. Una parte esencial de esta controversia es una profunda revelación sobre la identidad de Jesús: «En el templo tendrá lugar la presentación definitiva de la identidad de Jesús con miras a su inminente pasión» (Conzelmann, TL 117). Como correctamente observa G. Schneider (Lukas 393), Jesús, que durante sus controversias en el templo no utiliza la violencia ni es vencido en el debate, será vencido por la violencia (22,49-53).

168 (a) JESÚS ES UN PROFETA ENVIADO POR DIOS (20,1-8). 1. pueblo: El pueblo (laos) está en contraste con los dirigentes religiosos. 2. estas cosas: Aunque resulta ostensible la referencia de tauta a los acontecimientos de 19,28-46, las implicaciones son mayores. Los sumos sacerdotes y ancianos, que no han sido mencionados antes de la sección de Jerusalén en el evangelio, responden ahora a «estas cosas», es decir, a todo cuanto Jesús ha hecho desde 4,14. 5. En esta completa analepsis o «flashback» (? 42 supra), Lucas muestra que los sumos sacerdotes no aceptaban el bautismo de Juan. Su respuesta a Jesús será similar a la que ellos, los fariseos y doctores de la ley, dieron al Bautista (7,29-30). Recordemos que, en 7,29-30, los dirigentes religiosos rechazaron al mensajero de Dios, mientras que el pueblo lo acogió favorablemente. 8. Debemos desenredar el significado cristológico de esta controversia acentuando la naturaleza de su argumentación: Si la autoridad del Bautista procede de Dios, a fortiori también la de Jesús. En el templo, Jesús, en cuanto agente enviado por Dios, enseña la voluntad de Dios y el significado del verdadero culto.

169 (b) JESÚS ES EL HIJO DE DIOS Y LA PIEDRA ANGULAR DEL ISRAEL RECONSTITUIDO (20,9-19). En esta parábola alegorizada, Lucas pone de nuevo en contraste las respuestas del pueblo (20.9.16) y de los dirigentes religiosos (20,19) a Jesús. 9. viña: Aunque Lucas ha abreviado la versión marcana (Mc 12,1), aún brilla en ella la alusión a Israel como viña de Dios (Is 5,1-5). 10-19. propietario... labradores... hijo... otros: La clave de la alegoría reside en el propietario identificado con el fiel y copiosamente misericordioso Dios que sigue enviando mensajeros a su amado. Los labradores que rechazan a los mensajeros de Dios y al Hijo son los dirigentes religiosos. El hijo, asesinado fuera de la viña, es Jesús. Los otros son los que acogen la predicación de Jesús y la de sus discípulos formando el Israel reconstituido. La mayoría entre los «otros» es la que dice «de ninguna manera» (20.16). La piedra rechazada es Jesús rechazado, que se convierte en la piedra angular de la nueva edificación de Dios, el Israel reconstituido. La imagen del templo en esta perícopa intensifica la función de Jesús enseñando en el templo: Jesús ocupa el lugar de lo que el templo simbolizaba, pues, en cuanto Hijo de Dios y piedra angular vindicada, él es la presencia de Dios entre los hombres (cf. 23,44-45).

170 (c) JESÚS ENSEÑA AUTÉNTICAMENTE EL CAMINO DE DIOS (20,20-26). De nuevo pone Lucas en contraste a los jefes religiosos (20,20) y al pueblo (20,26). El significado cristológico de este pasaje se encuentra en el irónico v. 21: Jesús enseña ciertamente el camino de Dios. 25. devolver al césar... a Dios: J. A. Fitzmyer capta muy bien cómo la enseñanza de Jesús se relaciona con la presencia de Jesús en el templo y con lo que significa el verdadero culto a Dios: «Un ser humano pertenece a Dios, cuya imagen lleva; Dios no solamente tiene un derecho de posesión sobre los seres humanos, sino también la exigencia del reconocimiento básico de su señorío» (FGL 1293). Durante siglos, la frase «dar al césar» ha sido intensamente debatida. Hay dos matices contemporáneos que añadir a este debate. Uno afirma que Lucas escribió una apología del Imperio a su Iglesia, instándole a pagar los impuestos. Cf. P. Walaskay, «And so we carne to Rome» (? 46 supra) 36: «Según Lucas, los cristianos tienen que asumir sus obligaciones fiscales para con el gobierno». El otro enfoque trata de interpretar el v. 25 dentro del movimiento de un evangelio que manifiesta un modelo social de solicitud por el necesitado que es contrario al modelo social de la poderosa Roma. Este enfoque también subraya que las dos partes del v. 25 no están coordinadas, sino que, más bien, el césar depende de Dios. Cf. R. Cassidy, Jesús (?141 supra) 58: «Así, los únicos ámbitos en los que el césar puede exigir lealtad son aquellos en los que sus normas están de acuerdo con las normas queridas por Dios». Este punto de vista de Cassidy merece ser tenido en cuenta. Durante el proceso de Jesús ante Pilato, los dirigentes religiosos se referirán a este episodio, acusando a Jesús de pervertir al pueblo con su enseñanza (cf. 23,2.5.14).

171 (d) EL DIOS DE JESÚS ES AQUEL QUE DA Y MANTIENE LA VIDA MÁS ALLÁ DE LA MUERTE (20,27-40). La controversia continúa en el templo con la intervención de los saduceos (20,28.39), que ni creen en la resurrección ni en los ángeles, y sólo aceptan la autoridad del Pentateuco (Torá). Jesús mostrará su autoridad no sólo interpretando la ley mosaica, sino también manifestando su fe y confianza en el poder de dar vida del Dios que anuncia en el templo. 28-33. Moisés nos dejó escrito: Los saduceos, basándose en la ley matrimonial del levirato de Dt 25,5, presentan a Jesús un argumento de reductio ad absurdum contra la doctrina tardía de la resurrección corporal. 34-36. La respuesta de Jesús ataca la premisa fundamental de los saduceos: La vida del tiempo venidero es una continuación de esta vida, y requiere, por tanto, la intervención humana para que no desaparezca. 37-38. Dios de Abrahán...: Jesús refuerza su argumento con otras citas de la Torá (Ex 3,2.5): Puesto que Dios es el Dios de los vivos, tiene que haber mantenido con vida, mediante la resurrección, a los difuntos Abrahán, Isaac y Jacob. Al argumento de la resurrección añade Lucas el de la inmortalidad en el v. 38b: «porque para él todos viven» (véase el cercano paralelo a esta expresión de la inmortalidad en 4 Mac 7,19). 39. A los escribas, que defienden que hay resurrección de los muertos, les encanta la respuesta de Jesús. Cf. Hch 23,6-10 para ver cómo la enseñanza de Jesús en el templo, en 20,27-40, está en continuidad con la de los fariseos.

172 (e) JESÚS MESÍAS ES HIJO Y SEÑOR DE DAVID (20,41-44). Este pasaje se construye en afirmaciones anteriores sobre la función davídica de Jesús (1,32; 18,38.40). 41. ¿el Mesías es hijo de David?: Jesús, el Mesías, que reúne en torno a sí en el templo al Israel reconstituido, desafía las creencias de los jefes religiosos con los salmos cantados en la liturgia del templo. En su interpretación de los salmos, Jesús proclama que en cuanto Mesías es a la vez hijo y Señor de David.

173 (f) CULTO A DIOS Y ESTILO DE VIDA JUSTA (20,45-21,4). A través del tema de la «viuda» (20,47; 21,2-4), se han unido dos fragmentos (20,45-47; 21,1-4). El verdadero culto a Dios, de acuerdo con la tradición profética, exige justicia y solicitud por los miembros más necesitados y débiles de la sociedad, representados por la viuda. 2. esta pobre viuda: Interpretando 21,1-4 como una queja, Jesús desacredita la enseñanza religiosa que provoca que una viuda dé cuanto tiene para mantener una institución religiosa decadente. Jesús alaba la generosidad de la viuda, que prepara al lector para percibir la generosidad de Jesús, el siervo autoanonadado (cf. 22,24-27). Cf. A. G. Wright, CBQ 44 (1982)256-65.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter XX.

1 Christ auoucheth his authoritie by a question of Iohns Baptisme. 9 The parable of the Vineyard. 19 Of giuing tribute to Cesar. 27 He conuinceth the Sadduces that denied the resurrection. 41 How Christ is the sonne of Dauid. 45 Hee warneth his disciples to beware of the Scribes.
1 And [ Mat_21:23.] it came to passe, that on one of those dayes, as he taught the people in the Temple, and preached the Gospel, the chiefe Priests and the Scribes came vpon him, with the Elders,
2 And spake vnto him, saying, Tell vs, by what authoritie doest thou these things? or who is hee that gaue thee this authoritie?
3 And hee answered, and said vnto them, I will also aske you one thing, and answere me.
4 The Baptisme of Iohn, was it from heauen, or of men?
5 And they reasoned with themselues, saying, If wee shall say, From heauen, he will say, Why then beleeued yee him not?
6 But and if we say, Of men, all the people will stone vs: for they be perswaded that Iohn was a Prophet.
7 And they answered, that they could not tell whence it was.
8 And Iesus said vnto them, Neither tell I you by what authoritie I doe these things.
9 Then began hee to speake to the people this parable: [ Mat_21:33.] A certaine man planted a vineyard, and let it foorth to husbandmen, and went into a farre countrey for a long time.
10 And at the season, hee sent a seruant to the husbandmen, that they should giue him of the fruit of the vineyard, but the husbandmen beat him, and sent him away emptie.
11 And againe hee sent another seruant, and they beat him also, and entreated

[The Parable of the Vineyard let out.]

him shamefully, and sent him away emptie.
12 And againe he sent the third, and they wounded him also, & cast him out.
13 Then said the lord of the vineyard, What shall I doe? I will send my beloued sonne: it may be they will reuerence him when they see him.
14 But when the husbandmen saw him, they reasoned among themselues, saying, This is ye heire, come, let vs kill him, that the inheritance may be ours.
15 So they cast him out of the vineyard, and killed him. What therefore shall the lord of the vineyard doe vnto them?
16 Hee shall come and destroy these husbandmen, and shall giue the vineyard to others. And when they heard it, they said, God forbid.
17 And hee beheld them, and said, What is this then that is written, [ Psa_118:22 .] The stone which the builders reiected, the same is become the head of the corner?
18 Whosoeuer shall fall vpon that stone, shalbe broken: but on whomsoeuer it shall fall, it will grinde him to powder.
19 And the chiefe Priests and the Scribes the same houre sought to lay hands on him, and they feared the people: for they perceiued that he had spoken this parable against them.
20 And they watched him, and sent foorth spies, which should faine themselues iust men, that they might take holde of his words, that so they might deliuer him vnto the power and authoritie of the gouernour.
21 And they asked him, saying, [ Mat_22:16 .] Master, we know that thou sayest and teachest rightly, neither acceptest thou the person of any, but teachest the way of God [ Or, of a trueth.] truely.
22 Is it lawfull for vs to giue tribute vnto Cesar, or no?
23 But he perceiued their craftines, and said vnto them, Why tempt ye me?
24 Shew me a [ See Mat_18:28 .] peny: whose image and superscription hath it? They answered, and said, Cesars.
25 And he said vnto them, Render therefore vnto Cesar the things which be Cesars, and vnto God the things which be Gods.
26 And they could not take holde of his wordes before the people, and they marueiled at his answere, and helde their peace.

[Of the resurrection.]

27 [ Mat_22:23 .] Then came to him certaine of the Sadduces (which denie that there is any resurrection) and they asked him,
28 Saying, Master, Moses wrote vnto vs, If any mans brother die, hauing a wife, and hee die without children, that his brother should take his wife, and raise vp seede vnto his brother.
29 There were therefore seuen brethren, and the first tooke a wife, and died without children.
30 And the second tooke her to wife, and he died childlesse.
31 And the third tooke her, and in like maner the seuen also. And they left no children, and died.
32 Last of all the woman died also.
33 Therefore in the resurrection, whose wife of them is she? for seuen had her to wife.
34 And Iesus answering, said vnto them, The children of this world, marrie, and are giuen in marriage:
35 But they which shall be accompted worthy to obtaine that world, and the resurrection from the dead, neither marrie, nor are giuen in marriage.
36 Neither can they die any more; for they are equall vnto the Angels, and are the children of God, being the children of the resurrection.
37 Now that the dead are raised, [ Exo_3:6 .] euen Moses shewed at the bush, when he calleth the Lord, the God of Abraham, and the God of Isahac, and the God of Iacob.
38 For he is not a God of the dead, but of the liuing for all liue vnto him.
39 Then certaine of the Scribes answering, said, Master, Thou hast well said.
40 And after that, they durst not aske him any question at all.
41 And he said vnto them, [ Mat_22:42 .] How say they that Christ is Dauids sonne?
42 And Dauid himselfe saith in the booke of Psalmes, The Lord said to my Lord, Sit thou on my right hand,
43 Till I make thine enemies thy footestoole.
44 Dauid therefore calleth him, Lord, how is he then his sonne?
45 Then in the audience of all the people, he said vnto his disciples,
46 [ Mat_23:5 .] Beware of the Scribes, which desire to walke in long robes, and loue greetings in the markets, and the

[The poore widow.]

highest seates in the Synagogues, and the chiefe roumes at feasts:
47 Which deuoure widowes houses and for a shew make long prayers: the same shall receiue greater damnation.

Catena Aurea (S.Tomás de Aquino ,1269. Tr. Dr. D. Ramón Ezenarro, 1889)



Y El les dijo: "¿Cómo dicen que el Cristo es hijo de David? Y el mismo David dice en el libro de los Salmos: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha. Hasta que ponga a tus enemigos por peana de tus pies. Luego David le llama Señor, ¿pues cómo es su hijo?" (vv. 41-44)

Teofiactus
Aun cuando el Señor había de sufrir pronto los tormentos de su pasión, predica su propia divinidad, no con audacia ni con arrogancia, sino con modestia; porque les pregunta, y llevándolos a la duda, les permite que raciocinen acerca de la consecuencia; por esto les decía: "¿Cómo dicen que Cristo es hijo de David?", etc.

San Ambrosio, in Lucam l. 10
No son reprendidos en este lugar porque le confiesen hijo de David, puesto que aquel ciego, confesándole hijo de David, mereció la salud. Y cuando los niños decían: "Hosanna al hijo de David" (Mat_1:9), ofrecían al Señor la gloria de su excelsa proclamación; pero son reprendidos porque no creen en el Hijo de Dios; por esto añade: "Y el mismo David dice en el libro de los Salmos: Dijo el Señor a mi Señor" (Sal 109). Así, el Padre es Señor y el Hijo es Señor; pero no son dos señores, sino un solo Señor, porque el Padre está en el Hijo y el Hijo en el Padre; El mismo está sentado a la diestra del Padre; porque siendo igual a El no puede ser segundo suyo. Sigue, pues: "Siéntate a mi derecha". No se le da la preferencia porque se sienta a la derecha, ni sufre menoscabo porque se le manda; no hay grado de dignidad donde está la plenitud de la divinidad.

San Agustín, De simbolo 2,7
No debe entenderse la palabra sentado por nuestra posición en virtud de los miembros humanos, como si el Padre estuviese a la izquierda y el Hijo a la derecha; sino que la derecha expresa la igualdad del poder, que recibió aquel hombre asumido por Dios para que venga a juzgar después de haber venido para ser juzgado.

San Cirilo
Al estar sentado a la diestra del Padre demuestra su gloria suprema, porque es igual la majestad de aquéllos cuyo trono es igual; y el estar sentado significa en Dios su reino y todo su poder. Está sentado, pues, a la derecha de Dios Padre, porque el Verbo, consustancial al Padre no perdió al hacerse hombre la dignidad divina.

Teofiactus
Manifiesta luego que no es adversario del Padre, sino que concuerda con El, puesto que el Padre rechaza a sus adversarios. Sigue, pues: "Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies".

San Ambrosio
Por lo tanto debemos creer que Jesucristo es Dios y hombre, cuyos enemigos son sometidos por el Padre, no porque el Hijo no tenga poder bastante, sino por la unidad de su naturaleza, porque uno obra en el otro; puesto que también el Hijo somete los enemigos al Padre, porque el Padre le glorifica en la tierra (Jn 17).

Teofiactus
Pregunta El, pues, y haciéndoles dudar los deja deducir lo que debe entenderse. Por esto añade: "Luego David le llama Señor, ¿pues cómo es su hijo?".

Crisóstomo
David es padre y siervo de Cristo; lo primero según la carne, lo último según el espíritu.

San Cirilo
Por tanto, nosotros presentamos esta dificultad a los nuevos fariseos, que no quieren confesar al que ha nacido de la Santísima Virgen, ni como verdadero Hijo de Dios, ni como Dios, sino que le dividen en dos personas; pues a éstos preguntamos: ¿Cómo el hijo de David es su Señor, y no por dominio humano, sino divino?

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



17. Sal_118:22. Ver nota Mat_21:42.

18. Texto inspirado en Isa_8:14, donde Dios mismo aparece como piedra de tropiezo para Israel, y en Dan_2:44-45, donde el Reino de Dios se representa como una roca que se desprende de la montaña y arrasa a todos los demás reinos.

28. Deu_25:5-6. Ver nota Mat_22:24.

37. Exo_3:6.

42-43. Sal_110:1.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



La persona del Mesías (ver Mat. 22:41-46; 23:6; Mar. 12:35-40). Finalmente, Jesús tomó la iniciativa criticando los conceptos equivocados sobre el Cristo o Mesías. Los judíos es peraban la venida de un libertador terrenal que sería un rey que descendería de David (ver sobre 18:38). Pero en el Sal. 110 David dijo: Jehovah (o sea Dios) dijo a mi Señor (o sea el Mesías). Por lo tanto, si el Mesías era hijo de David, ¿cómo era posible que David se refiriera a su propio hijo como Señor? (dado que un padre es superior a su hijo). La implicación puede ser tanto que el Mesías no era descendiente de David, o que de alguna manera el Mesías es más que un descendiente terrenal de David, de modo que la primera opción queda anulada. La segunda opción es correcta, pero la prueba de que Jesús era superior a David no surge sino después de la resurrección. Por el momento, lo que Jesús dejó a sus oyentes era un acertijo.

Nota. 42 Aunque las dos palabras traducidas señor son una sola en gr., son diferentes en la versión heb. del Salmo.

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

Sal 11:1; (ver Mat 26:64 y par.; Mar 16:19; Hch 2:34-35, Rom 8:34; Heb 1:3; Heb 1:13); 1Co 15:25.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Sobre el Mesías y David. Jesús parece hacer notar una contradicción: si el Mesías debía ser hijo de David, ¿cómo es que David lo llama «mi Señor»? El Mesías no es inferior a David porque sea «consanguíneo» suyo, es cierto que «desciende» de él por genealogía, pero antes que nada, es el Hijo de Dios, su enviado; así lo ha manifestado el mismo Dios en las escenas del bautismo y de la transfiguración de Jesús; también en la parábola de los viñadores homicidas queda establecido que Jesús es el hijo amado, el predilecto (20,23).

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

«Señor» era el modo habitual entre los judíos de habla griega para referirse a Dios. En este pasaje «Jesús se atribuye de forma velada este título cuando discute con los fariseos sobre el sentido del Salmo 110 (...). A lo largo de toda su vida pública sus actos de dominio sobre la naturaleza, sobre las enfermedades, sobre los demonios, sobre la muerte y el pecado, demostraban su soberanía divina» (CCE 447).


Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 20.4 Lc 21.37; 22.53; Jn 18.20.

[2] 20.9 Juan: el Bautista (Lc 3.1-18; Jn 1.6-28).

[3] 20.17 Viñedo: cf. Is 5.1-7.

[4] 20.18 Sal 118.22.

[5] 20.24-25 Cf. Is 8.14-15; Dn 2.34,44.

[6] 20.27 Una moneda de denario: Véase Mt 22.19-21 n.

[7] 20.28 Cf. Hch 4.1-2; 23.8. Saduceos: miembros de un partido religioso judío.

[8] 20.37-38 Dt 25.5-10.

[9] 20.42-43 Ex 3.2-6.

Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)



Reducidos ya al silencio todos los adversarios, es, finalmente, Jesús quien toma la ofensiva. Primero, con una pregunta, al parecer inofensiva, sobre la filiación del Mesías. La respuesta se imponía fatalmente. Mas los que la formularon no previeron la inesperada consecuencia que con evidencia fulgurante iba a sacar Jesús: que el Mesías, el mismo Jesús, era algo más que hijo de David.

Greek Bible (Septuagint Alt. Versions + SBLGNT Apparatus)

αὐτὸς γὰρ WH NA28 ] καὶ αὐτὸς Treg RP
  • Εἶπεν WH Treg NA28 ] + ὁ RP

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sal_110:1

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*19:29-24:53 Jesús llega a Jerusalén, meta de su camino y actividad, donde tendrá lugar su muerte y exaltación, su «éxodo» al Padre.

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

Sal 110:1; §302.

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sal_110:1

Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a Sal 110:1

Torres Amat (1825)



[17] Sal 118 (117), 22; Is 28, 16.

[37] Ex 3, 6.

[42] Sal 110 (109), 1.

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] *Sal 110:1