Hechos 24 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 25 versitos |
1 Cinco días después bajó el sumo sacerdote Ananías con algunos ancianos y cierto Tértulo, abogado, y presentaron ante el gobernador acusación contra Pablo.
2 Convocado este, Tértulo comenzó su acusación, diciendo: «La mucha paz que por ti gozamos y las mejoras realizadas en beneficio de la nación por tu solícito cuidado,
3 las reconocemos con gratitud en toda ocasión y en todo lugar, excelentísimo Félix.
4 Pero para no molestarte más, te ruego nos escuches brevemente con tu acostumbrada benevolencia.
5 Hemos encontrado que este hombre es una peste, que promueve alborotos contra todos los judíos del mundo entero y que es el jefe de la secta de los nazarenos.
6 (6-8)
(6a) Intentó además profanar el templo, pero nosotros lo hemos apresado.
(6b-8a) °
(8b) Interrógalo tú mismo y podrás averiguar por su propia declaración todas estas cosas de que lo acusamos».
9 Los judíos lo apoyaron, afirmando que todo era así.
10 Cuando el gobernador le hizo señal de que tomara la palabra, Pablo replicó: «Voy a hablar con buen ánimo en mi defensa, sabiendo que desde hace muchos años administras justicia a este pueblo.
11 Como tú mismo puedes averiguar, no hace más de doce días que yo subí a Jerusalén para adorar
12 y ni en el templo me han encontrado discutiendo con nadie o promoviendo disturbios entre la gente ni en las sinagogas ni en la ciudad,
13 ni pueden presentarte pruebas de las cosas de que ahora me acusan.
14 En cambio, esta es mi confesión ante ti: Doy culto al Dios de mis padres según el Camino, que ellos llaman secta, creyendo en todo lo que está escrito en la Ley y los Profetas,
15 y tengo en Dios la misma esperanza que ellos mismos aguardan de que habrá resurrección de justos e injustos.
16 Por esto yo también procuro tener siempre una conciencia limpia ante Dios y ante los hombres.
17 Después de muchos años, he venido a traer limosnas a mi pueblo y a presentar ofrendas.
18 Estaba en ello cuando me encontraron en el templo, después de haberme purificado, y no con multitud ni alboroto.
19 Los que me encontraron eran algunos judíos de Asia. Ellos son los que deberían presentarse ante ti y acusarme, si tienen algo contra mí.
20 O que digan estos mismos qué crimen encontraron en mí cuando comparecí ante el Sanedrín,
21 si no es este solo grito que yo pronuncié cuando estaba en medio de ellos: “Se me está juzgando hoy entre vosotros por la resurrección de los muertos”».
22 Félix, que estaba bien informado en lo referente al Camino, les dio largas diciendo: «Cuando baje el tribuno Lisias, decidiré vuestra causa».
23 Y dio orden al centurión de que custodiase a Pablo, dejando que tuviera alguna libertad y que no impidiese a ninguno de los suyos asistirlo.
24 Después de algunos días vino Félix con su mujer, Drusila, que era judía; mandó traer a Pablo y lo escuchó sobre la fe en el Mesías Jesús.
25 Pero cuando razonaba sobre la justicia, el dominio de sí mismo y el juicio futuro, Félix, aterrorizado, replicó: «Por ahora, puedes marcharte. Cuando tenga oportunidad, te haré llamar».
26 Esperaba al mismo tiempo que Pablo le diese dinero; por ello muchas veces lo hacía venir y conversaba con él.
27 Cumplido un bienio, Porcio Festo sucedió a Félix, y este, queriendo congraciarse con los judíos, dejó preso a Pablo.

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Introducción a Hechos

HECHOS DE LOS APÓSTOLES

La tradición ha atribuido esta obra a san Lucas, que la habría escrito en el último tercio del siglo i d.C., dirigiéndola a cristianos de origen paulino situados en regiones griegas, tal vez en los entornos de Éfeso. Existe una estrecha relación entre los evangelios (proclamación de Jesucristo) y los Hechos que contienen el cumplimiento de la promesa del envío del Espíritu Santo, el nacimiento de la Iglesia y su expansión hasta el confín de la tierra. El libro es, pues, de alguna manera el cumplimiento del mandato misionero que traen los cuatro evangelios (Mat 28:16-20; Mar 16:15 s; Luc 24:47; Jua 17:17; Jua 20:21), pero especialmente el de san Lucas, del que constituye el segundo libro; de hecho, lo mismo que en Lc, el mandato misionero de Jesús se expresa en términos de testimonio sobre él por parte de los discípulos (Hch 1:8). Los Hechos tienen dos grandes partes, dedicadas respectivamente al testimonio de la Iglesia de Jerusalén con los Doce (Hch 1:1-26 - Hch 12:1-25) y al testimonio de Pablo hasta el confín de la tierra (Hch 13:1-52 - Hch 28:1-31). San Lucas continúa aquí la presentación teológica del camino profético y salvador comenzado en el evangelio, destacando especialmente cómo este camino, programado y dirigido por Dios Padre y recorrido en su ministerio terreno por Jesús, es continuado actualmente por Cristo glorioso a través de su Espíritu y por medio del testimonio profético de la Iglesia.

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

Hechos 24,1-27*13-28 La segunda parte del libro narra cómo el Evangelio llega hasta el confín de la tierra, con lo que se cumple el mandato del Señor referido en Hch 1:8. El gran protagonista será Pablo, que, en sus viajes, da testimonio de Jesús en el mundo grecorromano.


Hechos 24,1-27*19:23-28:31 La tercera sección de la segunda parte de Hechos narra el viaje de Pablo a Jerusalén y a Roma, como prisionero y testigo de Cristo; consta de cuatro bloques: viaje a Jerusalén por Macedonia y Acaya (Hch 19:23-41; Hch 20:1-38; Hch 21:1-26); prisión y testimonio en Jerusalén ante los judíos (Hch 21:27-40; Hch 22:1-30; Hch 23:1-35; Hch 24:1-27); prisión y testimonio en Cesarea ante gobernadores y reyes (Hch 25:1-27; Hch 26:1-32); viaje a Roma y testimonio en dicha ciudad (Hch 27:1-44; Hch 28:1-31).
Hechos 24,6-8*24:6b-8a El texto alejandrino, que podría ser original en este caso, añade: «[Hch 24:6 b] apresamos y quisimos juzgar (otros: matar) según nuestra Ley, [Hch 24:7] pero llegando el tribuno Lisias lo arrebató de nuestras manos (con mucha violencia) [Hch 24:8 a], remitiéndonos a ti (ordenando que los acusadores vengan ante ti)».