Jeremías  36 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 32 versitos |
1 ° El año cuarto de Joaquim, hijo de Josías, rey de Judá, recibió Jeremías esta palabra del Señor:
2 «Toma un rollo y escribe en él todo lo que te he dicho tocante a Israel, a Judá y a todas las naciones, desde el día en que empecé a hablarte, en vida de Josías, hasta hoy.
3 A ver si la casa de Judá escucha las desgracias que he pensado enviarles y abandonan todos su mal camino, de modo que yo pueda perdonarles sus culpas y pecados».
4 Jeremías llamó a Baruc, hijo de Nerías, para que escribiese en un rollo, mientras él iba dictando, todas las palabras que el Señor le había comunicado.
5 Después Jeremías dio esta orden a Baruc: «Ya ves que estoy preso y que no puedo ir al templo del Señor.
6 Así que ve tú y lee las palabras del Señor que te he dictado y que has anotado en el rollo. Las lees ante los que están celebrando un día de ayuno en el templo del Señor y también ante el resto de la gente que haya acudido de los poblados de Judá.
7 A ver si presentan sus súplicas ante el Señor y abandona cada cual su mala conducta, pues son grandes la ira y la cólera con las que el Señor amenaza a este pueblo».
8 Baruc, hijo de Nerías, hizo todo lo que le había ordenado el profeta Jeremías: leyó en el templo las palabras del Señor escritas en el libro.
9 Precisamente el año quinto de Joaquim, hijo de Josías, rey de Judá, durante el mes noveno, fue proclamado un ayuno ante el Señor para todos los vecinos de Jerusalén y para la gente que solía acudir a la ciudad desde los poblados de Judá.
10 Baruc, pues, leyó en el templo las palabras de Jeremías escritas en el libro. Las leyó desde la habitación de Guemarías, hijo del escriba Safán, en el patio superior, a la entrada de la Puerta Nueva del templo del Señor, ante todos los presentes.
11 Cuando Miqueas, hijo de Guemarías y nieto de Safán, oyó todas las palabras del Señor escritas en aquel rollo,
12 bajó al palacio real, a la habitación del canciller, donde encontró reunidos a los dignatarios: al canciller Elisamá, a Delaías, hijo de Semaías, a Elnatán, hijo de Acbor, a Guemarías, hijo de Safán, a Sedecías, hijo de Jananías, y a los demás dignatarios.
13 Miqueas les contó todo lo que había leído Baruc en presencia del pueblo.
14 Los dignatarios enviaron entonces a Jehudí, hijo de Netanías, y a Selemías, hijo de Cusí, para que dijeran a Baruc: «Toma contigo el rollo que has leído ante la gente y tráetelo». Baruc, hijo de Nerías, tomó el rollo consigo y fue adonde estaban ellos.
15 Le dijeron: «Siéntate y léenoslo, por favor». Baruc se lo leyó.
16 Cuando oyeron el contenido, se asustaron y decidieron contarle todo aquello al rey.
17 Le dijeron a Baruc: —Explícanos cómo has escrito este texto.
18 Baruc respondió: —Él me iba dictando todas estas palabras y yo las iba escribiendo en el libro.
19 Dijeron los dignatarios a Baruc: «Ve y escóndete con Jeremías. Que nadie sepa dónde estáis».
20 Después de guardar el rollo en la habitación del canciller Elisamá, fueron adonde estaba el rey, atravesando el patio interior, y le contaron personalmente todo lo sucedido.
21 Entonces el rey mandó a Jehudí que fuera a buscar el rollo. Jehudí lo trajo de la habitación del canciller Elisamá y lo leyó en voz alta ante el rey y ante todos los dignatarios que estaban en torno al monarca.
22 Como era el mes noveno, el rey se había instalado en la residencia de invierno y tenía delante un brasero encendido.
23 Cada vez que Jehudí leía tres o cuatro columnas del rollo, el rey cortaba la parte ya leída con el cortaplumas del canciller y la arrojaba al brasero, hasta que todo el rollo quedó consumido por el fuego.
24 Pero ni el rey ni los ministros que escucharon todo aquello se asustaron o se rasgaron las vestiduras.
25 Elnatán, Delaías y Guemarías suplicaron al rey que no quemara el rollo, pero no les hizo caso.
26 Entonces el rey ordenó que Jerajmeel, príncipe real, Seraías, hijo de Azriel, y Selemías, hijo de Abdeel, fuesen a detener al escriba Baruc y al profeta Jeremías. Pero el Señor los había escondido.
27 Vino la palabra del Señor al profeta Jeremías, después de que el rey hubo quemado el rollo que contenía las palabras escritas por Baruc al dictado de Jeremías. Le dijo:
28 «Toma otro rollo y escribe en él todo lo que contenía el primer rollo que ha quemado Joaquim, rey de Judá.
29 Y a Joaquim, rey de Judá, le dices lo siguiente: Esto dice el Señor: Tú has quemado el rollo porque en él estaba escrito que el rey de Babilonia vendrá sin falta a devastar este país y a aniquilar en él a hombres y animales.
30 Pues bien, esto dice el Señor a propósito de Joaquim, rey de Judá: No tendrá a nadie que lo suceda en el trono de David. Su cadáver yacerá por tierra, expuesto al calor del día y al frío de la noche.
31 Les pediré cuentas de sus pecados a él, a sus descendientes y a sus dignatarios, y haré que se abatan sobre ellos, sobre los habitantes de Jerusalén y sobre la gente de Judá todas las calamidades que les anuncié, sin que por ello me hicieran caso».
32 Jeremías tomó otro rollo y se lo dio al escriba Baruc, hijo de Nerías, quien escribió lo que Jeremías le iba dictando: todo el texto del libro que había quemado Joaquim, rey de Judá. Incluso añadió otras muchas cosas del mismo tenor.

Patrocinio

 
 

Introducción a Jeremías 

JEREMÍAS

En el conjunto de los libros proféticos, el de Jeremías se caracteriza, entre otras cosas, por incorporar gran cantidad de material narrativo. Llama también la atención el aparente desorden del material que compone el libro, pues no sigue una línea cronológica clara, aunque existe una cierta continuidad por los relatos biográficos que se ocupan de la vida del profeta a partir del año 608 a.C. En este contexto, todo el libro se mueve pendularmente (y paradójicamente) entre dos extremos: la irremediable destrucción, ya decretada, y la posibilidad de recuperación a partir de la conversión; los oráculos de aniquilamiento sin posibilidad de recurso, y las profecías de restauración. Anunciará con firmeza el establecimiento de una nueva alianza (Jer 31:31 ss) entre Dios y su pueblo, que se hará realidad siglos más tarde en la persona de Jesús, el Hijo de Dios.

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

Patrocinio

Notas

Jeremías  36,1-32*36 Según el v. Jer 36:1 estaríamos en el 605 a.C., pero poco después se habla del año quinto. La tradición textual no es muy firme, pues también se menciona una doble lectura del rollo (Jer 36:8; Jer 36:10). El brasero del v. Jer 36:23 puede ser considerado un símbolo premonitorio de la ciudad de Jerusalén, que años después se convertirá en pasto de las llamas. Recordemos la imagen de la olla de Eze 24:1-27.