I Reyes 3 Biblia Peshitta en Español (Holman Bible Publishers, 2015) | 28 versitos |
1 El reino se consolidó en la mano de Salomón, y Salomón se convirtió en yerno del faraón, rey de Egipto, al tomar a la hija del faraón; y él la llevó a la ciudad de David mientras terminaba de construir su casa, la casa de Yahweh y el muro que circundaba Jerusalén.
2 Sólo que el pueblo sacrificaba en los lugares altos, pues en aquel tiempo todavía no se había construido casa al nombre de Yahweh.
3 Salomón amaba a Yahweh y andaba en los estatutos de su padre David, sólo que ofrecía sacrificios y quemaba incienso en los lugares altos.
4 Y el rey fue a Gabaón para ofrecer allí sacrificios, porque éste era el lugar alto más importante. Salomón ofreció mil holocaustos sobre el altar que estaba en Gabaón.
5 Entonces se apareció Yahweh a Salomón en una visión nocturna, y Dios le dijo: Pide lo que quieras que yo te dé.
6 Y Salomón dijo: Tú mostraste a tu siervo David mi padre, gran misericordia conforme él se condujo delante de ti. En justicia, en fidelidad y en integridad de corazón él se condujo delante de ti. Y tú guardaste para él esta gran misericordia, y le diste un hijo que se sentara en su trono, como este día.
7 Ahora pues, oh Yahweh Dios, tú has hecho rey a tu siervo en lugar de mi padre David, a pesar de que soy tan joven, y no sé salir ni entrar en medio de tu pueblo, al cual tú escogiste,
8 pueblo grande e incontable, pues no puede ser contado debido a su multitud.
9 Concede a tu siervo un corazón que sepa escuchar para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; pues, ¿quién será capaz de juzgar a tu pueblo, este gran pueblo?
10 Y esta palabra pareció bien a Yahweh, al pedir Salomón esta cosa.
11 Por lo cual Yahweh dijo a Salomón: Por haber pedido esto, y no pediste para ti riquezas, ni pediste para ti la vida de tus enemigos, y tampoco pediste para ti larga vida, sino que pediste para ti sabiduría para administrar justicia,
12 he aquí que te he hecho conforme a tu petición. He aquí que te he dado un corazón sabio y entendido, pues como tú no ha habido nadie antes de ti, y después de ti ninguno surgirá como tú.
13 Pero también te he dado lo que no pediste: lo mismo riquezas que honra, de modo tal que entre los reyes no haya ninguno como tú en todos tus días.
14 Si andas en mis caminos, guardando mis estatutos y mis ordenanzas como anduvo tu padre David, yo prolongaré tus días.
15 Entonces se despertó Salomón, y se dio cuenta de que había sido un sueño. Y volvió Salomón a Jerusalén y se puso de pie ante el arca del pacto de Yahweh, ofreció holocausto y presentó ofrendas de paz. Luego ofreció un banquete para todos sus siervos.
16 En aquel tiempo se presentaron a abogar ante el rey Salomón, dos mujeres que eran prostitutas;
17 y dijo una de las mujeres: ¡Yo te suplico, oh señor mío! Yo y esta mujer vivimos en una misma casa,
18 y yo di a luz mientras estaba ella en la casa;
19 y después de tres días de haber yo dado a luz, también dio a luz esta mujer mientras estábamos juntas en la casa; y ningún extraño estaba con nosotras en la casa, sino sólo nosotras dos.
20 Pero el hijo de esta mujer murió durante la noche, pues ella se acostó sobre él;
21 y ella se levantó a media noche, mientras tu sierva dormía, y tomando a mi hijo de mi lado, lo puso en su seno, y a su hijo muerto lo puso en mi seno.
22 Al levantarme muy de mañana a amamantar a mi hijo, vi que él estaba muerto. Pero al observarlo más detenidamente por la mañana, no era mi hijo, el que yo había dado a luz.
23 Entonces la otra mujer dijo: No sucedió así. Mi hijo es el vivo y tu hijo es el muerto. Pero la primera dijo: No es así. Tu hijo es el muerto y mi hijo es el vivo; y ellas reñían delante del rey.
24 Entonces el rey dijo: Tráiganme una espada. Y trajeron una espada ante el rey.
25 Y el rey ordenó: ¡Partan al niño vivo en dos, y den la mitad a una y la otra mitad a la otra!
26 Pero la mujer de quien era el hijo vivo, dijo al rey (porque sus entrañas se conmovieron por causa de su hijo): ¡Te suplico, oh señor mío, que le des a ella el niño vivo, pero de ningún modo lo mates! Pero la otra dijo: Que no sea ni para mí ni para ti; ¡pártanlo!
27 El rey respondió, diciendo: Den a aquélla el niño vivo; de ningún modo lo maten; ella es su madre.
28 Todo Israel se enteró de la sentencia que el rey había dictado. Y mostraron al rey profundo respeto, porque se dieron cuenta de que él tenía sabiduría de Dios para administrar justicia.

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Introducción a I Reyes

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