I Reyes 10 Biblia Peshitta en Español (Holman Bible Publishers, 2015) | 29 versitos |
1 La reina de Saba se enteró de la fama de Salomón, a causa del nombre de Yahweh, y vino para probarlo con cuestiones difíciles.
2 Ella llegó a Jerusalén con un séquito muy grande, con camellos cargados de especias aromáticas, con una gran cantidad de oro y piedras preciosas. Cuando vino ante el rey Salomón, lo puso a prueba con todo lo que ella tenía en su corazón.
3 Y Salomón le dio a conocer todo, y nada hubo tan difícil que el rey no pudiera explicarle.
4 Al ver la reina de Saba toda la sabiduría de Salomón, el templo que había construido,
5 las viandas en su mesa, las habitaciones de sus siervos, el porte y el atavío de sus ministros, el atavío de sus coperos, y los holocaustos que se ofrecían en el templo de Yahweh, se quedó sin aliento.
6 Luego dijo al rey: ¡Era verdad lo que había escuchado en mi país respecto a tus palabras y a tu sabiduría!
7 Y yo no creí esto, hasta que llegué y lo vi con mis propios ojos, y he aquí que no se me había contado ni la mitad; tu sabiduría y tu prosperidad son mayores de lo que había escuchado.
8 Dichosas tus esposas, y dichosos también son tus siervos que están delante de ti continuamente, y escuchan tu sabiduría.
9 Bendito es Yahweh tu Dios que se complació en ti para ponerte en el trono de Israel, a causa del eterno amor de Yahweh por Israel, y te hizo rey para que practiques el derecho y la justicia.
10 Entonces ella entregó al rey Salomón ciento veinte talentos de oro, una cantidad muy grande de especias aromáticas y piedras preciosas. Jamás llegó una cantidad tan grande de especias aromáticas como la que la reina de Saba obsequió al rey Salomón.
11 Las naves de Hiram, que transportaban oro de Ofir, trajeron también de Ofir una cantidad muy grande de madera de sándalo y piedras preciosas;
12 y con la madera de sándalo el rey Salomón hizo adornos labrados para la casa de Yahweh y para la mansión real, y arpas y cítaras para los cantores; jamás llegó ni se había visto una cantidad tan grande de madera de sándalo hasta este día.
13 Y el rey Salomón dio a la reina de Saba todo lo que ella quiso y había pedido, además de lo que él le había concedido de acuerdo a la generosidad del rey; luego se regresaron, marchándose a su país ella y sus siervos.
14 El peso del oro que ingresaba para Salomón era de seiscientos sesenta y seis talentos de oro al año,
15 aparte del de los artesanos, el de los negocios de los comerciantes, el de todos los reyes de Arabia y los gobernantes de la región.
16 Además el rey Salomón hizo doscientos escudos de oro refinado, utilizando seiscientas minas de oro para cada escudo,
17 y otros trescientos escudos de oro puro, habiendo utilizado trescientas minas de oro para cada escudo. Luego el rey los colocó en la casa del bosque del Líbano.
18 Hizo también el rey un gran trono de marfil, y lo recubrió con oro de Ofir;
19 luego le puso seis gradas al trono; la parte alta del respaldo del trono era redonda, y tenía soportes para los brazos a ambos lados del asiento, y dos leones de pie a cada lado.
20 Además, había doce leones de pie a cada lado de las seis gradas; nunca se hizo algo parecido para ningún reino.
21 Todos los utensilios de servicio del rey Salomón eran de oro, y todos los utensilios de la casa del bosque del Líbano eran de oro puro. La plata no tenía valor alguno en la época de Salomón,
22 pues el rey tenía en el mar la flota de Tarsis junto con la flota de Hiram, y cada tres años la flota de Tarsis volvía transportando plata, oro, elefantes, monos y pavos reales.
23 El rey Salomón, pues, superaba a todos los reyes de la región en riqueza y en sabiduría;
24 y todos los reyes de la región procuraban visitar a Salomón para escuchar la sabiduría que Dios había puesto en su corazón.
25 Y año tras año, cada uno le traía su presente: objetos de oro, artículos de plata, vestiduras, armas, perfumes, caballos, carruajes tirados por dos caballos y mulas.
26 Así, el rey Salomón acumuló carros y jinetes; y llegó a tener mil cuatrocientos carros y doce mil jinetes; dejó los carros en las ciudades, pero dejó algunos de ellos con el rey en Jerusalén.
27 El rey Salomón hizo que la plata fuera tan común en Jerusalén como las piedras, e hizo que los cedros fueran tantos como los sicómoros en la llanura.
28 La importación de caballos para Salomón era desde Egipto, y el pago que recibían los mercaderes del rey era según lo que compraran.
29 Un carro se importaba desde Egipto por seiscientos siclos de plata, y un caballo por ciento cincuenta. De esta manera muchos eran exportados a los reyes de los heteos y a los reyes de Edom por medio de ellos.

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Introducción a I Reyes

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