Deuteronomio  10 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 22 versitos |
1

La alianza renovada

(Ex 34, 1-10)

En aquella ocasión el Señor me dijo: Talla dos losas de piedra iguales a las primeras y súbemelas al monte. Haz también un Arca de madera º.
2 Yo escribiré en las losas lo mismo que había en las otras, las que tú hiciste añicos, y las pondrás en el Arca. º
3 Hice, pues, un Arca de madera de acacia º, tallé dos losas de piedra iguales a las primeras y subí al monte llevando en mis manos las dos losas.
4 El Señor escribió en las losas lo mismo que había escrito en las anteriores, los diez mandamientos º que les promulgó en el monte, en medio del fuego, el día de la asamblea y me las entregó. º
5 Yo descendí del monte y deposité las losas dentro del Arca que había hecho. Y allí están aún, como me ordenó el Señor.
6

La elección de los levitas

Los israelitas partieron de los pozos de Bené Jacán * y se dirigieron a Moserá *. Allí murió Aarón º y allí lo enterraron. Su hijo Eleazar le sucedió en el sacerdocio.
7 De allí se dirigieron a Gudgoda *, y siguieron hasta Jotbatá º, una región de abundantes torrentes.
8 En aquella ocasión el Señor apartó a la tribu de Leví * para que transportara el Arca de la alianza del Señor º y estuviera a disposición del Señor para servirle y pronunciar bendiciones en su nombre, como lo viene haciendo hasta hoy.
9 Por eso Leví no tiene parte ni heredad º entre sus hermanos; su heredad es el Señor, tal como el mismo Señor tu Dios le prometió.
10 Yo permanecí en la montaña, como la primera vez, cuarenta días y cuarenta noches. Y una vez más el Señor me escuchó y no quiso destruirte, º
11 sino que me dijo: Anda, ponte al mando y guía al pueblo, para que entren a tomar posesión de la tierra que juré dar a sus antepasados.
12

Exigencias de la alianza

Y ahora, Israel, ¿qué es lo que demanda de ti el Señor tu Dios? º Solamente que lo respetes y sigas todos sus caminos; que lo ames y rindas culto al Señor tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma,
13 y que cumplas los mandamientos y los preceptos del Señor que yo te prescribo hoy, para que seas dichoso.
14 Del Señor tu Dios son los cielos y los cielos de los cielos º, la tierra y todo lo que hay en ella.
15 Sin embargo, de quien se enamoró el Señor fue de tus antepasados; los amó, y después de ellos escogió a su descendencia, o sea a ustedes, entre todos los pueblos, como hoy podemos ver.
16 Por eso, abran su corazón a Dios º y no sean tercos;
17 el Señor su Dios es Dios supremo y soberano Señor º; es el Dios grande, fuerte y temible, que no actúa con parcialidad ni acepta sobornos,
18 que defiende la causa de la viuda y del huérfano *, y muestra su amor por el inmigrante º proveyéndole de pan y vestido.
19 Muestren ustedes también amor por el inmigrante, porque también ustedes fueron extranjeros en el país de Egipto.
20 Respetarás al Señor tu Dios y a él solo adorarás; serás fiel a él y sólo en su nombre jurarás.
21 Sólo a él debes alabar porque él es tu Dios, que hizo por ti las proezas y maravillas que tú mismo presenciaste.
22 Cuando tus antepasados bajaron a Egipto eran apenas setenta personas º, pero ahora el Señor tu Dios te ha convertido en un pueblo tan numeroso como las estrellas del cielo. º

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Introducción a Deuteronomio 

INTRODUCCIÓN


El libro de Números se centra sobre todo en narrar la marcha de los israelitas a través del desierto, camino de la tierra prometida. Fue esta una vivencia histórica que dejó una profunda huella en la memoria colectiva de Israel. Los profetas Oseas y Jeremías describen esta época con rasgos netamente positivos, como el tiempo de las relaciones ideales entre Dios y su pueblo (Jer 2:2-3; Ose 2:14-21). Para la escuela deuteronomista es el tiempo y el lugar en que Dios pone a prueba a su pueblo (Deu 8:2-6), una prueba de la que no siempre los israelitas salieron bien parados, como lo hace notar el profeta Ezequiel (Eze 20:1-49) y también el salmista que invita a su generación a no comportarse como lo hizo la generación del desierto, generación terca y rebelde que no fue fiel a Dios (Sal 78:8).


Llegados los tiempos de la Nueva Alianza, Juan Bautista y Jesús de Nazaret buscarán repetir esta experiencia del desierto (Mat 3:1; Mat 4:1; Luc 1:80) tratando de encontrarse allí con Dios, de ser plenamente fieles a los planes divinos y de introducir al nuevo pueblo de Dios en la verdadera “tierra prometida”, una tierra que de veras mane leche y miel.


1. Título y texto


Siguiendo la costumbre semita de referirse a los libros bíblicos por sus primeras palabras, los judíos designaban a este libro —que hoy denominamos de NÚMEROS— con el título de “y él habló” y más comúnmente con el de bemidbar, es decir “en el desierto”, que es el que mejor corresponde al contenido y el que actualmente lleva en la Biblia hebrea.


El título castellano actual —libro de Números— procede de la versión griega de los LXX y se debe al interés del autor o autores del mismo por los censos, y a las abundantes cifras que se consignan en él.


En cuanto al texto hebreo que ha llegado hasta nosotros, hay que decir que el de Números presenta un excelente estado de conservación; sólo hay que exceptuar algún que otro versículo en pasajes poéticos (ver Núm 21:14; Núm 21:30 y Núm 24:22-24). Como testigos cualificados del texto primitivo disponemos del Texto Masorético, de la traducción griega de los LXX, del Pentateuco Samaritano y de algunos manuscritos de Qumrán (4QNm). Entre las traducciones antiguas merecen también mencionarse el targum arameo de Ónkelos, la Peshita siriaca y la Vulgata latina.


2. Contexto histórico


El libro de Números se sitúa históricamente en la época de formación del pueblo israelita, concretamente abarca el tramo que va desde la teofanía del Sinaí (Éxo 19:1-25; Éxo 20:1-26; Éxo 32:1-35; Éxo 33:1-23; Éxo 34:1-35) hasta su llegada a las llanuras de Moab, en la ribera oriental del Jordán (Núm 22:1-41; Núm 23:1-30; Núm 24:1-25; Núm 25:1-18; Núm 26:1-65; Núm 27:1-23; Núm 28:1-31; Núm 29:1-40; Núm 29:40-15; Núm 31:1-54; Núm 32:1-42; Núm 33:1-56). En este sentido podemos decir que Números continúa la trama narrativa de Éxodo y enmarca geográficamente los discursos parenéticos del Deuteronomio.


Es difícil para el historiador precisar el contorno exacto de los acontecimientos que tuvieron lugar en este período y que podrían fecharse en el último cuarto del segundo milenio a. C. Parece que diversos clanes seminómadas, unos procedentes de Egipto y otros oriundos de Canaán, pero étnicamente afines, se fusionaron para dar origen a una nación fuertemente aglutinada por lazos sobre todo religiosos. Ni los restos arqueológicos ni los textos extrabíblicos de la época nos proporcionan noticias sobre ello; se limitan a constatar movimientos de diversos grupos tribales en el marco de las migraciones de distintos clanes seminómadas en dirección a Palestina. Pero los avatares vividos por los clanes israelitas en esta marcha hacia Palestina dejaron un recuerdo perdurable en su memoria: incidentes de todo tipo, conflictos entre los componentes de las distintas tribus, derrotas sufridas, victorias obtenidas, itinerarios recorridos. El libro de Números es una evocación teológico-literaria de todas estas vivencias; ello hace que bastantes datos resulten poco verosímiles históricamente hablando. A la hora de organizar los materiales que integran el libro de Números, el autor tiene ante todo un interés religioso que relega a un segundo plano la precisión histórica.


3. Proceso de composición


Como el resto de los libros que integran el Pentateuco, el libro de Números es el resultado de un largo y complejo proceso redaccional. Remitimos sobre el particular a lo dicho en la introducción general al Pentateuco. Así pues, también en Números están presentes los grandes estratos literarios que conocemos con el nombre de tradición yavista (J), tradición elohista (E) y tradición sacerdotal (P). Los textos yavistas, más vinculados a las tribus del sur, resaltan sobre todo los aspectos humanos de los orígenes históricos del pueblo israelita e insisten en su destino universal (Núm 22:1-41; Núm 24:1-25); los elohistas, por su parte, ponen énfasis en la unidad de la nación que se está gestando, condenan cualquier tendencia separatista (Núm 16:12-34) y alumbran el despertar de la institución profética (Núm 11:25-29).


Pero es sobre todo la tradición sacerdotal la que vertebra de principio a fin el libro de Números. Podemos decir al respecto que autores de la escuela sacerdotal han reelaborado profundamente las antiguas tradiciones yavistas y elohistas, aportando al mismo tiempo una gran cantidad de materiales nuevos; con ello han dado origen a una obra que podemos considerar nueva, tanto en la forma como en el fondo. Por lo demás, lo mismo que en Éxodo y Deuteronomio, en el libro de Números alternan secciones narrativas y legales, de forma que los pasajes narrativos son como el marco de los textos legales y cultuales.


4. Contenido teológico y claves de lectura


Se ha dicho más arriba que el contenido teológico fundamental de Números está sobre todo inspirado por la tradición sacerdotal que considera a Israel no tanto como una nación más, implicada en la vida política internacional y preocupada por tanto de su organización militar, cuanto como una comunidad dedicada a rendir culto al Señor, su Dios. Así las cosas, todo en esta comunidad está perfectamente regulado, hasta en sus más mínimos detalles, por la voluntad divina. Aunque aparentemente es Moisés el que preside y guía a la comunidad, quien realmente la gobierna es la palabra del Señor.


Al ser un pueblo en marcha —la larga marcha a través del desierto—, Israel no dispone de un santuario asentado de manera estable en un lugar concreto, sino que Dios se hace presente, es decir mora (de donde el nombre peculiar del santuario: la Morada) en una Tienda movible y transportable; nadie puede monopolizar la presencia del Señor al mismo tiempo protectora y temible. Por su parte, la institución de los sacerdotes y levitas actúa de pararrayos para que el pueblo, tantas veces infiel y pecador, no sea fulminado por la cólera divina (Núm 8:19; Núm 16:47-48). Cabría, pues, decir que la marcha de los israelitas a través del desierto tiene más de procesión litúrgica y de camino teológico que de organización y marcha cívico-militar. En esta marcha teológica es posible reconocer una secuencia de momentos que se repiten una y otra vez: gracia, pecado, castigo, conversión y de nuevo gracia. Dicha secuencia —en la que la gracia es el momento clave— constituye uno de los principales ejes teológicos del libro. Con ello la comunidad del desierto se convierte en punto de referencia para el pueblo de Dios de todos los tiempos: al verse reflejada en el libro de Números, la comunidad eclesial comprenderá que es un pueblo en marcha, un pueblo de profetas, un pueblo dirigido por la palabra divina y dedicado a servir al Señor.


Digamos finalmente que, dentro del libro de Números, los textos de mayor calado y densidad teológica son los cuatro poemas que el autor pone en boca de Balaán, el singular protagonista de los cps. Núm 22:1-41; Núm 23:1-30; Núm 24:1-25, y que pertenecen a las antiguas tradiciones yavista y elohista. En ellos se enfatizan los temas de la elección y la bendición divina que a través de Israel alcanzan al resto de la humanidad, temas cuya presencia mitiga en cierta manera la escasa presencia en Números de temas tan capitales como la creación, la promesa, la alianza o la ley.


5. Estructura


Según sean los criterios —geográficos, literarios o temáticos— que con preferencia se utilicen, así será la estructura que se aplique a Números. Si utilizamos criterios geográficos, cabría distinguir tres partes:


a) Núm 1:1-54Núm 10:1-10 : estancia en el Sinaí;


b) Núm 10:11-36Núm 21:1-35 : marcha desde el Sinaí hasta Transjordania; y


c) Núm 22:1-41Núm 36:1-13 : acampada en las llanuras de Moab.


Pero cabe también utilizar criterios literario-temáticos como son los dos censos de Núm 1:1 ss y Núm 26:1 ss y como es el hecho de que Núm 1:1-54Núm 25:1-18 tenga como protagonista a la generación que salió de Egipto, mientras que en Núm 26:1-65Núm 36:1-13 lo es la generación que, totalmente renovada, se encamina hacia la tierra prometida. En la presente traducción seguimos este segundo modelo que articulamos como sigue:


I.— LA GENERACIÓN DEL ÉXODO (Núm 1:1-54Núm 25:1-18)


EN SINAÍ (Núm 1:1Núm 10:10)


Organización del campamento (Núm 1:1-54; Núm 2:1-34; Núm 3:1-51; Núm 4:1-49)


Leyes diversas y bendición sacerdotal (Núm 5:1-31; Núm 6:1-27)


Ofrendas de los jefes y normas para los levitas (Núm 7:1-89; Núm 8:1-26)


Celebración de la Pascua y partida (Núm 9:1-10, Núm 10:1-10)


DESDE SINAÍ HASTA TRANSJORDANIA (Núm 10:11-36Núm 25:1-18)


De Sinaí a Cadés (o Parán) (Núm 10:11-36; Núm 11:1-35; Núm 12:1-16)


En Cadés y su entorno (Núm 13:1-33; Núm 14:1-45; Núm 15:1-41; Núm 16:1-50; Núm 16:36-48; Núm 18:1-32; Núm 19:1-22; Núm 20:1-13)


De Cadés a Moab (Núm 20:14-29; Núm 21:1-35)


En la estepa de Moab (Núm 22:1-41; Núm 23:1-30; Núm 24:1-25; Núm 25:1-18)


II.— LA GENERACIÓN DE LA CONQUISTA (Núm 26:1-65Núm 36:1-13)


Normas sobre la ocupación de la tierra (Núm 26:1-65Núm 31:1-54)


Ocupación de Transjordania y últimas disposiciones (Núm 32:1-42Núm 36:1-13)


Fuente:

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Notas

Deuteronomio  10,1— un Arca de madera: Ver 1Re 8:9 y nota a Éxo 25:10-22.


Deuteronomio  10,2Éxo 34:1.
Deuteronomio  10,3— de madera de acacia: Ver Éxo 25:10; Éxo 37:1. La acacia es un árbol bastante común todavía hoy en las regiones desérticas de Palestina. Se caracteriza por la dureza de su madera.
Deuteronomio  10,4— los diez mandamientos: Ver nota a Deu 4:13.
Deuteronomio  10,4Éxo 24:12; Éxo 31:18; Éxo 34:28.
Deuteronomio  10,6— allí murió Aarón: En Núm 33:38 el lugar de la muerte de Aarón es el monte Hor; el nombre de Moserá puede designar el mismo lugar, aunque no se ha identificado este sitio. Ver Núm 20:22-29; Núm 33:38.
Deuteronomio  10,6-7— Bené Jacán, Moserá, Gudgoda, Jotbatá: Estos nombres geográficos se encuentran también mencionados en Núm 33:30-33 aunque en un orden y una forma diferentes. Su ubicación exacta es incierta.
Deuteronomio  10,8— apartó a la tribu de Leví: En Éxo 32:25-29, la elección de la tribu de Leví para los oficios sacerdotales aparece vinculada al episodio del becerro de oro; aquí está en relación con el Arca de la alianza o del testimonio ya que los levitas eran los encargados de transportarla y de enseñar al pueblo la ley en ella depositada (v. Deu 10:5). Según Núm 1:50 y Deu 3:5-8, fueron separados por Dios mismo en sustitución de los primogénitos de Israel (ver también Núm 3:12; Núm 8:16).

— el Arca de la alianza: Este singular objeto, símbolo de la presencia del Señor en medio de su pueblo, se llama Arca de la alianza o del testimonio por las losas de piedra en las que estaba escrito el Decálogo (Deu 5:22; Deu 9:10; Deu 9:17; Deu 10:1-4), que era el texto fundamental de la alianza o pacto concluido por el Señor con Israel. Ver nota a Éxo 25:10-22 y Deu 31:9, Deu 31:25-26.
Deuteronomio  10,9— Leví no tiene parte ni heredad: A diferencia de las demás tribus de Israel, la tribu de Leví no había recibido en heredad un territorio particular, del que pudiera extraer los recursos necesarios para la vida. Su heredad era el Señor y, por eso, las ofrendas y los diezmos presentados a Dios debían procurarle los medios de subsistencia (Deu 18:1-5; Jos 13:14).
Deuteronomio  10,10Éxo 34:28.
Deuteronomio  10,12Miq 6:8.
Deuteronomio  10,14— los cielos de los cielos: El genitivo sirve en hebreo para expresar el superlativo. Los cielos de los cielos son, pues, según la cosmogonía hebrea, lo más excelso del cielo.
Deuteronomio  10,16— abran su corazón a Dios: Lit. circunciden el prepucio de su corazón. La circuncisión era la señal de la alianza del Señor con Abrahán (Gén 17:9-13) y la marca que identificaba a los varones pertenecientes al pueblo de Dios (ver Éxo 12:43-49). Pero la pertenencia al pueblo de Dios no debía reducirse a esa marca exterior. “Circuncidar el prepucio del corazón” significa tener una actitud interior de fidelidad al Señor y obedecer sus mandamientos. Ver Deu 30:6; Jer 4:4; Rom 2:25-29.
Deuteronomio  10,17— Dios supremo y soberano Señor: Lit. Dios de dioses, Señor de señores: Forma hebrea de expresar el superlativo.
Deuteronomio  10,18— viuda, huérfano, inmigrante (extranjero): Estas personas son en el AT ejemplos típicos de personas desprotegidas. La palabra inmigrante o extranjero designa concretamente a la persona que por cualquier motivo había tenido que abandonar su patria y residía como forastero entre los israelitas. Ver Éxo 22:22-25; Éxo 23:9; Lev 19:33-34; Deu 1:16; Deu 14:29; Deu 24:17; Sal 68:4 -.
Deuteronomio  10,22Gén 15:5; Gén 22:17.
Deuteronomio  10,22— setenta personas: Ver Gén 46:27; Éxo 1:5.