Fueron perseguidos hasta Guezer, los llanos de Idumea, de Azoto y de Jamnia; los rezagados cayeron todos al filo de la espada, quedando en el campo hasta tres mil de ellos." (I Macabeos 4, 15) © Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944)
;;
En busca del enemigo (4:1-11).
1 Gorgias, tomando cinco mil infantes y mil jinetes escogidos, levantó el campo por la noche, 2 con el propósito de atacar al ejército judío y derrotarlo por sorpresa. Llevaban por guías hombres de la ciudadela. 3 Tuvo de ello noticias Judas, y con sus valientes movió también el campo para atacar a los del rey que estaban junto a Emaús, 4 en tanto que el grueso del ejército andaba aún disperso, lejos del campamento. 5 Llegó Gorgias al campo de Judas por la noche, y, no hallando a nadie, los buscaba por los montes, diciendo: Estos han huido de nosotros. 6 En cuanto fue de día apareció Judas en el llano con tres mil hombres, que no tenían los escudos ni las espadas que deseaban. 7 Vieron el campamento de los gentiles, fuerte, atrincherado, rodeado de la caballería, formado por nombres diestros en la guerra. 8 Dijo Judas a los que le acompañaban: No temáis a esa muchedumbre ni su ímpetu os acobarde. 9 Recordad cómo fueron salvados vuestros padres en el mar Rojo cuando el faraón los perseguía con su ejército. 10 Levantemos al cielo nuestra voz, en la esperanza de que se compadezca de nosotros y, acordándose de la alianza con nuestros padres, aplaste hoy ante nuestros ojos este campamento, y 11 conocerán todas las gentes que hay quien rescata y salva a Israel.
Los sirios tuvieron noticia de los desplazamientos del diminuto ejército judío. Gorgias marchó a su encuentro con la intención de sorprender a Judas en algún sitio y obligarle a presentar batalla. Hombres de la ciudadela (literalmente: los hijos de la ciudadela), entre los cuales había judíos apóstatas 6, guiaron a Gorgias por el quebrado terreno. Supo Judas el itinerario del ejército de Gorgias y se desplazó a su vez, presentándosele la magnífica ocasión de atacar a los dos cuerpos de ejército por separado. Burlando la búsqueda de Gorgias, dirigióse muy de mañana al campamento de Amuás (Emaús). Desde su escondite examinó Judas de cerca el campamento general de los sirios y estudió las posibilidades de asaltarlo. La ocasión era propicia, porque parte del ejército andaba errante por la montaña en su busca. Además, el campamento hallábase en período de consolidación, de manera que muchos soldados vivaqueaban fuera del mismo, en completo desorden y con una disciplina militar relajada.
Asalto al campamento (4:12-18).
12 Los extranjeros alzaron sus ojos, vieron que venían a atacarles 13 y salieron al campo para combatirlos. Los soldados de Judas tocaron las trompetas, 14 y se trabó la lucha, siendo derrotados los gentiles, que luego se dieron a huir por el llano. 15 Fueron perseguidos hasta Guezer, los llanos de Idumea, de Azoto y de Jamnia; los rezagados cayeron todos al filo de la espada, quedando en el campo hasta tres mil de ellos. 16 Volviendo Judas con su ejército de perseguirlos, dijo a los suyos: 17 No codiciéis los despojos, que tenernos ante nosotros el peligro, 18 pues Gorgias está con su ejército en los montes próximos. Por el momento haced frente a los enemigos; después ya podréis tomar los despojos con seguridad.
Los soldados de Nicanor trataron de hacer frente a los asaltantes, pero en vano. Acaso sus generales descansaban, despreocupados, en sus tiendas. Los sirios diéronse a la fuga por la llanura, buscando asilo en Guezer; otros iban errantes por la llanura de Idumea (según una variante textual, llanura de Judea), entre Azoto y Jamnia, o se encerraron dentro de estas dos ciudades costeras. Las gentes de Idumea aprovecharon la deportación de los judíos a Babilonia para abandonar las áridas tierras de Idumea y establecerse en esta zona fértil de la costa. Hubiera sido contraproducente detenerse en desalojar a los fugitivos de las ciudades en que se habían refugiado, porque Gorgias merodeaba por los montes vecinos. Hubiera sido también fatal para los judíos dejarse llevar de la codicia ante los despojos del campamento asirio, olvidando que un cuerpo de ejército, todavía intacto, podía caer de un momento a otro sobre ellos. Contra estos peligros les previene Judas.
Huida de Gorgias (4:19-25).
19 Estaba aún Judas diciendo esto, cuando apareció, saliendo del monte, una división de Gorgias, 20 la cual, al ver cómo los suyos habían vuelto las espaldas y ardía en llamas el campamento, porque el humo que se veía daba bien a entender lo sucedido, 21 se llenó de miedo, y más viendo al ejército de Judas en el llano en orden de batalla. 22 Todos se dieron a huir hacia la tierra de los filisteos. 23 Judas entonces se volvió y recogió el botín del campamento, donde tomaron mucho oro y plata, y telas de jacinto y de púrpura marina, y grandes riquezas. 24 A su vuelta elevaban al cielo cánticos y bendiciones: Porque es bueno, porque es eterna su misericordia. 25 En aquel día obtuvo Israel una gran victoria.
Judas no se equivocaba: Gorgias hacía en aquellos momentos su aparición en los montes. La imponente humareda que salía del antiguo campamento situado en las inmediaciones de Amuás le indicaba claramente que algo anormal sucedía allí. Sus presentimientos fueron confirmados por la visión del ejército de Judas en pie de guerra. Gorgias no intentó presentar batalla, sino retirarse hacia la tierra de los filisteos, en busca del deshecho cuerpo de ejército al mando de Nicanor.
Derrota de Lisias (4:26-35).
16 Cuantos extranjeros se salvaron llegaron a anunciar a Lisias lo sucedido, 27 y éste, al oír las noticias, se quedó consternado y abatido, porque las cosas no habían sucedido en Israel como el rey se lo había ordenado. 28 Al año siguiente organizó un ejército de sesenta mil hombres y cinco mil caballos para acabar totalmente con los judíos. 29 Vino por Idumea y acampó en Betsur. Para hacerles frente sólo disponía Judas de diez mil hombres. 30 A la vista de tan fuerte ejército, oró, diciendo: ¡Bendito seas, Salvador de Israel, que quebrantaste el ímpetu del gigante por mano de tu siervo David y entregaste el campamento de los filisteos en poder de Jonatán, hijo de Saúl, y de su escudero! 31 Da este campo a manos de tu pueblo de Israel y queden avergonzados su ejército y su caballería. 32 Infúndeles miedo, abate la presuntuosa confianza en su fortaleza y avergüéncense de su derrota. 33 Derrótalos por la espada de los que te aman, y entonen cánticos de loor todos los que conocen tu nombre. 34 Vinieron a las manos, cayeron del ejército de Lisias cinco mil hombres. 35 Al ver Lisias la derrota de su ejército y la audacia del de Judas y cómo estaban dispuestos a vivir o morir gloriosamente, partió para Antioquía y reclutó mercenarios para acrecentar su ejército, con el propósito de volver contra Judas.
La derrota de Lisias tuvo lugar viviendo todavía Antíoco Epifanes (2Ma_11:1-12). Tenía Lisias suficiente amor propio para organizar otra expedición de castigo contra Judas. El año de los seléucidas 148, el 164 antes de Jesucristo, reclutó un imponente ejército, capaz, según sus cálculos, de aplastar a los judíos. Judas Macabeo, una vez liquidado el ejército de Gorgias, quiso castigar la insolencia de los idumeos, que molestaban a los judíos ortodoxos y acogían a los que desertaban de su ejército (2Ma_10:10ss). Por motivos de seguridad pensó en aprovechar el descanso para arrebatar algunas plazas fuertes a los idumeos. Lisias corrió en ayuda de sus fieles aliados, y fijó su tienda en Betsur, plaza fuerte que dominaba el camino de Hebrón a Jerusalén, distante veintiocho kilómetros de esta última. En su oración hace notar Judas que la actual desproporción de fuerzas existía también entre Jonatás y los filisteos (1Sa_14:1-23), entre David y Goliat (ibid.,1Sa_17:38-51); pero Dios entrego a los filisteos en poder de uno y otro. Dios y Judas derrotaron al regente Lisias, que, avergonzado, se retiró a Antioquía, queriendo zafar su derrota con el reclutamiento de nuevos mercenarios. Pero razones diplomáticas aconsejaban no azuzar al león de Judá, sino más bien amansarlo con medidas de libertad para el judaísmo.
Duelo por el templo (1Sa_4:36-40).
36 Judas y sus hermanos se dijeron: Nuestros enemigos están derrotados; subamos, pues, y purifiquemos el santuario y restablezcamos el culto. 37 Y, juntando el ejército, subieron al monte de Sión. 38 Al ver el santuario desolado, profanado el altar, quemadas las puertas, la hierba crecida en los atrios como en un bosque o en un monte y las habitaciones destruidas, 39 rasgaron sus vestiduras y alzaron gran llanto, se pusieron ceniza sobre su cabeza, 40 se postraron en tierra, tocaron las trompetas de señales y clamaron al cielo.
Las fuerzas del regente Lisias habían evacuado Palestina; los idumeos habían sido humillados; los sirios de Jerusalén, sitiados en el Acra. Había llegado la ocasión propicia para purificar el templo y restablecer el culto legítimo. Los hermanos Macabeos subieron con el ejército a fin de tener a raya la guarnición de la ciudadela (1Sa_1:35-36). La vista del templo arrancó lágrimas a sus ojos.
Acción de los sacerdotes (1Sa_4:41-50).
41 Luego ordenó Judas que algunos tuvieran en jaque a los de la ciudadela mientras purificaban el santuario. 42 Eligieron sacerdotes irreprochables, amantes de la Ley, 43 los cuales purificaron el templo y echaron las piedras del altar idolátrico en lugar inmundo. 44 Deliberaron qué harían del altar de los holocaustos, que había sido profanado, 45 y les pareció buen consejo destruirlo, por cuanto los gentiles lo habían profanado, 46 y depositar las piedras en el monte del templo, en lugar conveniente hasta que viniese un profeta que diese oráculo sobre ellas. 47 Tomaron luego piedras sin labrar, conforme prescribe la Ley; repararon el santuario y el interior del templo, purificaron los atrios, 48 hicieron nuevos vasos sagrados, e introdujeron el candelabro, el altar de los perfumes y la mesa del templo. 49 Quemaron incienso en el altar, encendieron las lámparas del candelabro que lucían en el templo, 50 colocaron los panes sobre la mesa y colgaron las cortinas. De esta manera dieron fin a la obra.
Con un piquete de soldados que vigilaban los movimientos de la guarnición del Acra, procedieron los sacerdotes a la purificación del templo. Se eligieron aquellos ministros sagrados que no tuvieran mancha alguna que les inhabilitara para ejercer su oficio pastoral (Lev_21:17-21; Lev_22:3). Las piedras del altar de Júpiter Olímpico (Lev_1:54-59) se arrumbaron a un lugar impuro, que acaso fueran las pendientes del Cedrón en donde se encontraba el cementerio, el Tofet (Jer_19:13). ¿Qué destino debía darse a las piedras centenarias del altar de los holocaustos? (Exo_29:25; Lev_4:34). Por muchos años fueron inmoladas víctimas al Señor sobre las mismas; por su origen no cabe dudar de que eran santas. Pero las mismas fueron el soporte de un altar idolátrico; la sangre de los cerdos inmolados contaminó lo que era santo. Por el momento resolvieron demoler el altar, pero pusieron las piedras a buen recaudo hasta el advenimiento de un profeta que decidiera del destino de las mismas. Después de Zacarías y Malaquías no surgió ningún otro profeta (Lev_9:27; Lev_14:41). La decisión fue sabia, por cuanto, no existiendo unanimidad de pareceres, convenía no exacerbar el espíritu de los que defendían una posición más rígida. El resultado de las deliberaciones se concretó en la construcción de un nuevo altar con piedras sin labrar, tal como prescribía la Ley (Exo_20:25; Deu_27:5-6). Puesto que en el recinto del templo tuvieron lugar orgías y bacanales, se procedió a purificar incluso el pavimento (2Ma_6:4).
Fiesta de la dedicación (2Ma_4:51-56).
51 En la mañana del día veinticinco del mes noveno, que es el de Casleu, del año 148, se levantaron de madrugada 52 y ofrecieron el sacrificio prescrito por la Ley en el nuevo altar de los holocaustos que habían construido. 52 Precisamente en la misma hora y día en que lo habían profanado los gentiles fue de nuevo renovado con cánticos, cítaras, arpas y címbalos. 54 Todo el pueblo se postró sobre su rostro, adorando y elevando sus bendiciones al cielo, que les había dado tan feliz suceso. 55 Durante ocho días celebraron la renovación del altar, y con alegría ofrecieron los holocaustos y sacrificios de acción de gracias y alabanza. 56 Adornaron la fachada del templo con coronas de oro y escudos y restauraron las portadas y las cámaras y les pusieron puertas.
El día 25 del mes de Casleu del año 167 antes de Jesucristo sacrificaron los gentiles la primera víctima, probablemente un cerdo, sobre el altar asentado sobre el antiguo de los holocaustos; el mismo día del año 164 se ofreció el sacrificio prescrito por la Ley en el nuevo altar. Al rayar el alba, los sacerdotes ofrecieron un cordero de un año, recogiendo su sangre y rociando con ella el altar (Num_28:3). Por ser el primer sacrificio en el nuevo altar, la ceremonia revistió gran solemnidad, con acompañamiento de instrumentos músicos (1Cr_7:4; 1Cr_16:42). Las fiestas duraron ocho días (1 Re 8-66; 2Cr_7:8), durante los cuales el público ofreció holocaustos y sacrificios pacíficos (Lev_7:11-12-16). En señal de fiesta se adornó la parte frontal del templo con guirnaldas y coronas.
Fiesta de las Encenias (Lev_4:57-60).
57 Fue muy grande la alegría del pueblo por haber borrado el oprobio de los gentiles. 58 Mandaron Judas y sus hermanos y toda la asamblea de Israel celebrar los días de la renovación del altar a su tiempo, de año en año, por ocho días, desde el veinticinco del mes de Casleu, con alegría y regocijo. 59 Por aquel mismo tiempo levantaron en torno del monte Sión muros altos y torres fuertes, para que no pudieran los gentiles hollarlo como habían hecho antes; 60 pusieron en él una guarnición que lo defendiera. Fortificaron asimismo a Betsur, para protegerla y para que el pueblo tuviera una defensa por el lado de Idumea.
Señala bien el texto el origen de la fiesta de la hanukkah, que en griego se llama enkaimá (Luc_10:22), dedicatio en latín. Los judíos modernos celebran la fiesta. Cada día, a partir del 25 de Casleu, se recita el Hallel (Sal 113-118) y se lee una parte del Pentateuco. El sábado se lee el capítulo del libro de los Números referente al candelabro de oro, y como haptarah el pasaje de Zach (2:14-4:8). La primera noche se enciende una luz, dos en la segunda, y así sucesivamente (Bévenqt, Abel)1.
Para impedir que la guarnición de la ciudadela o cualquiera otro pagano pisara el lugar santo, se construyeron muros y torres de protección alrededor del templo. La plaza fuerte de Betsur fue asimismo fortificada con el fin de prevenir cualquier sorpresa de parte de los idumeos.