Han enviado mensajeros a Jerusalén (cuyos habitantes hacen estas mismas cosas) para recabar del Consejo de Ancianos los permisos. (Judith 11, 14) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)
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Entrevista con Holofernes (11:1-4).
1 Díjole Holofernes: Ten buen ánimo, mujer, y no te intimides, que yo nunca hice daño a nadie que estuviera dispuesto a servir a Nabucodonosor, rey de toda la tierra. 2 Si ese tu pueblo que habita en la montaña no me hubiera despreciado, nunca yo levantara contra ellos mi lanza; pero ellos lo han querido. 3 Ahora dime por qué has huido de ellos, viniéndote a nosotros. En verdad te has salvado. Ten ánimo, que salva serás esta noche y en lo futuro. 4 Nadie se atreverá a ofenderte; antes todos te harán bien, como se hace a los siervos de mi señor el rey Nabucodonosor.
Postróse Judit a los pies de Holofernes. Estos rasgos de femineidad desarmaron al general persa. Trata el generalísimo asirio de explicar a Judit que él y su dueño no abrigan ningún odio personal contra Israel; aún más, en contra de su voluntad, se vio obligado a declararle la guerra, por haberle menospreciado los judíos al hacerle frente y no querer someterse libremente (5:4) y por no haber salido a su encuentro, como hicieron los otros pueblos (3:1-7).
Discurso de Judit (11:5-19).
5 Judit le respondió: Oye las palabras de tu esclava y deja que te hable tu sierva, que no dirá a mi señor esta noche cosa que no sea verdad. 6 Si sigues las indicaciones de tu esclava, seguramente que Dios acabará por ti el negocio y no fracasará mi señor en su empresa. 7 Pues por la vida de Nabucodonosor, rey de toda la tierra, y por el poder de quien te ha enviado para reducir al buen camino a todos los vivientes, que no sólo los hombres serán por ti reducidos a su servidumbre, sino que aun las mismas fieras del campo y los ganados y las aves del cielo, por tu fortaleza, vivirán bajo el gobierno de Nabucodonosor y de toda su casa. 8 En verdad, a nuestros oídos ha llegado la fama de tu sabiduría y la de tu gran inteligencia, y por toda la tierra se ha corrido la noticia de que tú eres el mejor de todo el reino, el que más vale por la ciencia y el más admirable por el arte de la guerra. 9 Sabemos las palabras que Aquior habló en tu consejo y hemos oído sus dichos, pues las gentes de Betulia se apoderaron de él, y él les comunicó todo lo que había hablado en tu presencia. 10 Por esto, dueño y señor mío, no eches en olvido ninguna de sus palabras; guárdalas en tu corazón, que son verdaderas. Nunca nuestro linaje es castigado ni la espada prevalece contra ellos si no han pecado contra Dios. 11 Ahora, para que mi señor no sea rechazado y fracase, ya la muerte se abate sobre ellos y se apodera de ellos el pecado con que han irritado a su Dios. Seguramente que han cometido un gran pecado, 12 ya que se les han agotado las provisiones, el agua escasea y han resuelto matar sus ganados, y beber su sangre, y comer cuanto Dios en sus leyes les ordenó que no comieran, 13 y hasta las primicias del trigo, los diezmos del vino y del aceite, que, como cosas santas, están reservadas a los sacerdotes que en Jerusalén asisten en la presencia de nuestro Dios, a pesar de que a ninguno del pueblo le es lícito tocarlo con las manos. 14 Han enviado mensajeros a Jerusalén, donde también sus moradores han hecho lo mismo, para que obtengan el perdón del senado; 15 y sucederá que en cuanto les llegue la noticia lo harán, y entonces, para ruina suya, te serán entregados. 16 Por lo cual yo, tu sierva, sabedora de todas esas cosas, huí de ellos, y Dios me envía a ejecutar en ti una cosa de que se maravillará toda la tierra cuando la oyeren. 17 Pues tu sierva es temerosa del Dios del cielo, a quien día y noche sirve. Por ahora me quedaré aquí, señor mío, y a la noche me iré al valle a orar a mi Dios; 18 y cuando ellos hayan cometido esos pecados, él me lo dirá y yo vendré a comunicártelo. Tú entonces saldrás con tu ejército, al que nadie podrá resistir. 19 Yo misma te guiaré por en medio de Judea hasta llegar a Jerusalén, y haré que te sientes en medio de ella y los conduzcas como ovejas sin pastor. Ni un perro ladrará contra ti. Todo esto me ha sido comunicado por revelación, y para anunciártelo he sido yo enviada.
Judit confirma la tesis de Aquior de que Israel es invencible mientras no peque contra su Dios, y añade en tono de escarnio: Guárdalas en tu corazón, que son verdaderas. Hasta el momento habíase mantenido Israel fiel a su Dios; pero en la actualidad, debido a las estrecheces de la comida y bebida, corre hacia la muerte, por observarse en ellos síntomas de desorden (atopía) y de pecado (amartema). ¿En dónde está este pecado? En que, agotadas las provisiones y escaseando el agua, han resuelto abalanzarse (epibelein) sobre sus ganados (kténesin), decididos a devorar todo lo que Dios en sus leyes ha prohibido comer. El pecado no está en comer la carne de los animales, sino en beber su sangre (Lev_17:10-14; Deu_12:23-25; 1Sa_14:31-34). Tan pronto como hicieren esto, serán entregados a Holofernes, porque, habiendo pecado, Dios se desentiende de ellos.
Existe también la posibilidad de que, acuciados por el hambre y la sed, pongan en práctica su loco designio de comer y beber lo que está reservado exclusivamente a los sacerdotes, cosa que no puede hacerse ni aun contando con la autorización del consejo de ancianos de Jerusalén. Como se ve, Judit exagera el alcance de la Ley (Lev_22:1-16), que autoriza el uso de estos alimentos en casos de necesidad (1Sa_21:4-7)1. Judit asegura a Holofernes que le avisará cuando sus paisanos hayan cometido los pecados mencionados (amartémata), y se ofrece entonces a guiarle por medio de Judea hasta llegar a Jerusalén (1Sa_11:19).
Se presenta como mujer piadosa que alaba a Dios noche y día. En la Ley no se prescribía la oración durante la noche, pero solían entregarse a esta práctica las personas piadosas (Sal_42:9; Sal_119:62). Judit alega esta práctica en vistas a la consecución de sus planes. Como las noches son propicias para las comunicaciones de Dios con los hombres, Judit asegura a Holofernes que, durante la oración nocturna, Dios le anunciará el preciso momento en que los de Betulia cometerán los pecados previstos. Entonces será la hora apropiada para el ataque. Termina Judit su largo discurso diciendo que todo cuanto ha dicho le ha sido comunicado por revelación, lo cual debe decidir a Holofernes a creer en la veracidad de sus palabras.
Respuesta de Holofernes (Sal_11:20-23).
20 Mucho agradaron semejantes discursos a Holofernes y a todos sus servidores, y, maravillados de su sabiduría, decían: 21 De un extremo a otro de la tierra no hay mujer de tan hermoso rostro y de tan discreías palabras. 22 Contestóle Holofernes: Bien ha hecho Dios en enviarte delante del pueblo para entregarlo en nuestras manos y perder a los que desprecian a mi señor. 23 Cuanto a ti, muy hermosa eres y muy discreta en tus palabras. Si haces cuanto has dicho, tu Dios será mi Dios y tendrás un asiento en la casa del rey Nabucodonosor, y tu fama se extenderá por toda la tierra.
No acertó Holofernes a vislumbrar la hiel que rezumaban las palabras de Judit. Un oriental no teme anexionar un dios más a su panteón nacional. En las palabras de Holofernes hay más dosis de cortesía que de sinceridad.