Ahora, pues, hermanos, mostremos a nuestros hermanos que su vida depende de nosotros y que sobre nosotros se apoyan las cosas sagradas, el templo y el altar.
(Judith 8, 24) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)
Times New Roman ;;
Judit, la heroína (8:1-3).
1 Entonces lo supo Judit, hija de Merarí, hijo de Ox, hijo de José, hijo de Ociel, hijo de Helcías, hijo de Elías, hijo de Quelcías, hijo de Eliab, hijo de Natanael, hijo de Salamiel, hijo de Sarasadai, hijo de Israel. 2 Su marido, Manases, era de su misma tribu y familia y había muerto en los días de la siega de la cebada. 3 Hallándose con los atadores de haces en el campo, cogió una insolación, y cayó en el lecho, y murió en Betulia, su ciudad. Diéronle sepultura en la de sus padres, en el campo que hay entre Dotáin y Belarnón.
Cuando el pueblo pedía a gritos la rendición, en el momento crucial en que las autoridades de Betulia habían señalado un plazo de cinco días para entregarse, surge inesperadamente Judit, la heroína. No escoge Dios a un profeta, a un guerrero, sino a una viuda retirada en un cobertizo que se había fabricado en el techo de su casa. Cuanto más débil sea el instrumento, más visible será la intervención de Dios en favor de Betulia. ¿Quién es esta mujer que salva a su pueblo de una catástrofe inminente? ¿Es un personaje ideal, simbólico, creado por el autor, o una mujer de carne y hueso? Era una viuda ideal, tal como la concibiera más tarde San Pablo (1Ti_5:5). En Betulia era la única persona que confiaba ciegamente en Dios. Su mismo nombre es revelador: Judit, Yehudith, femenino de Yehudi, significa la judía, nombre que llevó una mujer de Esaú, de origen jeteo (Gen_26:34). Las dudas acerca de la existencia real de la heroína se fundan en el nombre que lleva, Yehudith, y en su propio testimonio. En efecto, el término Yehudith puede ser gentilicio y simbolizar la nación judía en su ideal de vida religiosa. En el cántico que siguió a la victoria, Judit misma se identifica con el pueblo judío (Gen_15:4-6). No existen razones poderosas para dudar de la existencia real de Judit, pero tampoco se dan argumentos ciertos que obliguen a admitirla. Lo primero que debe hacerse para resolver esta cuestión es examinar el género literario empleado por el autor en este libro. El carácter inspirado del mismo es indiferente a esta cuestión 1.
Vida ejemplar de Judit (Gen_8:4-8).
4 Vivía en su casa Judit, guardando su viudez hacía tres años y cuatro meses. 5 Habíase hecho un cobertizo en el terrado de la casa y llevaba saco a la cintura, debajo de los vestidos de su viudez. 6 Ayunaba todos los días, fuera de los sábados, novilunios, las solemnidades y días de regocijo de la casa de Israel. 7 Era bella de formas y de muy agraciada presencia. Su marido, Manases, le había dejado oro y plata, siervos y siervas, ganados y campos, que ella por sí administraba. 8 Nadie podía decir de ella una palabra mala, porque era muy temerosa de Dios.
Al morir su marido, decidió Judit vivir perpetuamente en la viudez (Gen_16:26), Teniendo en cuenta que las hebreas contraían matrimonio entre los doce y quince años y que Bagoas la llama paidiske e halé, niña hermosa, cabe suponer que quedó viuda muy joven. Al producirse la invasión de Betulia se cumplían tres años y cuatro meses de su viudez (Vulgata: tres años y seis meses). De su matrimonio con Manases no tuvo descendencia, no quejándose contra Dios de no habérsela dado, como hicieron otras mujeres hebreas menos piadosas (1Sa_1:8-20). Vivía retirada con su esclava (1Sa_16:26) en un cobertizo que se fabricó en el terrado de su casa, o sea, la alliyyah, la habitación alta (Jue_3:23-25; 2Sa_19:1; 2Re_4:10). A una mujer tan perfecta en el cumplimiento de sus deberes religiosos debía Dios mirar con ojos de complacencia. Aunque las restantes gentes de Betulia tuvieran una fe vacilante, Dios les perdonaría en atención a las virtudes heroicas de Judit, de la cual nadie podía hablar mal. Su sensibilidad religiosa y su viudez eran factores que facilitaban su cometido de intercesora delante de Dios para salvar a su pueblo elegido.
Judit se entrevista con las autoridades (2Re_8:9-10).
9 Llegaron a los oídos de Judit las desatinadas palabras que el pueblo había dirigido al jefe; vio cuan abatidos estaban por la escasez del agua y supo asimismo la respuesta de Ocias, jurando entregar la ciudad a los asirios pasados cinco días. 10 Envió a su sierva, la que tenía puesta sobre todos sus bienes, e hizo llamar a los ancianos de la ciudad Ocias, Cabris y Garmis.
La prestigiosa mujer no tomó parte en el motín del pueblo. Por la servidumbre pudo enterarse de la situación y de la decisión tomada por las autoridades. Gran prestigio debía de gozar Judit entre los dirigentes del pueblo, ya que se dirigieron obedientes a casa de Judit tan pronto como su sierva, la que tenía puesta sobre todos sus bienes (Gen_24:2), les comunicó el deseo de su ama.
Judit increpa a los dirigentes de Betulia (Gen_8:11-15).
11 Y cuando llegaron les dijo: Escuchadme, príncipes de la ciudad de Betulia: No es acertado lo que hoy habéis dicho al pueblo, como tampoco el juramento que habéis interpuesto entre Dios y vosotros, diciendo que entregaríais la ciudad a vuestros enemigos si en esos días no viniere el Señor en vuestro auxilio. 12 ¿ Quiénes sois vosotros para tentar a Dios, los que estáis constituidos en lugar de Dios, en medio de los hijos de los hombres? 13 ¿Al Dios omnipotente pretendéis poner a prueba? ¿No acabaréis de aprender? 14 Si no podéis sondear la profundidad del corazón humano ni comprender sus pensamientos, ¿cómo vais a escudriñar a Dios, el Creador de todas las cosas; a penetrar su mente y comprender sus pensamientos? De ningún modo, hermanos, irritéis al Señor, Dios nuestro, 15 que, si no quisiera ayudarnos en los cinco días, poder tiene para protegernos en el día que quisiere o para destruirnos en presencia de nuestros enemigos.
La valiente mujer se encara con los príncipes de la ciudad (Gen_6:14-15; jefes, ancianos) por haberse atrevido a fijar a Dios un plazo de cinco días dentro de los cuales debía acudir en su ayuda; pasado aquel tiempo, ya no tenían necesidad de El. El proceder de las autoridades equivalía a un ultimátum. Ellos se obligaron con juramento a entregar la ciudad a los enemigos, y este juramento debía cumplirse necesariamente. El hecho de exigir a Dios que se decida a intervenir en el plazo de cinco días, ¿no equivalía a un atentado contra su soberanía divina? Hay que esperar pacientemente y con confianza la hora de Dios. Las autoridades de Betulia hacen mal en discutir sus designios. Una sola solución es viable: humillarse ante El y callar. A diferencia de Job (Gen_38:2-40, Gen_38:2; 7; Gen_38:8; Gen_42:3), el autor de Judit pone más de relieve la confianza filial en Dios. Su concepción de la eficacia de la oración se asemeja a la cristiana.
Motivos de confianza (Gen_8:16-20).
16 No pretendáis hacer fuerza a los consejos del Señor, Dios nuestro, que no es Dios como un hombre que se mueve con amenazas, ni como un hijo del hombre que se rinde. 17 Por tanto, esperando la salud, clamemos a El que nos socorra. Si fuese su beneplácito, oirá nuestra voz. 18 Porque no hay en nuestra generación ni se conoce en nuestros días tribu, ni familia, ni región, ni ciudad que adore dioses fabricados, como sucedía en los tiempos antiguos, 19 por causa de los cuales fueron entregados nuestros padres a la espada y al saqueo y cayeron con gran estrago delante de sus enemigos. 20 Pero nosotros no conocemos otro Dios fuera de El, por donde esperamos que no nos desatenderá ni a nosotros ni a ninguno de nuestro linaje.
Por la ley de la alianza, Dios se comprometió a ayudar a Israel y defenderlo de sus enemigos con tal de que observara su Ley y permaneciera fiel a un puro monoteísmo (Lev_26:1-8; Deu_28:1-7; Jue_2:7-23; 1Sa_7:3), Tan segura está Judit de la eficacia de esta promesa, que se atrevió a decir a Holofernes: Nunca nuestro linaje es castigado, ni la espada prevalece contra ellos si no han pecado contra Dios (1Sa_11:10). La situación religiosa actual de Israel es fundamentalmente buena, porque, al revés de los tiempos antiguos, no existe en la generación actual ni se conoce familia, región ni ciudad que adore a falsos dioses. Por este pecado de idolatría, contra el cual clamaba Jeremías (1Sa_7:17-20; 1Sa_14:7-15), fueron entregados los judíos a la espada y al saqueo. En los momentos actuales no existe este funestísimo pecado en Israel; luego hay motivos de esperar la ayuda de Dios. El autor del libro de Judit considera como pecado leve el amotinamiento del pueblo, porque sus protestas están más bien dictadas por el estómago vacío que por falta de confianza en Dios. Tampoco concede excesiva gravedad a la conducta de los magistrados de Betulia, que obraron más bien por cobardía que por malicia.
Desastrosas consecuencias de una capitulación (1Sa_8:21-27).
21 Considerad que, si nosotros fuéramos tomados, toda Judea sería destruida, y nuestro santuario saqueado, y entonces Dios nos pediría cuenta de su profanación. 22 Y la matanza de nuestros hermanos, y el cautiverio de la tierra, y la desolación de nuestra heredad, la haría el Señor recaer sobre nuestras cabezas en medio de las naciones a quienes sirviéramos, siendo escarnio y ludibrio a los ojos de nuestros dueños. 23 Ni sería nuestra servidumbre para nuestro bien; antes en nuestra deshonra la volvería el Señor, Dios nuestro. 24 Y ahora, hermanos, mostremos a nuestros conciudadanos que de nosotros pende no sólo nuestra vida, sino que el santuario, el templo y el altar sobre nosotros se apoyan. 25 Demos gracias al Señor, nuestro Dios, que nos prueba igual que a nuestros padres. 26 Recordad cuanto hizo con Abraham, cómo probó a Isaac y qué cosas sucedieron a Jacob en Mesopotamia de Siria cuando apacentaba las ovejas de Labán, su tío. 27 Pues así como aquéllos no los pasó por el crisol sino para examinar su corazón, así también a nosotros nos azota, no para castigo, sino para amonestación, de los que le servimos.
La suerte de Jerusalén, del templo y de toda la nación depende de la actuación de los habitantes de Betulia. Si, para evitar una situación crítica, de momento los magistrados de Betulia se rinden al enemigo, serán responsables ante Dios de las espantosas consecuencias de su cobardía y poca fe. Judit acumula razones con el fin de elevar la moral de los ancianos de Betulia: el país sería arrasado; sus habitantes, asesinados o deportados; el templo, saqueado. El ejemplo de los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob debe estimularles a la resistencia. Dios los pasó por el crisol para examinar su corazón, no para castigarlos. De la misma manera azota a los de Betulia, no a título de castigo, sino con el fin de someter a prueba su confianza en Dios. Judit proclama que Dios castiga y azota a sus amigos con el único fin de purificarlos y santificarlos con la práctica de las virtudes (Proí 3:12; Sab_11:5-10; Eci 2:3-5). La recomendación que hace Judit de dar gracias a Dios por las pruebas a que les sujeta, es considerada por muchos como una interpolación cristiana (Rom_5:3-5; Heb_12:5-11).
Respuesta de Ocias (Heb_8:28-31).
28 Ocias le respondió: Todo cuanto has dicho es salido de un buen corazón, y no hay quien a tus palabras pueda oponerse a nada. 29 No es hoy cuando tu sabiduría se descubre; desde el principio de tus días conoció todo el pueblo tu inteligencia y tu buen corazón. 30 Pero es mucho lo que el pueblo padece por la sed, y esto nos obligó a hablar como hablamos y a hacer el juramento que no quebrantaremos. 31 Ruega por nosotros, tú que eres mujer piadosa, y el Señor enviará lluvia que llene nuestras cisternas para que no perezcamos.
Con palabras halagadoras para Judit, Ocias reconoce su clara inteligencia y su gran corazón, pero le da a entender que no puede cambiar la decisión tomada en atención a los sufrimientos del pueblo, que muere de sed, y por el juramento que hizo, y que debe cumplirse inexorablemente (Jos_9:19; Jue_11:35; 2Sa_21:1-8). La única solución está, dice Ocias, en que Dios nos mande lluvia que llene las cisternas, lo que equivale a pedir un milagro. La época de las lluvias en Palestina se extiende desde octubre hasta mayo, y sólo por un milagro (1Sa_12:17) se da una lluvia torrencial durante los meses de junio y julio (Jos_10:11). Ocias no entiende la teología de la historia de Israel, tal como se la explica y comprende Judit. Es posible que teóricamente tenga razón Judit; pero en la práctica, parece decir Ocias, no se ve que Dios se muestre solícito en cumplir su compromiso con Israel. Por lo demás, la voluntad salvífica de Dios debe manifestarse en el plazo de cinco días, porque un juramento debe cumplirse necesariamente.
Judit expone sus planes (Jos_8:32-36).
32 Díjoles Judit: Escuchadme: Yo me propongo realizar una hazaña que se recordará de generación en generación entre los hijos de nuestra raza. 33 Vosotros estaos esta noche a la puerta; yo saldré con mi sierva, y en los días que pusisteis por término para entregar la ciudad a vuestros enemigos, visitará el Señor a Israel por mi mano. 34 No tratéis de averiguar mis planes, que no os lo manifestaré mientras no haya dado remate a lo que me propongo ejecutar. 35 Y le contestaron Ocias y los jefes: Vete en paz y que el Señor vaya delante de ti para que nos vengues de nuestros enemigos. 36 Y, saliendo del cobertizo, se fueron.
De repente saca Judit a las autoridades de la situación embarazosa en que se encontraban. El plan que les propone no es improvisado; lo ha meditado bien en su soledad, porque también ella debía de tener noticia de cómo andaban las incidencias del sitio de Betulia. Sabe también que tendrá éxito el plan que ha trazado.